Bueno, pues ahora que ya por fin ha pasado la resaca física post Mad Cool, y digo física, porque la nostálgica tardará en irse, al menos en mi caso, y espero que durante los próximos artículos puedan entender el porqué. Sí, cualquiera que haya leído algo acerca de esta tercera edición de Mad Cool, habrá leído muy duras críticas; caídas de la red, colas interminables para entrar, colas interminables para pedir una cerveza, solapes incomprensibles, cancelaciones sin dar ninguna explicación, etc, etc. Todo verdad, incluso hubo un accidente de “guagua” volviendo una de las noches, ahora no recuerdo cuál, de la que algún valiente también se animó a culpar al festival. Al parecer estos de Mad Cool también son los culpables de la muerte de Kennedy y del holocausto.
A ver, seamos serios, el festival no estuvo exento de polémica un año más, pero si hay que salvar algo, y es algo que en mi opinión se salva y de qué manera, fue la música. Los conciertos. Y qué coño, no sé los 100.000 restantes asistentes pero yo es a lo que voy a un festival, a escuchar buena música, y con el line up acojonante que nos brindó esta edición del festival madrileño, pocas pegas podemos poner. Y eso que ya pocas semanas antes del festival empezaron a tocarme las narices con ciertos detalles. Por ejemplo, el solape de Arctic Monkeys y Alice in Chains durante el 90% del tiempo del concierto. Sí es cierto que a muchos fans de un grupo, el otro puede que se la traiga al pairo, pero no es mi caso. La probabilidad de que a una persona le gusten las dos bandas es más que alta, y pienso que había muchas otras bandas que podrían haber compartido horario con los de Sheffield. Obviamente no dudé ni un momento de que mi cuerpo iba a estar el viernes a las 00:20 en el escenario KOKO esperando a ver salir a Jerry Cantrell y compañía (y así lo hice), pero no hubiera estado de más disfrutar de ambos conciertos, sobre todo después de haber pagado lo que había pagado por el festival. Y para colmo, este solape fue anunciado justo después de acabar el Primavera Sound, casualmente la única otra fecha para ver a los monkeys en España este año, cosa que de haber sabido antes se podría haber solucionado fácilmente pagando la entrada de un día para el PS, lo cual no hubiera tenido ninguna fatídica consecuencia económica para Mad Cool, ya que habían hecho sold out muchos meses antes, pero no. Muy mal Mad Cool. Y eso por no hablar de poner a Pearl Jam y Alice in Chains en días distintos, para que ese pobre grungero auténtico al que pocos grupos más podrían interesarle del festival, tuviera que pagar 2 entradas de día, lo que costaba casi lo mismo que el festi completo. Dotes empresariales: sobresaliente; empatía con el público asistente que hace que el festival sea posible: flojitos.
Bueno creo que esta es toda la caña que tenía que dar a Mad Cool, y lo que viene de aquí en adelante debería ser principalmente bueno, aunque seguro que me acuerdo de alguna cosilla más. Paso a describir mis impresiones de los 3 días de festival, principalmente de los conciertos que vi.
Jueves, 12 de julio de 2018. Pearl Jam haciendo olvidar los desastres de Mad Cool, por Pau Rosell
Pues la primera jornada de Mad Cool 2018 venía marcada por un único nombre; Pearl Jam. Perdón, PEARL JAM. Principales causantes de que me decidiera a pagar el abono para un festival en Madrid, en julio, y con todo el derecho, ya que Vedder, McCready y compañía se marcaron un bolo difícil de olvidar. Era de esperar, sí, sobre todo después de las impresiones que había leído de los asistentes al concierto unos días antes en el Palau Sant Jordi, pero no se puede imaginar la experiencia hasta que uno está en la pista y los escucha por primera vez, aunque ya iremos con eso más tarde.
Ya que no cobro un duro por escribir (y no va con segundas SoN!), ese día tocó ir a la oficina en Barcelona, por lo que llegué a Madrid a eso de las 22.00, justito para llegar al espacio Mad Cool y ver empezar a los de Seattle. No sorprendió que no tuviera que hacer ni un minuto de cola para entrar, pero claro, Pearl Jam estaba a punto de salir al escenario. Rápidamente me fui a la barra más cercana al escenario principal que encontré, y aquí empezó el calvario. A 20 minutos para que empezaran a tocar la cola de la barra era terrible, camareros lentos, pocos grifos de birra y alguno estropeado. Empezábamos mal. Al ver que no había ningún mochilero salvador cargado de birra al más puro estilo Ghost Busters alrededor, no me quedó otra que quedarme ahí en esa cola mientras esperaba al que sería mi fiel escudero durante los próximos 3 días, que también llegaba de Barcelona tardillo.
Poco después empezaron a sonar los primeros arpegios de “Release”, y la gente en la cola empezaba a impacientarse, pero punto para Mad Cool, el sonido estaba tan logrado que incluso desde la barra se escuchaba perfecto. Justo después de “Release”, y sí, todavía en esa barra infernal (puntualizar eso que la canción no es precisamente corta…), se escuchó a Eddie pronunciar “I seem to recognize your face…”, lo que logró que muchos de los indignados en la barra olvidáramos esa indignación por un momento y entonáramos junto a Eddie las primeras frases de “Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town”, como si él estuviera al lado nuestro, lo que era sólo un pequeño adelanto de la magia que se iba a vivir durante los próximos 120 minutos en Valdebebas.
Por fin conseguí pillar las 2 birras y corriendo para abajo conseguimos colocarnos en un lugar medianamente digno (a unos 200 metros del escenario) y disfrutar de unos tragos de birra fría y del sonido de la banda. Nunca había visto tanta gente congregada en un mismo concierto, pero por suerte, y otro punto para Mad Cool, las monstruosas pantallas instaladas a ambos lados del escenario se veían cojonudamente y si algo consigue la voz Eddie al cantar, es hacerte sentir cerca aunque lo escuches desde el sillón de tu casa.
Ya situados e hidratados, primer momento mágico; empieza a sonar “Given to Fly”, algo más acelerada y distorsionada de cómo suena en el cuarto corte de “Yield”, pero esta canción es especial para mí. Fue la primera canción y por la cual conocí a Pearl Jam (para los de la vieja escuela, remarcar que yo tenía 8 años), y escucharla por fin en directo no puede explicarse con palabras. Aún recuerdoese CD en el coche de mi viejo con un paisaje desértico en la portada, y las carátulas de cartón.
Tras mi momento nostálgico, la cosa empezó a calentarse; “Lukin”, “Corduroy”, “Why Go”, “Animal” e “Even Flow” de una tirada. Sin anestesia. Justo antes de esta última Eddie recordó que hace 26 años tocaron esa canción en Madrid ante un público bastante más reducido. Entre corte y corte aprovechaba para brindar con su botella de vino, con todos nosotros, atreviéndose incluso a hablar en Español, de aquella manera, eso sí. Mi colega y yo no podíamos evitar decir que cómo podía cantar y tocar así con el colocón que llevaba. Pero eso es Eddie Vedder, y esto es PEARL JAM. Tampoco podemos olvidar mencionar los shows épicos proporcionados por Mr. McCready, que bajo los focos hacía de las suyas en cada solo, entregadísimo, haciendo flipar a las más de 80.000 personas que habían allí congregadas. ¡Este tío es el puto amo!
El concierto estaba siendo perfecto, a nivel de sonido, repertorio, puesta en escena, energía, pero sobre todo, por lo que es capaz de transmitir esta banda. Un público entregadísimo no paraba de cantar en ningún momento, bailar, saltar, como no había visto nunca antes. En esta última etapa del show llegó el momento más punky con “Mind your Manners”, en el que la gente se volvió más loca si cabe. A esto siguieron clasicazos como “Jeremy”, “Do the Evolution” o “Better Man”, la cual cantó el público con especial pasión. También hubo un momento para reivindicar como le gusta a Eddie y fue previo a tocar “Can’t Deny me”, cuando después de unas palabras repudiando la violencia machista, presentó a Javier Bardem y Luis Tosar como sus amigos, y estos salieron dando un mensaje feminista en las grandes pantallas del escenario.
Hasta aquí la primera parte del concierto. Quedaban 7 canciones y yo ya estaba convencido de que era, con creces, el mejor concierto de mi vida. A pesar de estar lejos del escenario, a pesar de que no sean mi banda preferida, a pesar de estar cansado y sediento. Había oído maravillas sobre sus directos pero hay que vivirlo, y no moriré sin volver a hacerlo.
Por si fuera poco, tras un pequeño parón aparece Eddie a solas con su guitarra acústica. Podría ser “Society”, podría ser “Last Kiss”, pero casi mejor, se marcó un “Just Breathe” que no pudo ser más estremecedor. La totalidad del público cantaba, parejas de todas las edades abrazadas susurrándose “Stay with me, let’s just breathe” al oído, mostrando cómo PJ no es sólo una banda de música, sino parte de la vida de gente de muchas generaciones. Hubo muchos momentos de piel de gallina en el concierto, pero para mí este sin duda fue uno de los más especiales. Recuerdo un momento en el que Eddie se bajó del escenario a cantar a ras de suelo, no recuerdo en qué canción, filtrándose entre el público como si fuera uno más de nosotros, para de repente fundirse en un abrazo con un fan de la primera fila, que a lo mejor fue a mí, pero me pareció eterno. Al menos fueron 5 mississippis. El chico después de este abrazo no mostró síntomas de emoción o fanatismo, se quedó igual, como si no fuera la primera vez que pasaba, como si Eddie fuera un conocido en su vida. Y esto, señores, es lo que para mí representa Pearl Jam. Esa complicidad, que hace pensar que Eddie sigue siendo el joven surfero que trabaja en una gasolinera en California.
Para terminar, se pueden imaginar. “Sirens”, un “Black” profundo como era de esperar, “State of Love and Trust”, “Rearviewmirror”, “Alive”, con un público que ya no podía derrochar más satisfacción y felicidad mientras nos dejábamos el alma coreando que seguíamos vivos, y como colofón final, como suelen hacer en sus grandes shows, versionaca de “Rockin’ in the Free World” apoteósica, homenajeando al gran Neil Young, conocido por muchos como el padrino del grunge, al que seguro debemos gran parte de lo que es Pearl Jam.
No hay adjetivos para describir a los de Seattle, y menos para describir cómo son capaces de transmitir lo que transmiten cuando se suben al escenario. Soy joven e inexperto para decir si están en su mejor momento o no, pero sin duda están en su momento, y espero que les queden muchos más, porque bandas tan sinceras y reales como esta no aparecen todos los días.
Una vez finalizado y asimilado, cuando volvimos a la realidad, las colas seguían siendo kilométricas tanto para beber como para comer, se habían jodido los datáfonos, y tampoco había ningún grupo al que nos hiciera especial ilusión ver (puntualizar que el directo de Kasabian deja bastante que desear), por lo que tomamos la sabia decisión de volver a casa, y quedarnos con el mágico recuerdo de lo que acabábamos de vivir.
Y lo que no fué Pearl Jam por Beto LS
Pero no solamente de Pearl Jam íbamos a disfrutar en esta primera jornada del Mad Cool, como que al que madruga Dios le ayuda, enfilamos la desértica Zona Zero de acceso al recinto a primera hora alucinando con la extensa que cola para recoger las pulseras que dan acceso al festival, nosotros traíamos la pulsera de casa (una de las opciones de compra del abono anticipado) y en escasos 30 segundos pasamos el control de acceso para adentrarnos en el mar de color y calor de Valdedebas.
En mainstage ya había arrancado Slaves y nos dirigimos hacia allí para ver como se las gastan el dúo de neo garage punks del que tan bien habíamos oído hablar. Llegar a las primeras filas fue fácil pues el recinto no presentaba un aforo aún a tener en cuenta, en parte debido al calor sofocante de las 18 de la tarde y en parte a la mencionada cola de acceso. Slaves son un dúo inglés con tres discos en su haber, mucha pose punk con mil tatuajes y los más importante: más querer aparentar que realmente sonar a punk. Como el tema no nos acabó de entusiasmar y estar al sol viendo un grupo que ni fú ni fá decidimos ver unos veinte minutos de los que poco se va a comentar para ir a explorar el recinto y buscar el Madrid Radio Station Stage donde los madrileños Toundra iban a actuar minutos más tarde.
Por todos es sabido como se las gastan los post-rockers sobre las tablas y lo mucho que se les respesta en nuestro país, cosa que se palpaba con cientos de fans y curiosos amontonados en las primeras filas del escenario (el mismo proyectaba una sombra que propició que las 30 primeras filas estuvieran abarrotadas). La banda repetía en el festival tras su presencia en la pasada edición y esta vez venía con su nuevo y aclamado disco bajo el brazo, Vortex, disco del que sacaron casi la mitad del setlist de la tarde. Con su entrega y potencia habitual, los madrileños nos ofrecieron un show más que correcto, con un sonido abrumador (personalmente opté por los tapones que uso para los shows de metal) y una ejecución ágil, espontánea y contundente. David, Esteban y Alberto disfrutan sobre el escenario, nunca descansan y su movilidad contagia de sobremanera a un público que estaba ansioso de festival y encontró en Toundra el mayor aliciente a despertar las ganas de brincar y pasarlo bien. Los momentos más aclamados fueron cuando interpretaron «Bizancio», «Magreb» y «Zanzíbar», todos ellos incluidos en su álbum (II) de 2010 que sigue siendo el preferido de toda la legión de fans.
El siguiente objetivo del día eran los también de Seattle Fleet Foxes que se afincarían en mainstage con ganas de enamorar. Los americanos son una de esas bandas que mezclan el folk americano con el indie rock usando multiud de instrumentos como la mandolina, el saxofón, elementos varios de percusión o hasta los violines junto a la base rockera estándar de guitarras, bajo y batería. Con tres discos aclamados por la audiencia y poco más de diez años de existencia, la banda capitaneada por Robin Pecknold y Skyler Skelset tiene un catálogo lleno de temas dignos a mencionar como «Mykonos» con la que viobró hasta el que desconocia de la existencia de la banda. Disponiendo de 1h y 10 minutos, la banda repasó equilibradamente sus tres trabajos y el primer EP titulado Sun Giant, EP que les encumbró como una promesa hace 10 años y del que sacaron la citada «Mykonos» y «Drops in the river». Poco a poco el público iba ampliando el círculo frente al escenario y la banda creció en todos los sentidos llegando a ofrecer momentos mágicos justo cuando finalmente la puesta de sol llegó para beneficio de toda persona, público, trabajador o músico que estaba en Valdedebas en esa calurosa tarde de julio. Gran show de los de Seattle que democostraron que su fama no es mal adquirida y demuestran que con calidez y buen hacer es posible triunfar dentro de rock.
Tame Impala era uno de los reclamos más grandes del día y se notó tanto en volumen de fans que movieron como en el show que los australianos tenian pensado desplegar en Madrid. Los de Perth volvían al ruedo tras un año de descanso y en Mad Cool fijaron este esperado regreso como fecha de arranque de gira. Aún sin nuevo álbum en el horizonte, Kevin Parker, Jay Watson y Dom Simper disponían de 90 minutos en los que repescarian sus ya clásicos como «Feels Like We Onyly Go Backwards», «Let it Happen» o «The Less I know the Better» para hacer enloquecer a unos 50.000 asistentes que ya empezaban a posicionarse para ver a Pearl Jam.
Siguiendo con el show que arrastaban en 2017, los rockeros apostaron por expandir su setlist a base de su último trabajo Currents, que ya data de 2015, álbum del que sacaron hasta ocho temas para cinco de su penúltimo trabajo Lonerism. Con imágenes y luces totalmente psicodélicas durante todo el show, la banda propició que la conexión música-banda-público fuera intensa y las impresiones a lo largo del concierto eran de que estábamos asistiendo a un show de los que marcan época. La recta final con «Apocalypse Dreams», «Feels Like We Onyly Go Backwards» y «New Person, Same old Mistakes» fue realmente apoteósica, un perfecto anticipo a lo que vendría minutos más tarde en el otro main stage con el increíble show que tenian pensado ofrecernos Eddie Vedder y los demás Pearl Jam.
Subrayando todo lo que comenta Pau sobre el impecable concierto de Pearl Jam, nos disponíamos a ir a The Loop, la magnífica carpa en donde la electrónica hacia acto de presencia, concretamente para ver al combo Justice que coincidía en hora con Kasabian en mainstage. Presentando un lleno absoluto la leyenda de la banda francesa no deja de crecer año tras año y ya tiene el logra de haber estado presente en los grandes festivales nacionales (Sonar, Mad Cool, FIB, BBK, Primavera Sound y DCode). El duo de París convirtió sus 75 minutuos en una auténtica fiesta de clausura del día (pese que aún quedaba chicha como MGMT o Maya Jane Coles) despachando temas como «Fire», la genial «Safe and Sound» de su último dico Woman, o las queridas y aclamadas «Genesis» y «D.A.N.C.E.» de su álbum debut Cross.
Intro y crónica de Pearl Jam por Pau Rosell y resto de bandas por Beto LS.