El eterno bajista mexicano un tío que se hizo a sí mismo y que ha conseguido realizar todos sus sueños. Ahora saca disco después de tocar en nuestras tierras, en la fase más crítica de la pandemia y este pasado octubre. Le recuerdo especialmente en su primera venida, un poco desesperado por las exigencias de la sala impuestas por sanidad. Él es un amante de Stevie Wonder, posee una voz muy negra y a pesar de haber estado en las mejores bandas de rock y metal, su alma tira hacia lo que más ama.
Eso se puede percibir en un disco ampliamente disfrutable, con canciones muy redondas y logradas, con mucho feeling, riffs muy trabajados y con mucha autoreivindicación. Recordemos que este hombre ha estado en Thin Lizzy, The Dead Dasies, Whitesnake o Journey. Cuenta con reputados músicos y rehúye de grandes nombres de invitados. Si él quisiera tendría a todos los que llamara…
Sirenas antiaéreas para “bienvenir” al disco en la inicial “Take It to the Limit”, con galones, potencia, pegada y un estribillo de esos que te enganchan a la primera y no te sueltan hasta días después. Qué bien canta Marco y qué clase le imprime al tema con un gran riff base del rubio guitarrista Tommy Gentry de Gun. Mucha luz en “I Just Can’t Get over You” con dejes negroides y algo de Glenn Hughes, otro bajista de voz impresionante y de influencias similares. Gran riff, gorgoritos a modo de arreglos y otro estribillo de los que quedan y convencen.
Agudos imposibles en un “Light It Up” que tira de detalles muy a lo Van Halen en lo que es la estructura de la canción, festiva, acelerada y con muchísima alma. Como era de esperar el solo está a la altura de las influencias. Hay la bonita balada “Walk Next to You” en la que Marco nos regala unos agudos muy impresionantes. Es la típica baladita lacrimógena, aunque desprovista de el piano típico de las power ballads. Muchas bandas consolidadas matarían por un tema como este.
Felizona es “Shoot for the Stars” siendo un medio tiempo bello e inspirado con coloristas arreglos y una rotunda voz por parte de un Mendoza que, como vocalista, está a un nivel realmente top. Uno de los grandes lujos es la canción “All That I’m Living for”, otro medio tiempo con muchísimo gancho y con otro estribillo de los que se recuerdan. Realmente en cuanto a composición Mendoza se ha salido esta vez.
En “Free Ride” hay otra buena muestra de trabajo y de obrero del rock a pesar de que no alcanza el alto nivel del resto de temas. De todas formas, es una composición que en directo puede funcionar sin problemas. En “Can’t Explain It” hay los teclados de Soren Andersen animando esta almibarada propuesta con dejes muy a lo Stevie Wonder. Puede que el disco vaya perdiendo fuelle en el tramo final con la correcta “Scream and Shout”, una oda a salir de fiesta el sábado noche a lo party animal.
Afortunadamente deja el pabellón muy alto con una canción tan lograda como definitoria: “New Direction”. No sólo da título al disco, es que hay unas reminiscencias a los Beatles experimentales de los sitares y Allan Tschicaja luce pegada en una pieza con mucha inspiración arábiga.
Impresiona el alto nivel exhibido por Marco Mendoza pues muchas de estas canciones a buen seguro que serían reclamadas por sus muchos proyectos en los que está el bajista. Tenía muy claro que iba a apostar fuerte por esta obra y de veras que lo ha conseguido, con unos músicos muy solventes y sin necesidad de buscar grandes nombres como invitados. Destacar especialmente la preciosa portada pues conecta con sus orígenes aztecas. Marco rockea siempre y en solitario… ahora más que nunca.