Segundo asalto de la promotora Octopus Prods. siendo bastante exitosa con la gran cantidad de eventos que había, hay y habrá. La verdad que el mercado se está saturando un poco con tantos conciertos, eventos, festivales, etc. pero no hizo mella en ellos y en general el concierto salió la mar de bien.
Del primer asalto en el Ceferino nos trasladamos hasta la sala Monasterio situada justo debajo de las torres Mapfre de Barcelona, un lugar curioso en el que los metaleros debemos convivir con una vorágine de guiris con ganas de diversión pero por suerte ya estoy curado de espanto. Para esta ocasión los grupos que formaban el cartel eran Potencia Toxica, Atonement y Mean Machine. Tres formaciones con estilos diferentes pero que gustaron bastante.
Potencia Toxica
Provenientes de La Junquera, este cuarteto de hardcore fronterizo con toques crust se plantaron sobre el escenario cuando la sala aún estaba bastante vacía pero sin tapujos fueron desgranando su repertorio. El problema que la sala estuviese vacía no era por la falta de público ya que antes de abrir puertas había un buen número en la terraza de la sala pero por alguna razón que desconozco prefirieron quedarse fuera. Para mí es una falta de respeto y grave. Puede que no los conozcas, que no te gusten pero por lo menos entrar, ver, juzgar y decidir. En fin, no voy yo a arreglar este mundo.
Su música de carácter reivindicativo no me entusiasmó y aunque tuvieron buenos momentos me pareció algo difuso el conjunto en general aunque trabajando un poco más el sonido y con más ensayo se pueden solucionar estos «problemas». El grupo aunque sea de La Junquera en sus filas hay dos argentinos y esa mezcla de temperamentos también es patente en su música. Tocaron canciones como «Ira Molotov», «Falsos Ideales» entre otras y hasta una versión de Ratos de Porao en poco más de 40 minutos de actuación.
Atonement
Los siguientes en ocupar el escenario de la Monasterio fueron Atonement, grupo con casi 10 años de vida tras sus espaldas formado por músicos de la escena local y que practican una mezcla de black con thrash metal que tanto gusta por estas latitudes. En estos momentos la sala y presentaba un buen ambiente y empezó la locura.
Interpretaron canciones de sus dos demos y su más reciente split, canciones llenas de odio, de ritmos acelerados y voces con mucha reverb. Vi a un grupo mucho más conjuntado con un cantante muy activo, eso sí, casi todo el rato estuvo de lado, o sea, de perfil al público, de esas cosas raras pero que molan. Gritaba como si lo estuviesen apuñalando, gritos de agonía y desesperación siendo un claro reflejo de su enfermiza música.
Aquí el público ya se desató un poco más y pudimos ver los primeros amagos de pogos para liarla un poco. Su música es sencilla pero efectiva, no busca tecnicismos ni nada por el estilo, van directos al cuello sin contemplaciones. Su guitarra es un veterano músico conocido por toda la escena local, su bajista es una mole que impresiona y su batería los lleva en volandas. Un grupo muy divertido en directo.
Mean Machine
La hora de los cabeza de cartel había llegado. Mean Machine estaban preparados para presentar su más reciente disco del que interpretaron unas cuantas canciones. Con una formación, un estilo y una actitud casi calcada a Motörhead salieron a por todas desde el segundo cero que fue in crescendo.
Llevan muchos años en esto y se nota en las tablas de sus tres componentes. Raúl al bajo y voz, Juan Pedro a la guitarra y Marc a la batería nos ofrecieron un buen espectáculo de rock and roll sin aditivos ni nada artificial. Guitarras endiabladas, bajos potentes y un batería hiperactivo con algún que otro problema para mantener la cabeza firme ya que en muchas ocasiones la apretaba contra el hi-hat poniendo caras de poseído en un absoluto extasis de locura.
Al igual que ellos la gente se desató sin tapujos y el alcohol, tanto el del público como el que corría por las venas de Mean Machine se notaba que estaba haciendo efecto y del bueno.
Los tres músicos, muy diferentes entre ellos tanto por el aspecto como actitud es un combo letal y es casi imposible no moverte al ritmo de su música. Juan es la cara seria del grupo, el rockero vestido de negro que sabía cuando debía ser el protagonista y cuando debía ceder ese puesto a sus compañeros. Marc acabó en calzoncillos y no sé si se los quitó en algún momento, prefiero no saberlo, y era la cabra loca del grupo animando al público todo el rato y con una imagen muy punky. Y Raúl era la voz cantante del grupo que tampoco paró de animar a todo el mundo aunque hacia el final se notó que el whiskey y la birra habían hecho algo de mella en él.
Hubo un momento en el que Marc abandonó la batería para cederla a un colega y así poder cantar una versión que hizo enloquecer un poco más a todo el público con esa actitud punkarra y macarra que te dan ganas de empezar a romper cosas.
Una buena fiesta la que montaron nuevamente la gente de Octopuss Prods. que hizo disfrutar tanto a músicos como público y aunque la amalgama de estilos era algo dispar al final podríamos asegurar que fue un éxito.