Lo acontecido ayer por la noche en el Palau Sant Jordi de la mano de Pearl Jam tiene múltiples palabras para describirlo: emocionante, sublime, majestuoso, mayúsculo, histórico, soberbio… Pero yo me quedo con apoteósico. A Pearl Jam los había visto anteriormente en la gira de Binaural (2000) hace casi veinte años ya, en un concierto que me dejó un poco frío. Un sonido regulero y Eddie & Co, quizá, un poco apáticos. Pero lo de ayer no tiene parangón.
Una banda en estado de gracia, Eddie cantando como siempre (increíblemente bien), Stone y Mike perfectos a las guitarras y Jeff y Matt marcando el ritmo como metrónomos. Boom y su teclado acometiendo tema a tema perfectamente. Un sonido a la altura de lo que se merecen, potente y claro, y un montaje escénico trabajado y efectista pero tirando a austero.
El Sant Jordi, sold out. Y con ganas de los de Seattle.
Solo Pearl Jam puede iniciar un concierto con una cara B de un EP. “The Long Road” de Merkin Ball (1995) fue la encargada de abrir un recital que quedará en los anales de la historia del rock de la Ciudad Condal. Si había dudas, se disiparon a los diez minutos del inicio.
Homenaje al fan mexicano fallecido en una operación y que tenía entrada para el show de Barcelona con “Oceans”, alusiones a Trump: “Even Flow”, a la igualdad entre hombres y mujeres “Daughter”… En fin, un cancionero solo al alcance de muy pocos…. Cayeron “Alive”, “Black”, “Jeremy”, “Porch”, “Better Man”, “State of Love and Trust”, “Once”, “Smile”, “Rearviewmirror”. Combinadas con otras piezas menos conocidas, o con menos reconocimiento, como “Light Years”, “Ghost”, “Mind Your Manners” o “Come Back”.
Cerraron el concierto, con “Baba O’Riley” de The Who y con la tradicional “Yellow Ledbetter”.
Con el repertorio desplegado no hay más que entregar las armas, tus emociones y rendirte a la evidencia: son una de las bandas de rock más grandes de todos los tiempos. Muy pocos pueden ni acercarse a lo que significa Pearl Jam. Portavoces de una generación, altas cotas de calidad, intensidad y carisma. Sencillez y comunicación. Aunar grandeza e intimidad en un concierto en el Sant Jordi está al alcance de muy pocos, me atrevería a decir que solo a su alcance.
Me cuesta emocionarme en los conciertos… ayer sentí una pulsión especial. Se me saltaron las lágrimas un par de veces. Síntomas de una actuación memorable o, bien, de que me hago mayor. Pero realmente, fue una gozada presenciar esas dos horas y media largas y los treinta temas. Fue de lo más maravilloso que me ha pasado nunca viendo música en directo.
Long live to Rock and Roll, Long live to Pearl Jam.
Sant Boi-Barcelona-Arenys de Mar. Padre y Metalhead. Desbordado por tanta música que escuchar y poco tiempo para disfrutarla. En el Universo solo hay dos cosas claras: In vino veritas y Metallica es la banda más grande de todos los tiempos (quizás solo una sea cierta, y no tenga que ver con la verdad). Death, black, doom, sludge, hardcore, thrash… a menudo: pop, rock, indie, electrónica, hip hop… en resumen, la música es mi pasión.