Antes de nada que quede claro que estas son las impresiones y opiniones personales de un simple individuo. Un servidor que tiene la potestad para comparar la edición de 2018 con la de este año y que tiene suficiente experiencia en macrofestivales como para ver las virtudes y los defectos de el festival alternativo de referencia en España.
Saturación
El problema principal que se vivió en 2018 fue un overbooking imposible de absorber. Las 80.000 personas que se citaron cada día en Valdedebas supusieron grandes problemas, largas colas para acceder al recinto, problemas para estacionar en el parking, problemas a la hora de cenar o de intentar tomar una cerveza. Había tanta gente que era incómodo moverse, se cayó la red de telefonía, cayó la red de pago con tarjeta de crédito… Todo quedó pequeño para tanta gente, incluso el recinto.
En 2019 se amplió el aforo, se contrataron más personas para las barras así como los típicos repartidores de cerveza que van circulando por el recinto con su banderita y su mochila. Se instalaron más repetidores con lo que la conexión de las TPV no se vió afectada por las aglomeraciones y tampoco cayó la red telefónica.
Pero claro, el día que había más gente en el festival rondábamos las 45.000 personas. Casi la mitad que el año pasado. Otro acierto fue enviar todas las pulseras a destino, evitó colas innecesarias en la entrada del recinto.
Cartel
Todos sabemos que el cartel de 2018 nunca podrá ser superado, ni este año ni nunca. Entonces todas las grandes bandas estaban girando y Mad Cool logró reunirlas todas para ofrecer uno de los carteles más grandes nunca vistos. Incluso en 2017 y 2016 el cartel era muy bueno, posiblemente mejores que en 2019.
Las pocas bandas “grandes” rulaban este verano y aún así, más de una se escapó de las redes de la organización (The Strokes, Thom Yorke, Weezer… entre otros). El perfil de los cabezas de cartel era menor y se notó mucho en la venta de entradas. Aún así, el cartel era inmenso.
Tener a Bon Iver, The National, The Cure junto a Vampire Weekend, Prophets of Rage y The Smashing Pumpkins en un mismo festival ya se antoja cartelón. A estos le añadimos unas bandas jóvenes en un estado de progresión increíble como Wolfmother, Greta Van Fleet, Carpenter Brut, o artistas de renombre como Lauryn Hill, Noel Gallagher, Johnny Marr y Miles Kane… el cartel no era para nada flojo pero las comparaciones son odiosas y respecto a 2018 siempre vamos a perder.
Lo único que se puede criticar es la falta de palabra, en su momento se habló de la posiblidad de contratar a Rosalía como “más allá de la línea que tiene el festival, una línea roja que no queremos cruzar” y tate, no la metieron en el festival pero si se inventaron una “Welcome Party” que se pagaba a parte en la que actuaría la catalana. Mal lo de Rosalía y mal lo de hacer pagar para esa fiesta de bienvenida.
Calidad
Todas las bandas (excepto algún caso puntual) rindieron a un nivel increíble. Ofrecieron conciertos perfectos, con una entrega nada discutible. Aún viendo poca entrada en alguna actuación, los artistas se comportaron de una forma excelente y lo dieron todo.
La calidad del sonido y el volumen siempre es perfecto. En Mad Cool se trabaja muy bien en este detalle sumamente importante. En todos los escenarios el volumen es perfecto, aunque la gente intente hablar, la música sobrepasa su poco respeto. Incluso en los dos escenarios pequeños el ajuste de sonido es muy bueno.
Movilidad, acceso y transportes
Aquí si que la organización necesita mejorar y mucho. Como visitantes no madrileños que somos (y los de la ciudad también lo necesitan), la organización debe proporcionar una zona de estacionamiento. El año pasado se habilitó el aparcamiento de IFEMA (pagando evidentemente) del que también hubo muchas quejas. El equipo de seguridad del parking registraba uno a uno los vehículos que accedían al recinto obligando a tirar cualquier tipo de bebida, nosotros viajamos en caravana y pudimos esconder la bebida de todo el fin de semana, y los que me conocen saben que esa bebida eran coca cola, redbull y agua.
Este año solo se habilitó estacionamiento para los que tenían la entrada VIP. Para más inri, se cerró la circulación en medio barrio de Valdedebas, con lo que aparcar era una odisea.
Otro tema que no supieron gestionar era el del transporte público, cerrado. Eso es impensable para un festival “urbano” que mueve entre 50 y 80.000 personas por día. Los accesos a pie también eran complejos, pues la guardia urbana de Madrid cerró calles, cerró aceras y los rodeos para intentar encontrar el acceso permitido eran kilométricos.
VIP
Hay mucho postureo en estos festivales, eso pasará siempre. Por lo menos este año se ha suprimido el foso “solo para VIPS” que dejaba habitualmente un vacío enorme entre el público y el escenario. En 2018 Josh Homme, líder de Queens of the Stone Age encendió la mecha diciendo al inicio del concierto que él no quería ese foso y animó a la gente a saltar las vallas. Sabemos que eso tampoco estuvo bien por parte del de Palm Desert, pero fue una colleja directa a la organización.
También entendemos que un festival vive en parte gracias a sus sponsors, pero sigo sin entender la necesidad de tener una tienda Levi’s, una tienda de tabaco dentro del recinto o un concesionario de coches Mercedes pinchando discos a alto volumen todo el santo día.
Lo del postureo, es otro cantar. Cada uno viste como quiere y hace lo que quiere, yo lo respeto y que ellos respeten al que va a disfrutar de la música.
Futuro
El amplio abanico de estilos que se mezclan en Mad Cool da una tranquilidad al espectador. Si bien este año no han podido atraer bandas tan grandes como en 2018, seguro que en 2020 la cosa mejora. Aún quedan muchas grandes bandas del “target” del festival para convencer y todo indica que en 2020 habrá giras de Arcade Fire, Pixies, The Strokes o The Black Keys. Otros objetivos serán Radiohead, Nick Cave and the Bad Seeds, Sigur Ros… pero partiendo de la base de que en 2017 tocaron bandas como Rancid, Green Day y Foo Fighters, el panorama más rockero estará lleno de sorpresas.