Si mucho tiempo se tomó el gran guitarrista Michael Romeo para desarrollar su segundo disco en solitario tras su debut en 1994 con The Dark Chapter, ahora la cosa va bastante más fluida. En menos de cuatro años ya tenemos la segunda parte en la que la principal novedad es la inclusión a las voces de un Dino Jelusick que da la sensación que lo abarca todo. Junto a Ronnie Romero me parece que estamos ante uno de los mejores vocalistas posibles dentro del género de hard rock.
Romeo, estudiante de Berklee y excepcional guitarrista capaz de dirigir con clase y sabiduría Symphony X ha decidido aprovechar los parones como hacen sus compañeros Russell Allen en la Trans-Siberian Orchestra y Michael LePond con sus Silent Assassins. Lo que más destaca de este trabajo es el caudal de ideas en unas canciones mucho más directas que las de su banda madre, pero que mantienen la calidad de la que siempre ha hecho gala.
Aquí hay una sabia combinación de bandas sonoras de acción, orquestaciones, metal progresivo, hard rock e incluso música clásica. Supera de verdad su anterior obra y lo hace básicamente porque ha tenido un año entero para ir trabajando, y es que la pandemia ha dado a todo músico unos extras jamás imaginados. De todas formas, mucho de este material, inspirado en la novela de HG Wells, ya estaba compuesto cuando firmó su primera entrega.
En el disco hay introducciones y temas de enlace, todos instrumentales, que dan consistencia e hilvanan la idea de su creador. Son temas tan trabajados en los que la guitarra de Romeo tiene cancha para desarrollar su calidad y velocidad, siempre bien arropado por los teclados. “Intro” tiene toda la opulencia de muchos de los discos de Symphony X, desembocando en la trepidante e inspirada “Divide & Conquer” en la que Jelusick da grandes muestras de calidad y deja patente el por qué se ha contado con él para esta obra. Y el solo es tremendo…
Probablemente si hay un tema que rezuma Symphony X por los cuatro lados esa es “Destroyer”, y especialmente en el final, puesto que conecta con esos discos más clásicos y celebrados de los X. La verdad es que hay un gran trabajo de equipo, pero se deja cancha a que todos participen y tengan su lucimiento técnico. La música da para ello a pesar de que las canciones son lo principal aquí. Eso mismo sucede en “Metamorphosis”, con voces dobladas y un puente muy juguetón en lo vocal, con un Dino que está de cine.
Una de las joyas del disco es “Just Before the Dawn”, un medio tiempo trabajadísimo con gran lucimiento vocal y sobrado de clase. En “Hybrids” parece que cante Roy Khan, pero es que el vocalista eslavo Jelusick es todo un fuera de serie. Otro medio intenso muy intenso y con gran lucimiento de la base rítmica. Pero vuelve a ser Romeo a base de tappings y del estilo legato que vuelve a ponerle el extra al tema.
“Hunted” es uno de los mencionados cortes de enlace, muy cinematográfico. Es un poco como si a la banda sonora de Terminator le pones la infalible guitarra del maestro y lo integras todo con total precisión en la composición. Otra más corta, pero con mucha acentuación en las caídas de bombo es “Mothership”. Es absolutamente maquinal y mezcla la banda sonora con esos teclados orquestados 100% Symphony X.
Entonces entramos en una de las piezas clave, la monumental y extensa “Maschinenmensch” elevándose hasta los nueve minutos y siendo realmente próxima a Symphony X. Poco le podemos hacer puesto que Romeo es Romeo y es su forma de componer. Juegos de cumbres y valles, pero sin llegar a recargar de estructuras cambiantes. La potencia de esa base rítmica formada por John «JD» DeServio y John Macaluso de verdad que es una locomotora. Hay también un muestrario de riffs metálicos bien enlazados y esos teclados envolventes también en manos de Michael.
Una de las cartas ganadoras es “Parasite” en la que Dino rasga su garganta jugando con los rasgados y es el tema más agresivo del disco, aunque, obviamente, deambula también por un estribillo en limpio, muy logrado y efectivo. Otro posible single en potencia. Y terminando con la tríada de temas similares hay la outro final que es “Brave New World”. Aquí hay unos dejes mucho más tristes con esos violines, pero vuelven a asomar los ritmos maquinales, aderezados por multitud de coros que quedan perfectos como el gran final.
Yendo a los temas extra la primera es “Alien Death Ray”, una instrumental muy en la línea de Symphony X, con esos teclados futuristas y un enorme poso de música clásica en una estructura solemne y con gran protagonismo para la batería de John Macaluso. La otra es “Perfect Weapon”. Extenso tema con voces y cambios de estructura en los más de siete minutos. Está de extra, pero bien podría haber entrado en el disco.
Michael Romeo ha tenido tiempo de sobras para poder trabajar en esta segunda parte y la veo superior a la primera, y eso que ese primer ejercicio también era potente. El hecho de que Dino Jelusick esté en el disco lo hace realmente especial y hay temas muy variados y juegos de electrónica, orquesta, metal progresivo y bandas sonoras de películas de acción. Es un disco adictivo y logrado y siento que todavía tengo que escucharlo bastantes veces más pues hay para profundizar y divertirse a lo grande.