Toda historia tiene un principio y un final. Curiosamente, el principio de toda esta andadura en Science of Noise comenzó hace poco más de dos años -¡dos años! Quién me lo iba a decir- reseñando el primer disco de los suecos Mad Hatter. Espero que esto no se trate del cierre de un ciclo.
Mad Hatter nació en 2017 como alter ego de Petter Hjerpe y Alfred Fridhagen, cantante y batería respectivamente de Morning Dwell, banda con la que sacaron su último trabajo en 2016. En 2018 publicaron su primer y destacado disco homónimo, dándose a conocer a público y medios, llevándoles a la edición del Gineta Rock de ese mismo año.
Su propuesta de power / heavy metal clásico, happy, resultón e influenciado por los grandes referentes del género ha mantenido su propuesta activa para llegar a publicar la continuación de las historias del simpático sombrerero. Aún así, los dos años transcurridos entre ambos discos ha servido para hacernos caer algunas pinceladas de evolución -la hay en un género con los límites tan marcados- hacia lo que tenemos en nuestras manos. Previo a este Pieces of Reality dejaron caer un par de temas nuevos e independientes como la navideña, divertida y coreable “Winter Time” de 2018 o “The Hatter Will Arise” de 2019 en la que tan sugerente título nos traía lo que vendrían a publicar este fatídico 2020.
Pieces of Reality (2020) es una digna continuación de su primer y homónimo disco, con un sonido impecable siguiendo la estela de su predecesor e incluyendo alguna pequeña novedad como es la introducción de coros en las composiciones. Os confieso que tenía muchas ganas de enfrentarme a este disco. Aunque tiene detalles que muestran una evolución en el sonido, me ha dejado con una extraña sensación. Su primer trabajo fue amor a primera vista, en cambio en este segundo, sin haber dejado de lado el estilo alegre y directo, hay más preliminares para gozar por completo.
Un detalle que no quiero dejar escapar antes de analizar las canciones que componen este trabajo es la portada. Afortunadamente mejor que la del mencionado single navideño de 2018 y que la extraña del single de adelanto “Master of the Night”, pero aún así juega en desventaja respecto a la de su primer trabajo. Además, ¿soy yo o veo a Eddie con sombrero de copa? La cadavérica imagen representa la entrada a una oscura gruta en la que en su interior se halla expectante la silueta del enigmático sombrerero.
Por suerte, aunque ya sabemos que una imagen vale más que mil palabras, si eres afín al estilo que nos ocupa, esta portada no refleja en su totalidad algunas perlas que podemos encontrarnos cunado lo reproducimos.
La pesadillesca “Fever Dreams”, introducción en la que la desquiciada risa parece surgir de la oscura gruta ilustrada en la portada, desentona con el happy y coreable power que precede. “Master of the Night” da inicio a un disco con todos los requisitos del power más clásico pero en el que encontramos algunas variantes respecto a su anterior trabajo. Para empezar, ha aportado una mayor pomposidad a las canciones con la introducción de elementos orquestales y coros grandilocuentes que aportan más cuerpo a las composiciones. «Queen of Hearts» mantiene el vínculo con su anterior trabajo además de ser un ejemplo en lo comentado sobre la introducción de coros. El trabajo vocal de Petter ha mejorado incluso a su debut, “Rutledge Asylum” es un claro ejemplo, además de ser una de las que más me ha llamado la atención. Sin barroquismos, es “sencilla” y directa. El omnipresente teclado envuelve la canción atrapándonos en su estribillo y el magnífico solo de guitarras dobladas. Como decía en la reseña de su anterior trabajo, tienen mucho que agradecer al amigo Kai Hansen.
“The Children from the Stars”, con influencias de las calabazas, no destaca más que por el potencial vocal de Petter, finalizando la canción con un notable nivel de agudos. Si bien, la canción no deja de ser un constante galope en un ABC del género, en cambio, “Pieces of Reality” baja la velocidad para centrarse en la melodía y en unos sencillos coros. Lo cierto es que nos encontramos en el momento menos atractivo del disco con unas canciones menos llamativas que al inicio, donde los arreglos y la pomposidad aportan mayor riqueza. Afortunadamente, el ejemplo lo encontramos en la aparentemente sencilla y poco atractiva “The Valley”, donde en su punto central se hace el silencio para interrumpirse por una guitarra española acompañada por palmas flamencas. Esta curiosa combinación se fusiona en un magnífico solo eléctrico influenciado por la guitarra flamenca. Grata sorpresa que hace despertar los sentidos para engancharnos de nuevo al disco después de una bajada de intensidad.
Si hablamos de intensidad, “Ignite” vuelve a retomarla, afortunadamente, después del bajón anterior y agitada con la extraña “Awake”, pues me cuesta conectar con esta canción. No sé, posiblemente con más tiempo y dedicación toda esta reseña la podría mandar a la papelera de reciclaje y comerme mis palabras, pero me ha costado bastante conectar con la mitad del disco, pues sufre de altibajos que no facilitan la atención constante.
La recta final se cierra dignamente con «Collectors of Souls» y la happy «I’ll Save the World». No sabemos si podrán salvar el mundo, pero de alguna manera consiguen salvar un disco algo irregular.
¡Salud y heavy metal!
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.