Tengo una estima muy especial para un tipo como Mike Tramp y he podido incluso verle un par de veces en directo, en acústico y en eléctrico. Y a pesar de que siempre ofrece cosas interesantes hay un par de certezas en su carrera: una es que por lo que pasará a la historia (y lo que la gente quiere de él) son sus canciones con White Lion. La otra es que el tiempo pasa y que su voz ha cambiado con el paso de los años. Por lo que si unimos ambas cositas tenemos como resultado este disco en el que el vocalista del león blanco adapta a sus tesituras vocales algunas de las canciones imprescindibles que en su día compuso junto a Vito Bratta.
Obviamente todos tenemos en mente cómo sonaba y cómo tiene que sonar una pieza del tamaño de “Lady of the Valley”, pero no queda mal con este lavado de cara que le aplica el danés. Atención especial a ese solazo de Marcus Nand y a esos tramos acústicos. La batería es muy cálida y hay arreglos nuevos más sencillos y directos que en la inmortal pieza ochentera. “Little Fighter” es una de las canciones más recordadas del Big Game y en esta sí que diría que pierde bastante con la original a pesar de que Tramp consigue mantener perfectamente su clase en el tema.
“Broken Heart” es uno de los baladones del grupo. Aquí la desmarca bastante de lo que es la power ballad, empieza con acústicas y luego la electrifica sonando todo realmente bien. “Love Don’t Come Easy” es harina de otro costal pues por momentos llega a sonar a U2, algo que aborrezco especialmente a pesar de que el tema siempre me ha gustado. “Hungry” está más domada y el heavy metal más de primera línea pierde fuelle en pos de algo más elegante y con una guitarra realmente detallista, rápida y lucida por parte de Nand.
“Cry for Freedom” cerraba el Big Game a lo grande. Aquí es un tema más directo, gentileza de la producción de nuestro protagonista y de Soren Andersen. La batería de Alan Tschicaja va cargada con mucho reverb y los teclados de Sebastian Groset son los auténticos motores de la canción envolviendo el tema que ha quedado algo apagado, pero sincero. Más positiva y pegadiza ha quedado “Going Home Tonight”. El solo parece que se vaya de tono y está realmente alto en un corte desenfadado con el eficaz y preciso bajo de Claus Langeskov.
Palabras mayores en “Wait”, uno de los temas que más célebres les hizo en ese segundo disco que les puso en el mapa a mediados de los 80. El tema está simplificado, respira de otra forma, es más directa y natural. La verdad es que hay una pátina de actualidad que quizá algunos temas necesitaban debido a esas producciones de época. Llegamos a “All the Fallen” que mantiene la fuerza y los retazos metaleros además de un teclado muy solemne en los arreglos. Mantiene el tipo con la entretenida “Living on the Edge” que ha quedado muy en la línea de lo que es el disco.
Terminamos con los dos últimos temas, primero con “Tell Me”, una de las piezas destacadas de su segunda obra. Digamos que queda algo diluida entre lo que es el álbum, que finaliza con la imprescindible “When the Children Cry”. Es un tema que he llegado a escuchar de hilo musical en el metro de Barcelona, así que imaginad el calado que posee. Todo ha sido reducido a lo básico: un ejercicio de voz, piano, arreglos de teclado y el bajo repuntando. Bonita versión, pero lejos de esa empalagosa y sentida canción que nos enamoró en los 80. Afortunadamente se mantiene el solo de guitarra.
Si tengo que quejarme de algo es que no se hayan incluido temas tan emblemáticos como “El Salvador” o “Lonely Nights”, pero ya se intuye que habrá una segunda entrega y se guarda algunas balas para que luzca esa segunda entrega. Actualmente Tramp ha estado por Alemania con el Rock Meets Classic al lado de grandes nombres de la escena rock y compartiendo habitación con Ronnie Romero. Está preparando una gira por Estados Unidos para presentar el disco, así que nos tocará esperar a que vuelva a nuestras ciudades. Las cancines sonarán así, de eso sirve este disco.