Curioso el caso de este grandísimo guitarrista de heavy metal, compañero e íntimo amigo de Jason Becker en Cacophony y todo ex de Megadeth. Cambió Occidente por Oriente afincándose en tierras japonesas hasta el punto de que es un embajador musical del país y ejerce de una especie de puente entre ambos mundos. Con su trabajo nos acerca los sonidos del J-pop en clave metal. Estamos hablando de su tercera entrega de esta saga de esta saga de Tokyo Jukebox, Obviamente los nombres de las bandas te sonarán cero, pero el tratamiento metálico, la velocidad impresionante, prodigiosa técnica y producción metálica hacen que todo sea muy accesible y disfrutable y… 100% Marty Friedman.
No soy una especialista en shredders ni me entusiasman especialmente los discos de guitarristas, pero llevo un mes largo en que caen en mis manos todos estos discos, y he de decir que los estoy disfrutando ampliamente. Japón y Friedman son dos cosas que siempre me han gustado, y si las juntas también funcionan. En sus últimas giras en solitario ha estado mostrando a sus fans todo este material japonés a altísimas velocidades y técnica, y parece que fans y músico están contentos con en el resultado. Lo que está claro es que a estas alturas ya nadie va a mover a Friedman de allí.
Despunta el sol con la coreable “Makenaide”. El riff base es comercial pero adictivo y luego con la guitarra hace las partes vocales, apoyado por una banda técnicamente soberbia y con mucha clase. Quizá sea el tema del disco, y más con esos juegos ralentizados e inquietantes. En “Senbonzakura” puedes hacerte una buena idea de la melodía J-pop si bien los juegos y detalles son un no parar. Aquí el bajo de Kiyoshi es tan protagonista como la guitarra y la trabajada batería de Anup Sastry es tan veloz como contundente.
Slaps de bajo en el medio tiempo acelerado “Gurenge” que posee algunas de las demostraciones instrumentales más rotundas del disco. En “Kaze Ga Fuiteiru” se nos muestra un poso más hímnico y felizón. Pasajes ampulosos e incluso un piano que dota al tema de profundidad. El Japón popero más pomposo a guitarra eléctrica está presente. Mismos pasos para “Echo”, en la que deja espacio para diabluras en la base rítmica a la vez que demuestra un gran feeling interpretativo. Además de ser temas ya testados y populares, y excelentemente trabajados y adaptados, recordemos que el disco suena excelentemente bien.
Sorprende la auto-versión que se ha marcado Marty de “The Perfect World”, un corte que salió en 2018 para la banda sonora de la serie The Beginning de Netflix. Es el único tema que posee vocalista y esta sabiamente colocada en medio del disco. Gran canción que nos demuestra que más allá del amor por el país del sol naciente, a nivel compositivo, Friedman puede darnos muchas alegrías.
Más divertida y alegre nos resulta “U.S.A.” en la que el pop nipón se hace carne por mucho que la guitarra nos acerque a la orilla más metalera. Momento más radio-friendly en “Shukumei”, que parece que haya coreografía inclusive. Tiene un punto de banda sonora de serie de sobremesa. Cuando estuve en Japón noté puntos insufribles de J-Pop repetitivo y molesto. Ese caso asomaría en “Ikuze Kaitou-Shoujo” aunque esas pesadísimas guitarras hacen que se aleje del estilo. Es quizá el tema que más se acercaría al material de las Babymetal. Me sorprende que a estas alturas todavía no hayan colaborado juntos en algo.
Friedman se ha desprendido de muchos de los efectos de reverb y ecos varios para sonar un poco más puro. Eso es apreciable en “Sazanka”, a tiempo de balada cercana al “Eres tú” de Mocedades en versión Apolo 7. Cumple de sobras en “Time Goes By” y guarda la última bala “Japan Heritage Theme Song”, lo más sorprendente y diferente del disco. Composición pedida por el gobierno japonés para promocionar eventos culturales. Participa la Tokyo Philharmonic Orchestra y cumple perfectamente su cometido. Moderna, clásica y con momentos muy emotivos.
Es interesante ver todo el proceso por el que pasa Marty Friedman a la hora de seleccionar los temas, el acercarse a los intérpretes originales, pedir permisos y en las adaptaciones que realiza. También la portada es curiosa con el divo guitarril encarnando un samurái que parece una Geisha de after-karaoke. Después de que grabase un tema de Mocedades yo ya me lo espero todo de él… La alineación de planetas en la que está instalado Friedman hace que, por lo menos, te saque siempre una sonrisa, y que te impresione con su técnica. Yo no pido más.