Metal Church. Una banda imperdible en la colección de todo fanático del thrash metal. Recuerdo mi primer acercamiento a esta gran banda. Sería allá por el 2008 o 2009 que mi hermano compró un mp3 (de moda en aquellos años) en el colorido mercado San Juan de Dios, el más grande de toda América latina en mi natal Guadalajara. El disco en sí albergaba unos seis álbumes, de los cuales recuerdo el D.E.V.O.L.U.T.I.O.N (2008), Enemy of God (2005), Stomp 442 (1995) otros dos que no recuerdo cuales y The Weight of the World (2004). Con ese último supe de la existencia de los de Seattle. Poco después me hice del primero de sus trabajos dejándome sorprendido por la calidad que mostraban y a lo largo de los años le di una revisada a todo lo que se había publicado hasta entonces. Y ¿saben qué? Nunca dejan de sorprenderme.
Pocas han sido las estrellas que ese lugar llamado Seattle le ha dado al mundo de la música rock o heavy: Jimi Hendrix, Queensrÿche o el ídolo del grunge, Kurt Cobain siendo seguido por Pearl Jam, Alice in Chains y Soundgarden. No por nada Seattle es la cuna de dicho movimiento para algunos culpable de la (casi) desaparición del heavy metal. Ahora bien, Metal Church, es una banda que se dedicó y dedica a componer fielmente al thrash metal. ¿Algo raro? Sí, si se piensa en que los grandes núcleos del thrash norteamericano eran California o Nueva York; haciendo de Metal Church un caso especial en la cepa metálica de la década de los ochenta.
Los temidos 90
La década de los noventas es, en opinión personal, una década interesante tanto por las bandas que emergieron durante esos diez años como para las bandas que ya tenían sus años, pues para muchos, es una década que marcó el fin de unas bandas y otras más tuvieron que adaptarse a las nuevas corrientes para sobrevivir. Durante los 80, el heavy metal demostró ser el rey. Dominó al mundo y colocó varios álbumes en las listas de popularidad. El thrash metal nacía en los primeros años de la segunda mitad e indiscutidamente se volvió toda una mina de oro. Metallica se coronaban como los nuevos reyes del mundo y giraban por todo el planeta. Las rabietas de un Mustaine molesto por haber sido expulsado de Metallica lo obligó a crear Megadeth para tener su venganza reclutando entre sus primeras filas a un chaval con abundante cabellera en ese entonces llamado Kerry King, quien pronto lo dejaría para darle vida al monstruo macabro que es Slayer. Anthrax se agrupaba en Nueva York listos para mover cabezas junto a Over Kill y Nuclear Assault quien, por cierto, fue fundada en 1984 por Dan Liker, ex Anthrax. En 1985 Exodus, quien ayudó a formar también el veterano Kirk Hammett, publica el álbum con la icónica portada de los gemelos.
Es importante mencionar que los 90 no fue cosa sencilla para las bandas de thrash y para el heavy metal en general. Iron Maiden tambaleaba con su nuevo vocalista que difícilmente lograba dar una buena representación de los temas compuestos para brucie y criticados por lo que hicieron con él. En fin. Judas Priest hacía una pausa que duraría siete largos años. Para el thrash las cosas no pintaban bien. Metallica tras su Black Album (1991) no sería lo mismo. Megadeth seguía sus pasos después de lanzar el Youthanasia en 1994, dando trabajos que dividieron opiniones. Otras bandas como Testament o Kreator se empeñaron en incorporar elementos de las nuevas corrientes y del death metal para seguir a flote, muchas desaparecieron del radar por años; otras más luchaban por seguir fieles a su estilo y no desviarse del camino. Aunque no todo fue malo, pues Pantera lanzaba gloriosos trallazos y Annihilator creaba obras maestras llenas de tecnicidad. Pero sí, en general fue una época de confusión para muchas bandas que vieron perder su popularidad y era arriesgarlo o no hacer nada. Los de Metal Church, por supuesto que no se quedaron con los brazos cruzados y siguieron a pesar de tener la corriente en su contra. David Wayne tenía rato de haber dejado a la banda junto a Kurt Vaderhoof desde el The Dark en 1986. Para Blessing in Disguise de 1989 afortunadamente Mike Howe fue llamado y mejor elección no pudieron hacer al igual que traer al ex técnico de Metallica, John Marshall para las seis cuerdas.
El factor humano y Metal Church
La carátula del álbum deja mucho que desear y mucho que pensar. ¿Es extraña? Sí. ¿Refleja el contenido del trabajo o de la banda? Quién sabe. ¿Necesitaban otra cobertura con más calidad? No. Simplemente las canciones hablan por sí mismas del gran trabajo de la banda. En The Human Factor aparecen los cinco miembros del grupo recostados entre un fondo oscuro y un montón de velas. Algo raro y es de decir que el arte en las portadas de Metal Church nunca ha sido de lo mejor que digamos, con sus contadas excepciones. Por suerte no estamos aquí para hablar de la portada sino de su música que es una verdadera exquisitez.
«The Human Factor» es el primer corte con el que se arranca el álbum y es el que le da título. ¿Qué podemos decir de semejante temazo? Tiene un inicio explosivo con unos riffs cargados de rabia y mucho groove. Estamos ante una pieza que no es del todo thrash sino uno mezcolanza con el heavy metal. Podemos apreciar el retumbar del bajo de Erickson con fuerza y revoloteando por todos lados junto con la batería de Arrington que dejen les dijo es un creativo con su instrumento y a lo largo del trabajo nos damos cuenta de ello. Mike Howe se luce con su tremenda voz. Agudos y bastante melodía conseguidos con gran efectividad. «Date With Poverty» es el sencillo que, sin duda, puede ser el tema más famoso de éste álbum. Un vídeo divertido para una canción divertida. Mucho groove en cada nota de la guitarra y aquí la voz de Howe hace maravillas. Los cambios de tempo hacen una completa maravilla auditiva y les recomiendo que la escuchen con auriculares pues así se aprecia mejor lo logrado en esos 05:20 que dura.
Los riffs que presenta «The Final Word» nos hace recordar a Accept de modo inevitable. Un tema muy a lo speed metal con su contundencia en las guitarras, bajo y batería. Los solos de guitarra y los requintos que contiene dan muestra de ello y la voz de Howe se esfuerza en seguirle el ritmo a sus compañeros logrando cabalgar sobre cada nota. «In Mourning» tiene una introducción que puede desconcertar al oyente por lo que se ha escuchado hasta entonces. No se dejen engañar, pues el groove que carga el tema es espectacular. Ciertamente tiene un sonido más digerible, es una canción genial para mover cabezas y los solos de guitarra vaya que son una pasada. La melodía que tiene Howe aquí es de locos. «In Harm’s Way» da pie con una guitarra acústica y un melodioso bajo. Con el disfraz de una power ballad en los primeros segundos, nos atrapan con la furia característica de Metal Church. Podemos decir mucho sobre esta canción, pero creo que existen dos palabras bastantes concretas para decirlo: técnica y virtuosismo. Queda claro que estos tipos pueden hacer magia.
Con «In Due Time» hemos alcanzado la segunda mitad del disco. Regresamos con pura velocidad y galopando contra el viento. El doble bombo sí que masajea sabrosamente los oídos. Si algo me encanta de este tema es el toque jazzero y punketo que lograron unir con el heavy metal y al final darle esa cadencia tan fresca. Cuando «Agent Green» comienza con la guitarra acústica y Mike Howe cantando lentamente, no puedo evitar imaginarme a éste hombre cantando bajo las estrellas en alguna especie de desierto junto a su caballo. Afortunadamente nos reivindica hacia un sonido más metalero. La paleta musical que usaron aquí es bastante amplia y alternar sus partes eléctricas con lo acústico fue un gran acierto. «Flee from Reality» tiene riffs devastadores tan característicos de speed. Cuando Howe da la señal de salida, los instrumentos corren a velocidades bravas y sin voltear a ver el camino que han dejado. Una inyección de adrenalina pura.
«Betrayed» tiene un estilo que bien puede pasar por una canción de hard rock bastante pesada. La voz de Howe es desafiante justo como lo era la de David Wayne y aquí es muestra de porque él fue su digno remplazo. Craig Wells y John Marshall son una dupla asombrosa a la hora de componer riffs y conseguir darle ese toque groovie tan necesario y que se pide en una buena rola de metal. «The Fight Song» culmina la grabación y vaya que lo hace de la mejor manera. Una canción con identidad, cuerpo y alma. Coros que no podrías resistir intentar emular; solos de guitarra desquiciados, un bajo que retumba y sientes que en algún punto va a reventar y la batería que golpea sin piedad la caja, los platos y los bombos. Bestial cierre.
Veredicto
Metal Church es una banda capital y necesaria para entender el thrash metal. Una banda que sienta cátedra en cada álbum y de la cual se puede aprender mucho en cada canción. Si eres aspirante a músico de metal, escucha a estos tipos que derrochan talento. The Human Factor es un disco que demuestra que han madurado y han logrado alcanzar ese Olimpo metálico tan añorado por otras bandas que iniciaron igual que ellos y que quedaron en la carretera. Es cierto que es el primer trabajo de Metal Church en la década de los 90, no sería el último y ni el de menor calidad. Otra cosa que hay que decir es que la voz de Howe es hipnótica en éste trabajo, sin duda uno de los mejores vocalistas y que, en opinión propia, me resulta de mis favoritos y que bueno que sigue en las filas de estos locos junto a Kurt Vaderhoof. Los 51:18 minutos son de gran calidad y ni de broma que aburren. Esperemos y podamos escuchar más de ellos en los años venideros. ¡Larga vida a Metal Church!