Si Saxon en directo son maestros, pues sabes que nunca van a tener un show malo, creo que con los discos de estudio de Magnum podemos decir lo mismo: nunca fallan. Obviamente sabes a lo que te vas a enfrentar, pero la clase de Clarkin y Catley es absoluta, y siempre firman un par de clásicos por disco, además, no hay relleno, todo brilla con clase. También podemos decir que lo mejor está al principio…
Sólo hay que mirar qué músicos conforman el grupo, pues la formación que llevan actualmente es de traca: Lee Morris, ex de Paradise Lost y Dennis Ward, compositor, productor y exmiembro de Gotthard, de Unisonic además de líder de Pink Cream 69. A todo esto, hay que sumarle el poso clásico de un teclista como es Rick Benton, y ya tienes una de las formaciones más poderosas que hayan tenido Magnum en su historia. Piensa que nos vamos a finales de los 70… Puro hard rock con toques de prog y muchos teclados.
Con los singles no puedo estar más de acuerdo, han empezado con la excepcional “I Won’t Let You Down”. Estribillo de traca vestido con orquestaciones a teclado y piano en el que Catley se desenvuelve como pez en el agua. Va para clásica, pero sí, es predecible y el grupo sigue instalado en el medio tiempo potente y melódico. La fórmula la siguen a pies juntillas, pero les funciona de maravilla.
El otro single ha sido “No Steppin’ Stones”, tratada aquí como falso directo y con vientos, lo que le da un punto diferencial y muy feliz. Es de esas canciones por las que todo un Tobias Sammet tiene a Bob Catley como fijo en Avantasia. Antes hay el rugir de la bestia, que en el caso de Magnum es siempre melódica, aunque contundente: “The Monster Roars”. Gran canción con un muy presente Benton en el piano y con el solazo marca de la casa de Clarkin.
El sonido del disco es espectacular y de entre lo mejor de la obra está esa intensa “Remember” con otro de esos estribillos inolvidables. La pegada de Morris es uno de los grandes logros del disco, pero volvería a resaltar la labor de un Rick Benton que acerca al sonido del grupo a Savatage, por el vital protagonismo de las teclas blancas y negras en su sonido, y claro, para mí todo lo que suene a los de Florida es maná. Ese final a piano puramente clásico es un detalle muy a tener en cuenta…
Luego se marcan la gran balada del disco: “All You Believe In”. Las letras del disco van muy enfocadas al actual momento político y son comprometidos en el bien común. Evocadora, pero muy contundente, jugando con muchos coros y el piano en los arreglos. En canciones como “The Present Not the Past” es cuando ya empiezas a ver que la fórmula es evidente, con teclados a medio camino entre Yes y Van Halen, pero sin llegar a enamorar. Suena a la misma canción por la que suelen apostar en sus últimos ocho discos de estudio.
Y la segunda parte no mejora la primera, pero mantiene bien el tipo a manos de piezas como “That Freedom Word”. Catley ruge y demuestra galones tras tantos años en la brecha. Hard rock de bella factura, pero poco más. Sonidos antiguos en el teclado para dar comienzo a “Your Blood Is Violence”. Otro tema muy correcto dentro del común denominador musical de Magnum. Mejoran las cosas en un “Walk the Silent Hours” con piano y toda la clase vocal posible. Transmite de maravilla este hombre… Juegos percusivos con el grupo haciendo lo que siempre ha hecho de maravilla.
Dosis de guitarras potentes y otro estribillo de los que pegan y se recuerdan para bastir “The Day After the Night Before”, buscando un toque más festivo y alegre a la propuesta. De todas formas, la fiesta de Magnumes de esas con té de bebida y de acostarse pronto… Asoma luego “Come Holy Men” con un solo muy logrado y la previsibilidad por bandera. Despedida con “Can’t Buy Yourself a Heaven” armada de acústicas y mucho feeling de otro medio tiempo sin estridencias ni aspavientos.
Otro disco más que funciona con sus dos o tres futuros clásicos y con muy buenas canciones de serie media. La banda suena excelentemente bien pues Magnum posee una alineación estelar. Clarkin y Catley siguen paseando sus canas con todo el estilo y las ganas de siempre. Lo más rompedor esta vez es la portada con ese precioso demonio cornudo, y su portadista tiene una bonita conexión con el grupo, pues es el hermano de un ex: Al Barrow. Innegablemente la bestia sigue rugiendo…