El espectacular bajista-vocalista de Nightwish y líder de Tarot ha aprovechado el parón de la súper-banda finesa para trabajar en lo único que le quedaba por hacer a este culo inquieto con trenzas: su disco en solitario. Activo desde finales de la década de los 80 ha ido acumulando composiciones que han ido a parar a Nightwish y a Tarot, pero también ha ido guardando material. Recordemos que este chico ha estado en bandas como Sinergy a principios de siglo. Las composiciones son variadas, muy trabajadas, y, en ellas, la voz del vikingo te reta a jugar en diferentes tesituras. Uno de los grandes enigmas que hay aquí es el hecho de que “Marco” ahora sea “MarKo”, con K. Si esperas heavy metal por la vena y orquestaciones a lo Nightwish ya te aviso que aquí la cosa va por otros derroteros. Obviamente hay rock duro y metal, pero la paleta abarca un poco de todo y eso incluye partes de progresivo y samplers y teclados omnipresentes en casi todos los temas.
Impresiona ese single de inicio que es “Stones”. Muy melódica y sentida que bien podría haber encajado perfectamente en su banda madre. Hay un gran trabajo de arreglos de cuerda y cambios de registro pasando por terrenos más oscuros e incluso alternativos. Sorprende la divertida “Runner on the Railways” por lo fresco y directo, tirando de unos arreglos folk y una base simple y directa. Temas como este justifican plenamente que haya hecho un disco como Pyre of the Black Heart. Lo evocador y el homenaje a su infancia es lo que traspua en “The Voice of My Father”. Un homenaje en toda regla a su primogénito que mantiene un buen estribillo, pero que es en los versos en dónde ves la calidad del compositor. Atención a la voz aguda final, tan complicada como natural para el divo nórdico. Mucha atención a los juegos de sintetizador con los que empieza “Star, Sand and Shadow”, gentileza de Vili Ollila. No oculta cierto cariño por la década de las hombreras a la vez que firma otro consistente tema con raíces echadas en Nightwish. Está claro que su banda madre le ha influenciado en cuanto a arreglos, no puede negarlo.
Teatral y cercana al musical de Broadway es “Dead God’s Son”, también un poco Nightwish, que suele jugar con los elementos de Disney con maestría. Dramática y poderosa muestra otra cara que, un poco, ya conocemos del bajista. La banda que acompaña al polifacético músico es, según él, la mejor posible. Buenos amigos con los que ha compartido aventuras y que han trabajado con él la inmensa mayoría de temas que pueblan este trabajo. La balada atmosférica y salpicada de samplers lleva por nombre “For You”, tema aparentemente facilón, pero que la tremenda personalidad de la voz de Marko eleva junto a la guitarra agonista de Tuomas Wäinölä. Se mantiene el gusto por lo sampleado en el medio tiempo ampuloso que es “I Am the Way”, más interesante, y en la que el vocalista muestra su adaptabilidad y poderío vocal. Atención a la subida a medio tiempo y al solo de guitarra que precipita el final.
Funciona perfectamente ese “Death March for Freedom” que vuelve en terrenos del up tempo y que vuelve a servir para lucir las dotes vocales y de composición de su mastermind. Son temas pegadizos en su mayoría y calan rápido, a las pocas escuchas. La programación y el teclado en onda Hammond también reclaman su cuota en esta pieza. Vuelve el terreno baladístico en “I Dream” con mucha presencia del bajo, quedando todo algo oscuro, pero manteniendo un nivel que había bajado en los últimos temas. La coda final es “Truth Shall Set You Free” en la que los elementos folks ganan espacio para bien. Ese piano combinado con el violín le da un aire muy épico al tema que incluye un puteado muy evocador de guitarra.
Marko Hietala es y será uno de los más grandes bajistas de la escena actual por su versatilidad, por su calidad a nivel compositivo y por su rotunda voz. Una pieza clave en cualquier banda y que encontró en Nightwish el lugar perfecto para brillar. Asentado y bienestante, cuando la banda finesa impuso un parón aprovechó para cumplir uno de sus sueños: el disco en solitario que le faltaba. Es una obra muy entretenida, aunque también personal. Puede que esperases algo bastante más netamente heavy metal, pero para esto justamente están los discos en solitario, para que el artista dé rienda suelta a lo que lleva dentro. No es ninguna novedad que Marko Hietala es un fuera de serie a pesar de que el disco vaya de más a menos.