En directo desde el AT&T Stadium (hogar de los Dallas Cowboys) de Arlington, Texas, el M72 World Tour de Metallica irrumpe en la pantalla grande en los cines de todo el mundo los días 18 y 20 de agosto… 19 y 21 en España. Este evento teatral mundial sin precedentes ha visto/verá a la banda ofrecer en dos noches dos setlists de canciones completamente diferentes, que abarcan los ya más 40 años de carrera musical del grupo, desde el clásico Kill ‘Em All (1983) hasta su más reciente 72 Seasons (2023). La banda no repite ni una canción dos veces, interpretando un total de más de 30 canciones entre ambas noches.
El M72 World Tour, que cuenta con un nuevo y audaz diseño de escenario circular que reubica el famoso Snake Pit en el centro del mismo, brinda a los fans una vista completa de 360º desde todas y cada una de las butacas. Con una configuración multicámara de última generación, el espectador siempre está justo en medio de la acción, sin importar en qué parte del recinto/mundo se encuentre.
¿Apetecible, no? Eso mismo pensamos unos colegas hace una semana, cuando nos animamos a comprar nuestras entradas (14€, ojo) para acudir al cine de turno a presenciar lo que a priori se nos antojaba como una experiencia lúdico-musical de lo más apetecible, y vaya si lo fue. Puestos a elegir, elegimos la primera noche, porque caía en sábado, básicamente, pero estoy 100% seguro que la gente que se anime a ir al cine hoy lunes, disfrutará tanto o más de la experiencia de ver como Metallica pulveriza el récord de asistencia logrado por Taylor Swift el pasado mes de abril. La disposición del escenario en el medio del lugar permitió a los de San Francisco llenar todos los asientos, con aproximadamente 100.000 fans el pasado 18 de agosto.
La banda, formada hace más de 40 años, ha vuelto a demostrar que aún pueden aportar la intensidad y cautivar a audiencias masivas en 2023. Sus canciones atemporales y su sonido inigualable han generado legiones de seguidores leales que acudieron con todas sus fuerzas al AT&T Stadium.
Una vez con nuestras posaderas en nuestras respectivas butacas, empezaba el show… la película, mejor dicho. No hace falta aclarar que, obviamente, no era en directo debido a la diferencia horaria existente entre Texas (GMT-5) y España (CEST). Había leído no sé dónde que el concierto duraba prácticamente tres horas, lo cual me sorprendió mucho.
Se apagaban las luces de la sala y la cosa empezaba de la peor manera posible: con casi media hora de imágenes aéreas de los asistentes sonriendo, gritando y haciendo cuernos a las cámaras que se paseaban por encima de sus cabezas mientras sonaba de fondo el clásico de AC/DC «It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock ‘N’ Roll)». Lo que yo pensaba que iban a ser cinco minutos de rednecks tejanos interactuando con la tecnología, se alagó tontamente, y fue entonces cuando las matemáticas, los números empezaron a cobrar sentido. Quitando la paja —estos minutos iniciales y los finales— entonces sí que nos acercamos a las dos horas de show que James, Lars, Kirk y Robert vienen ofreciendo durante esta gira.
En pleno año 2023, la pregunta/preocupación principal que un@ tiene cuando acude a un espectáculo de Metallica, es comprobar si la banda todavía tiene algo que ofrecer al respetable, o simplemente si no son más que una máquina de generar cantidades indecentes de dinero frente a una audiencia que pagará lo que sea para no sentirse tan viej@s. La respuesta, para mí, está cara: Metallica todavía tienen algo, llamadlo cómo queráis, y todavía pueden producir ese sonido tan Metallica y ofrecer un espectáculo 100% Metallica, lo que también incluye fills totalmente innecesarios y fuera de lugar de Lars Ulrich y dudosas reinterpretaciones de solos de guitarra por parte de Kirk Hammett. Tampoco creo que sea necesario recordar que los miembros de la banda tienen los 60 ya cumplidos o están a punto de hacerlo, y lo mismo sucede con sus audiencias, pues (casi) tod@s en el lugar, eran un poco-bastante mayores, y debido a que estaban rodeados de l@s suy@s, a nadie parecía importarle que las canas y las lorzas sustituyeran a la lozanía de cuando asistieron por primera vez a un espectáculo de Metallica, 25 o 30 años atrás.
Como mencionaba un poco más arriba, el concierto dura dos horas escasas, que para unos señores de 60 años está la mar de bien, pero como haters hay por todas partes, los hay que se quejan que, tal y como vienen haciendo en los últimos 20 años, sus shows son demasiado cortos, o al menos no son lo suficientemente largos para una banda con más de 40 años de carrera a sus espaldas. Su recital —milimétrico, estudiado y cautivador— se limitó a 16 canciones, que quizá no sean tus 16 canciones, pero algo que empieza con un temazo como «Creeping Death», mientras absolutamente todo se bañaba de una luz roja, no puede ser malo, ni tan siquiera dudoso. Tocaron solo tres canciones de su nuevo álbum, «Lux ÆTerna», «Too Far Gone?» y «Shadows Follow», que fue lanzado en abril. Su concierto programado para el domingo 20 de agosto por la noche cuenta con una lista de canciones diferente, así que si has ido hoy al cine, seguramente habrás podido escuchar «Enter Sandman» o «For Whom the Bell Tolls»… o no.
El líder indiscutible de la banda, el gran James Hetfield, todavía suena como James Hetfield. Pocos momentos en la música actual en directo pueden superar a Hetfield gritando a una entregada audiencia eso de «Yeeeeeaahhh!». Junto con Kirk Hammett, Robert Trujillo y Lars Ulrich, los cuatro crean un sonido que, a pesar de sus legiones de imitadores, es propio e incluso genuino. Desde el principio, Metallica hizo que tod@s l@s allí reunid@s se sintieran incluid@s en su actuación. Los miembros de la banda no dejaron de deambulaban por el escenario en ningún momento; bueno, todos menos Lars, que permanecía postrado tras su set, el cual abandonaba tras cada tema para hacer de sí mismo; qué rabia me da cuando se levanta para finalizar (casi) todos los temas golpeando su crash estando ya en pie. Ni eso hace bien. Por cierto, no sé si es novedoso o no, pero su Tama se mantiene escondida debajo del escenario y solo emerge unos minutos antes del inicio del espectáculo.
El programa del viernes (sábado aquí) comenzó con un ritmo nítido, pero faltaba intensidad. Faltaba algo. A pesar de la extenuante calor, la gente estaba sedienta de metal. No alcanzaron esa intensidad hasta la segunda mitad de su actuación, cuando Hammett y Trujillo improvisaron su ya clásico (y creo que algo ridículo) doodle. Los fans de la banda que aman esos solos de guitarra largos, emocionantes y palpitantes no se sintieron decepcionados. Aunque cada vez se decanten más por el heavy metal (cosas de la edad, supongo), todavía se puede percibir el aroma a metal en cada canción.
Uno de los momentos más emocionantes de la noche llegó cuando toda la banda se reunió en el escenario para interpretar una ardiente versión de «Orion», que obviamente dedicaron al gran Cliff Burton. De lagrimilla…
Después de «Nothing Else Matters», con una intro con un Hetfield sentado a solas en el escenario en un taburete, la banda ya tenía a los 100.000 espectadores comiendo de la palma de su mano y podía hacer con ell@s lo que quisieran, incluso cagarla, y en eso Ulrich es un maestro. No fueron pocas las veces en las que el técnico de sonido bajó el micro de su bombo, especialmente en los tramos en los que el doble pedal hacía acto de presencia. Pero esos momentos quedaban totalmente eclipsados por un setlist de ensueño: «Leper Messiah» (menudo temazo), «Welcome Home (Sanitarium)» o «Fuel», con sus ráfagas de fuego, provocan que te olvidaras de lo malo para centrarte en la excelencia.
A partir de «Sad but True», con un Trujillo recorriendo sobre una plataforma móvil parte del reciento, la fiesta y la interactuación con el respetable, no hicieron más que crecer. «¿Cuántas personas están aquí viendo a Metallica por primera vez?», preguntaba Hetfield a la audiencia, que respondió con una ovación inesperadamente grande. «Bienvenid@s a la familia Metallica. Esta es la familia que no encaja, pero en la que tú encajas perfectamente».
La banda cerró su show con las emocionantes y placenteras interpretaciones de dos de sus clásicos más clásicos, «Seek & Destroy», con lluvia de pelotas de playa gigantes decoradas con los colores de los taxis de Barcelona, y «Master of Puppets». Pero este no era el punto final de la película…
La (casi) media hora inicial viendo a gente saludando a las cámaras, se sustituyó al final del evento por otros tantos minutos de los miembros de la banda dando las gracias al respetable por haber ido a verles y, sobre todo, por un más que innecesario seguimiento de Kirk y Robert repartiendo millones de púas provenientes de unos vasos que parecían no tener fondo. Ni idea de cuántas llegaron a repartir, varios centenares, miles diría yo. La cuestión es que allí estábamos tod@s, todavía postrad@s en nuestras cómodas butacas, viéndoles repartir alegría en forma de pequeños triángulos de plástico, por si después salía algo más. Pero no, esto no es la Marvel y no valía la pena quedare hasta después de los créditos finales.
¿Experiencia necesaria? No, creo que no. ¿Nostálgica? Sí, por supuesto. ¿Volvería a repetir? No, seguramente no, pero eso mismo me dije a mí mismo cuando hace unos años salía de otro cine tras haber ido a ver S&M2…
Setlist:
Creeping Death
Harvester of Sorrow
Leper Messiah
King Nothing
Lux ÆTerna
Too Far Gone?
Welcome Home (Sanitarium)
Shadows Follow
Orion
Nothing Else Matters
Sad but True
The Day That Never Comes
Hardwired
Fuel
Seek & Destroy
Master of Puppets
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.