Metallica – Ride the Lightning (Especial 40º Aniversario): Las canciones

Seamos sincer@s: pocas obras han dejado una huella tan imborrable como Ride the Lightning (1984) de Metallica. Este álbum, lanzado hace hoy 40 años, no solo marcó un hito en la carrera de la banda, sino que también se convirtió en un punto de referencia crucial en la evolución del género en su conjunto. En este especial elaborado por la redacción de Science of Noise, nos adentramos en las profundidades de cada una de las canciones que componen esta obra maestra del metal, explorando su impacto cultural, su relevancia histórica y su legado perdurable en la música pesada.

Desde sus inicios, Metallica destacó por su enfoque agresivo y su habilidad para fusionar la velocidad del thrash con la melodía y la composición técnica. Ride the Lightning encapsula esta fórmula en su máxima expresión, llevando a l@s oyentes a un viaje frenético y emocionante a través de unas pistas llenas de intensidad y pasión.

Cada canción en este álbum es una pieza fundamental en el rompecabezas que es Metallica. Desde la apertura explosiva de «Fight Fire with Fire» hasta la épica y melódica «Fade to Black», pasando por himnos de la talla de «For Whom the Bell Tolls» y «Creeping Death», Ride the Lightning desafía las convenciones del metal tradicional, ofreciendo una experiencia auditiva que sigue resonando con fervor cuatro décadas después de su lanzamiento.

A través de este artículo, exploraremos cómo cada canción contribuye a la narrativa general de Ride the Lightning, examinando tanto su significado lírico como su impacto instrumental. Además, nos sumergiremos en el contexto histórico y cultural que rodea a este álbum, destacando su influencia en generaciones posteriores de músicos y su papel en la definición de los estándares del metal moderno.

Uníos a nosotr@s en este viaje de celebración y descubrimiento mientras honramos el legado de Ride the Lightning y su eterno poder para electrificar y emocionar a l@s amantes del metal en todo el mundo.

Las canciones

«Fight Fire with Fire» por Abel Marín

Con sus 4:44 minutos de duración ha sido una de las aperturas más cañeras que escuché en mi tierna adolescencia. Además hay que sumarle que se convirtió en la pesadilla de los que tuvieron que sufrirla en aquella época en la que ser fan de Metallica no era tan mainstream.

Con “Fight Fire with Fire” me ocurrió algo similar que con “Wheels of Fire” de Manowar. No me gustó para nada. Recuerdo que la primera vez que la escuché fue en un tronado radiocassette durante un turno de noche que acompañé a mi padre un viernes por la noche en la fábrica en la que trabajaba (anécdotas y recuerdos entrañables ajenas a cualquier inspección laboral). De esto han pasado ya más de 35 años. Aquel Abel que empezaba la adolescencia sintió que aquel ruido no iba con él, ¡qué equivocado estaba!, pues años más tarde intentaría colar alguna de las canciones de este disco en las fiestas de cumpleaños a las que acudí durante la época.

Anécdotas de abuelo cebolleta aparte, la candidez de la intro con guitarra acústica escrita e interpretada por Cliff Burton, contrasta con el caos sónico que se produce a continuación. La rabia con la que James escupe cada una de las frases junto con el veloz galope de la música es el contexto perfecto para la apocalíptica y antibelicista letra.

Siendo una de las canciones más veloces del disco, con un Lars sublime a la batería permitiéndose el lujo de mostrarse al galope despojado de música alrededo como si de un “Ace of Spades” se tratara. Además, a pesar de no aparecer en los créditos de la canción, se nota la influencia del sustituido Dave Mustaine en uno de mis solos favoritos de todo el disco. Por muy bien que lo hiciera, y lo sigue haciendo, el bueno de Kirk a las seis cuerdas, no es difícil de imaginar que algo rescatarían de las ebrias sesiones con el pelirrojo guitarrista.

Oficialmente, la composición corrió a cargo de unos Metallica sin la presencia de un Mustaine que un año más tarde se estrenaría con un Killing Is My Business… (1985) en la que «Last Rites / Love to Death» inicia con una intro clásica. ¿Similitudes? ¿Las ideas ya estarían acordadas antes de «la cordial invitación a dejar la banda»? Quien sabe, ya todos conocemos la eterna comparación entre ambas bandas, pero en esta ocasión me decanto por el trabajo del equipo de Papa Het.

Es por todo esto y por mucho más acumulado durante todos estos años, que ha sido, es y será una de mis canciones preferidas además de ser una de las mejores canciones para abrir un disco. Una lástima que la letra sea tan vigente.

«But what in the hell is this world coming to?»

«Ride the Lightning» por Aleix Besolí

En Ride the LightningMetallica empezaron a componer temas más largos, complejos y elaborados, y el primer ejemplo que nos encontramos es la pista título del disco. Ya desde los primeros golpes que acompañan esas guitarras agudas, cayendo como rayos y truenos, percibimos que estamos delante de una obra maestra. Cada riff que suena se te clava en la cabeza y solo hacen falta un par de escuchas para poder tararearlos, o cantar las líneas vocales de Hetfield. Ese quizás sea el motivo por el cual Metallica sobresalieron sobre las demás bandas de su quinta, casi todo lo que hacían era tremendamente recordable.

Reescucharla me hace también ver aún más el contraste entre unos jóvenes y brillantes Lars UlrichKirk Hammett y en lo que se han convertido a día de hoy. Hammett nos regala uno de sus mejores solos de guitarra, donde cada nota está bien encontrada, y que todos los que tocamos hemos intentado aprender alguna vez. Nada que ver con su papelón en los últimos dos discos de Metallica, donde todo le suena poco inspirado y de una calidad mediocre. Algo parecido le pasa a Ulrich. Aquí no para de meter detalles de batería que acompañan al tema, y aunque es verdad que destacan mucho, lo potencian en vez de hacerlo sufrir. A día de hoy, todos sabemos que es uno de los baterías más odiados, y en mi opinión con bastante razón, pues parece que ha ido perdiendo el gusto compositivo del que disfrutaba antaño.

Pero bueno, basta ya de hatear. La verdad es que entre tantas canciones geniales, «Ride the Lightning» puede pasar algo desapercibida a priori, pero enseguida nos damos cuenta de la magnitud de este temazo. Para acabar de hacerla redonda, tiene una letra tremenda que nos transmite los pensamientos de un reo a punto de ser ejecutado en la silla eléctrica. Recordamos ese magnífico estribillo que resuena por todo el recinto cada vez que la tocan en directo:

«Flash before my eyes
Now it’s time to die
Burning in my brain
I can feel the flame»

«For Whom the Bell Tolls» por Rubén de Haro

«For Whom the Bell Tolls» es una de las canciones más emblemáticas y reconocibles de Metallica. Lanzada como la tercer single de su segundo álbum de estudio, Ride the Lightning, en 1984, la canción se ha convertido en un himno para l@s fans del metal en todo el mundo. Su influencia ha sido tan significativa que ha sido interpretada en vivo más de 1.500 veces hasta el año 2024, demostrando su perdurable popularidad entre los seguidores de la banda.

La importancia de «For Whom the Bell Tolls» dentro de la discografía de Metallica radica en varios aspectos. En primer lugar, la canción representa un hito en la evolución del sonido de la banda. Su ritmo lento pero poderoso, combinado con riffs pesados y letras introspectivas, marcó una desviación notable del estilo más directo y agresivo de su álbum debut, Kill ‘Em All (1983). Esta canción muestra una mayor madurez musical y lírica por parte de Metallica, sentando las bases para el éxito y la innovación que caracterizarían sus álbumes posteriores.

El tema también destaca por su influencia en la escena del metal en general. Su ritmo distintivo, que combina una marcha lenta y mortal con momentos de intensidad explosiva, ha servido de inspiración para innumerables bandas y músicos en todo el mundo. La canción se ha convertido en un estándar del género, citada frecuentemente como una de las mejores creaciones del cuarteto de San Francisco y un ejemplo destacado de su capacidad para fusionar la agresión del metal con elementos melódicos y, por momentos, atmosféricos.

Además de su impacto musical, «For Whom the Bell Tolls» también ha dejado su huella en la cultura popular. Su inclusión en la película Zombieland (2009), donde se utiliza como fondo musical para la secuencia de apertura, ha contribuido a su reconocimiento y popularidad más allá de los círculos de la música metal. Esta asociación con la cultura pop ha ayudado a ampliar la audiencia de Metallica y a introducir su música a nuevos públicos. Un poco como lo que ha sucedido más recientemente entre «Master of Puppets» y Stranger Things, pero con bastante menos repercusión.

En cuanto a curiosidades, se puede mencionar que la canción toma su título de la novela homónima de Ernest Hemingway, que trata sobre la experiencia de un joven soldado durante la Guerra Civil Española. La letra de la canción refleja temas similares de guerra, soledad y mortalidad, estableciendo un paralelo entre la narrativa literaria y la expresión musical de Metallica. Además, la estructura única de la canción, con una larga introducción instrumental seguida de la entrada tardía de la voz de James Hetfield, ha sido elogiada por su dinamismo y su capacidad para mantener la atención del oyente a lo largo de la composición. A este respecto, permitidme un inciso: jamás, pero jamás de los jamases, escojáis este tema para ser interpretado en un karaoke, a no ser que sepáis con qué rellenar los más de dos minutos iniciales de introducción musical hasta que entra la voz del bueno de James. Me ha pasado, y no tuve más remedio que hacer caso a mi público y headbangear al grito de «¡Mueve la melena!».

Es por todo ello que me aventuro a asegurar que «For Whom the Bell Tolls» es una puta obra maestra musical. Su importancia dentro de la discografía de Metallica es innegable, y su legado perdura como uno de los logros más destacados de la banda en su larga, exitosa y espero que eterna carrera musical.

«Fade to Black» por Beto Lagarda

“Fade to Black” fue la primera canción del cuarteto mágico que forman “Welcome Home (Sanitarium)” (Master of Puppets, 1985), “One” (…and Justice for All, 1988) y The Unforgiven (Black Album, 1991). Cuatro canciones de estructura similar que han acabado formando parte del selecto grupo de las canciones más queridas de los seguidores de Metallica. Cuatro canciones que arrancan con una introducción acústica que vence en un riff pesado para después volver a la parte acústica, luego el mismo riff pesado, la canción continúa con los últimos versos acompañados de un riff más rápido y diferente al anterior, después, un solo de Kirk y un explosivo final, terminando la canción con un efecto de fade. En el videojuego Guitar Hero: Metallica, se le puso un final a la canción en vez de terminar con el efecto de fade.

Esta fue la primera power balad de Metallica y la primera vez que los más puristas dijeron que Metallica se estaba volviendo comercial. Hay varias curiosidades sobre “Fade to Black” que merecen ser contadas, la primera de ellas es que ésta era la canción que la banda estaba tocando en directo cuando James tubo su accidente pirotécnico en el estadio olímpico de Montreal. También fue la última canción que tocó Newsted antes de abandonar la banda. Su solo está dentro de los mejores 25 solos de todos los tiempos según la revista Guitar World. Ha sido tocada en directo más de 1..250 veces, muchas, aunque lejos de las dos más tocadas del disco, pues “Creeping Death” y “For Whom the Bell Tolls” se sitúan en la cima con más de 1600 interpretaciones en directo. Además, la banda Apocalyptica la tiene en su colección de canciones y también la tocan en directo a menudo. Otras versiones de bandas importantes serían la de Distrubed y la de Sonata Arctica.

La canción ocupa la cuarta posición en el disco y es la segunda con más reproducciones en las plataformas de streaming detrás de “For Whom the Bell Tolls”, tiene una duración de 6:57 segundos y esta compuesta por los cuatro miembros de la banda. Hay muchas versiones en vivo de la canción siendo posiblemente la de Live Shit: Binge & Purge (1993) la mejor y más conocida de ellas.

En cuanto a la temática, la letra de la canción habla sobre un hombre que se termina suicidando después de contemplar el mal que le rodea. La constante obsesión de James Hetfield y Lars Ulrich sobre la muerte en el momento de la composición del álbum pudo haber influido en la temática de la canción y a la del disco en general. Además, fue escrita poco después de que fuera robado en Boston todo el material musical del grupo musical, entre los que se encontraba un amplificador regalado a James Hetfield por su madre poco antes de que ésta muriera.

«Trapped Under Ice» por Biel Marín

Siendo esta la penúltima canción de popularidad en este Ride the Lightning, pudiera parecer que sería una de las canciones menos queridas por los fans de Metallica, y siendo sincero, fue un tema al que en su día no le presté la atención que se merece, pero creedme que no es el caso.

“Trapped Under Ice” presenta, en mi opinión, una de las canciones con mayor rabia que ha podido mostrarnos James en este Ride the Lightning, y posiblemente, en su discografía. Con una duración de 4:04 minutos nos presenta la canción más corta. 

Si tenemos que hablar de riffs en este discazo, claramente “Fight Fire with Fire” se lleva el premio al más agresivo y rápido, ¡pero este no se queda corto para NADA! Riffs pegadizos y rápidos, aunque en ciertos momentos melódicos, y al ritmo de la voz en el estribillo para que grites a pleno pulmón. 

Admito claramente que Lars no es un batería super técnico a la hora de tocar sus canciones y bien sabemos que las antiguas, actualmente, suponen un gran reto para él, pero hay que admitir que ha hecho ritmos muy buenos e icónicos en el mundo del metal. Aquí, personalmente, se refleja muy bien su trabajo a la percusión, con bastantes cambios a lo largo de la canción y una velocidad increíble, porque todos hoy en día podemos “saber mucho”, pero intenta aguantar este ritmo.

Kirk, en cambio, presenta, no uno sino tres solos en todo este trayecto de poco más de cuatro minutos de canción, ya con su característico e inseparable “waaah” y esa velocidad que llegan a atrapar tanto a los que nos gustan los clásicos como a los nuevos fans de la banda.

«Escape» por Xavier Garriga Giol

Hace poco más de un lustro, con motivo de colaborar en un excepcional y revelador reportaje titulado Qué significa Metallica para la redacción de Science of Noise, escogí el tema «Fade to Black» de Ride the Lightning para diseccionarlo a mi manera y, al mismo tiempo, narrar algunos de mis determinantes recuerdos relacionados con el legado musical de la formación clásica (la que incluía al malogrado Cliff Burton, que nos dejó trágica e inesperadamente el 27 de septiembre de 1986) de los aún denominados reyes del thrash metal. Curiosamente, releyendo aquel amplio análisis retrospectivo, me sorprende que ni yo ni ninguno de mis compañeros escritores optáramos por cualquier composición del imbatible Master of Puppets (en mi caso, supongo que tuve enormes dudas, dado el impacto que me causó el trascendental tercer álbum del cuarteto).

Esta vez, mi elección ha sido del todo fácil, porque cuando pedí participar en el presente artículo conmemorativo del 40º Aniversario de la publicación del plástico de la silla eléctrica, únicamente quedaban dos opciones: la antes citada atípica power ballad sobre el suicidio y el corte número seis de dicho LP. Por supuesto, ¡no me gusta repetirme!

Para empezar y como hecho relevante, la canción «Escape», firmada por Lars Ulrich, Kirk Hammett y James Hetfield, es odiada desde el primer día por uno de sus autores. ¿Adivináis por quién? Las razones principales de esta confesada animadversión son que la pieza en cuestión fue creada y grabada en el estudio casi a última hora para completar un repertorio bien acabado y que, como remate, fue concebida con una deliberada intención comercial, pese a que a la postre no fue editada como single. Esto ha provocado que, durante su larga trayectoria, el grupo (de mutuo acuerdo o por imposición de uno de sus miembros) solamente la haya interpretado en directo entera en una ocasión, concretamente el sábado 23 de junio de 2012 en Atlantic City, New Jersey.

Otro dato en su contra, no a mi modo de ver, es su posición en el vinilo original, o sea medio eclipsada por un par de salvajadas: «Trapped Under Ice», idónea apertura de la cara B, y «Creeping Death», uno de los cuatro inmortales hits («For Whom the Bell Tolls», el homónimo «Ride the Lightning» y, evidentemente, el destacado «Fundido a negro» serían los tres restantes) del crucial redondo.

Para mí, en cambio, «Escape» encaja perfectamente en el diseño global de la consistente obra, tanto por su letra (la libertad personal bajo el yugo de la sumisión social, simbolizada por el martillo y las malditas cadenas), como por su estructura estilística (la exploración de nuevos terrenos sonoros), como por su función de desengrasante melódico (incluso con el oportuno añadido de una sirena de prisión en el gradual desvanecimiento final).  

Ahora sería el momento de coronar esta reseña con varias de mis anécdotas o batallitas de aquella lejana época, pero para no caer en controvertidas comparaciones entre el glorioso pasado y la fútil actualidad de la totémica banda norteamericana (aunque las malas lenguas aseguran que sus recientes conciertos, el 12 y el 14 de julio en el estadio Cívitas Metropolitano de Madrid, fueron despampanantes), las contaré en un futuro relato…

«Creeping Death» por Xavi Prat

Difícil elección. Para mí, este es el mejor disco de los americanos, y si tenemos en cuenta que los cinco primeros álbumes de su discografía son de 10 sobre 10, es decir mucho. Decía «difícil elección» porque canciones como «Fade to Black» o «For Whom the Bell Tolls» se cuentan entre mis favoritas, pero al final me decido por la tralla y escojo uno de los grandes clásicos de Metallica.

Creo que el tema es una gran definición de lo que es el thrash metalriffs endiablados, cambios interesantes, una velocidad grande (es el tema más rápido de la banda), una voz que corta como un cuchillo japonés y cierta dosis de melodía que la hace tremendamente interesante. El tema, compuesto por los cuatro integrantes de la banda, fue el segundo single, cosa que ya denota su importancia en el disco, y habla de una de las plagas de Egipto, la llamada muerte de los primogénitos.

Es el segundo tema más tocado en directo tras «Master of Puppets», y durante mucho tiempo ha servido para abrir sus bolos, y tiene la curiosidad de los coros, en los que primeros Burton y después, en directo Newsted, debían demostrar que estaban a la altura. La parte en la que se canta «Die by my hand» es, sencillamente, sublime. Tanto, que hacen de «Creeping Death» el primer gran himno de los americanos. ¡Felices 40 y por muchos más!

«The Call of Ktulu» por Albert Vila

Como bien he explicado decenas de veces en estas páginas, mi primera gran banda de referencia cuando era un mocoso adolescenete imberbe recién entrado en el fascinante mundillo del metal fueron Metallica. Para mí sus cinco primeros discos eran como las tablas de Moisés, y durante un más o menos generoso espacio de tiempo los escuchaba en bucle mientras acumulaba libros, vídeos, bootlegs de calidad dudosa y obsesión con todo aquello que tuviera que ver con los cuatro jinetes (entonces) de negro. Mi compañero de pupitre en primero de BUP (al que al pobre mataba a chapas sobre las aventuras de JamesLars y compañía) o mis abnegados padres, que se chuparon la discografía entera de los californianos en un viaje a Andorra que coincidía con el día de mi decimoquinto cumpleaños (y por ello, me permitieron ser amo del hilo musical), son pacientes testigos de ello.

Curiosamente, y a pesar de mi enfermiza fijación, ahora mismo no recuerdo muy bien el orden en el que esos primeros cinco discos llegaron a mi vida. Con el tiempo me los acabé comprando inevitablemente todos, pero en ese momento recuerdo tan solo poseer el Black Album en CD y este Ride the Lightning en un cassette original. El cánon del momento decía que Master of Puppets era su gran obra maestra (y menudo discarral, por supuesto), pero poco a poco mi favoritismo acabó decantándose hacia Ride the Lightning, un álbum que navegaba en un punto medio entre la veloz suciedad de Kill ‘em All y la pulida perfección de su sucesor.

Porque Ride the Lightning tiene un poco de todo, desde trallazos como «Fight Fire with Fire» o «Creeping Death» (en su momento, mi canción predilecta de la banda sin ninguna duda) a himnos más lentos como «For Whom the Bell Tolls» y a fondo de armario top como el tema título o las infravaloradas «Trapped Under Ice» o «Escape». También iba a introducir dos tendencias que se repetirían ritualmente en sus próximos discos: el primero fue meter una balada como «Fade to Black» en el último corte de la cara A (más tarde vinieron «Welcome Home (Sanitarium)», «One» y «The Unforgiven»). Y el segundo, poner una instrumental épica hacia el final del disco.

Es cierto que Kill ‘Em All ya contenía «Pulling Teeth», pero ni su espíritu ni su ejecución pueden compararse con lo que iban a ser «Orion», «To Live Is to Die» o la que lo empezó todo: «The Call of Ktulu». Inspirada en el famoso monstruo del universo Lovecraft y escrita originalmente por el cuarteto Hetfield / Ulrich / Mustaine / Burton, esta epopeya épica de casi nueve minutos que sirvió de referencia a tantas y tantas baladas thrasheras de los ochenta y noventa empieza con un dulce y bonito fraseo de guitarra que se alarga y crece en intensidad durante un minuto y medio, momento en que la distorsión echa la puerta abajo para avasallarnos a base de wha-whas en el bajo (una costumbre muy de Burton) y un riff pegadizo y punzante que, una vez más, crece y evoluciona sin prisa pero sin pausa durante el par de minutos siguientes.

La guitarra de Kirk Hammett toma entonces protagonismo gracias a un punteo genial y a un largo solo casi psicodélico para sobrepasar el ecuador de la canción y darle un puntapié al tempo, que ahora pasa a convertirse en más machacón y opresivo. Resulta fascinante ver como nada cambia sustancialmente ni en el espíritu ni en la sucesión de notas utilizadas durante los siete primeros minutos que dura la canción, pero aún así no se hace para nada pesado. A partir de ahí, la canción se para momentáneamente con unos breaks poderosos que abren paso al fraseo que ya habíamos escuchado ocho minutos atrás, acabado con unos redobles de batería que ponen el punto y final al tema y al disco por todo lo alto.

Como curiosidad, decir que originalmente esta canción iba a llamarse «When Hell Freezes Over», y fue Cliff Burton, gran fan de Lovecraft, quién sugirió el cambio de nombre. Por cierto, el grafismo correcto debería ser «Cthulhu», pero el propio escritor estadounidense advirtió que escribir su nombre podría invocar la presencia del monstruo, así que en un supersticioso ejercicio de prudencia que luego repetiría la banda barcelonesa del mismo nombre, decidieron escribirlo con «K» y obviando ambas haches: Ktulu.

Mención aparte merece la espectacular versión de esta canción con la que abren Symphonica & Metallica, en mi opinión una de las adaptaciones más conseguidas de todo ese disco (un disco del que ya hablaremos otro día, pero que en mi opinión alterna obras maestras con pegotes inexplicables).

Al revés que muchas otras bandas, Metallica son bien conocidos por hacer múltiples cambios en su setlist de noche a noche y de gira a gira, de manera que habrá bien pocas canciones no hayan tocado nunca en directo. «The Call of Ktulu» ha sido interpretada poco más de un centenar de veces (la última, hace bien pocos días en el Metropolitano madrileño). Eso la sitúa como la canción número 62, y la sexta de Ride the Lightning, superando solo a los patitos feos «Trapped Under Ice» y «Escape» (que, ojo, sólo han tocado una vez).

Un temazo que inició toda una estirpe de grandes canciones instrumentales y una piedra imprescindible en la construcción del mito que tanto entonces como hoy han sido Metallica. Muchas felicidades, Ride the Lightning, y que podamos escucharte muchos años más.

Avatar
Sobre Redacción Science of Noise 287 Artículos
Revista web donde encontrarás desde lo más cercano a lo más lejano. Rock, metal y punk llevado con pasión.