¿Altars of Madness (1989) o Blessed Are the Sick (1991)? El eterno debate entre los fans y seguidores de Morbid Angel, ¿cuál es tu preferido? Durante muchos años consideré el primero EL DISCO top de Morbid, pero ahora que soy un poco más sibarita y tengo otra visión del mundo, la cosa ha cambiado y afirmo que Blessed Are the Sick es superior.
Si bien puedo hacer esta afirmación, no voy a desconsiderar Altars of Madness ni por asomo. El debut de Morbid Angel es uno de los discos capitales del death metal y del metal extremo global. Es un disco que acaba por golpearte tan duro que cuesta levantarse sin magulladuras. Es un trabajo colosal. Altars of Madness redefinió un death metal aún en desarrollo, introduciendo un nivel de precisión, intensidad y oscuridad genuina que no se había alcanzado antes y que rara vez se alcanzaría a partir de entonces.
Los cuatro ángeles mórbidos sabían de sobras que no serían capaces ni tan siquiera de igualar la papeleta y apostaron fuerte por el caballo ganador. Apostaron a ciegas, eso sí, pero les salió más que bien. Blessed Are the Sick es la respuesta perfecta a un debut acojonante.
Más oscuro, más duro, más extremo, más violento, más cohesivo. Impensable respuesta de unos jóvenes que demostraron estar un paso por delante del resto. Trey Azaghoth se destapa como uno de los más virtuosos creadores de riffs y solos del death metal. Pete Sandoval aborda por completo el death metal abandonando la esencia más thrasher de su debut. Las voces de David Vincent son más bajas y más cavernosas. Blessed Are the Sick contiene una amalgama de riffs inconexos y retorcidos que sincronizan entre ellos con una asombrosa facilidad, y el sustento de la base rítmica que ofrecen David y Pete es de escándalo.
El disco contiene un sonido mucho más grave pero más limpio. La velocidad mengua a favor de una tremenda oscuridad. La banda abandona en parte la esencia retorcida para ofrecer una versión más pesada de su manera de entender el death metal. Dicen que el disco fue dedicado a Mozart, una conexión que no me sorprende, pues en Blessed Are the Sick estos músicos nos demuestran que su capacidad de composición es soberbia. El ocultismo y Lovecraft son la temática que sobrevuela en el disco.
Y en cuanto a la magnífica y censurada porta del disco, tenemos la representación de la obra del artista belga Jean Delville titulada Les trésors de Satan. Ésta fue una de las primera pinturas revolucionarias de Delville y una de sus más importantes obras.
Aquí Delville representa a Satanás como una figura bastante atractiva, cautivadora, poderosa y seductora, que arrastra a la desventurada masa de hombres y mujeres a su guarida submarina. Es significativo que las figuras no estén en un estado de dolor o agonía, como suele ser el caso en las representaciones occidentales del inframundo de Satanás. Aquí parecen estar en un estado de ensueño y dicha, inconscientes de sus vidas y del valor de la realidad espiritual de su existencia, y sucumbiendo, más bien, por completo a la tentación del oro y el placer sensual; en otras palabras, la codicia material y el sensualismo que Delville vio como una trampa y una desviación catastrófica del verdadero objetivo de la humanidad, que es espiritualizar el propio ser y entrar en el reino superior de la conciencia y la bienaventuranza espiritual, al que se refirió como el «Ideal».
Blessed Are the Sick consta de 13 cortes en 40 minutos. En él encontramos unos temas antiguos reacondicionados -los largos-, y un nuevo material diseñado en este nuevo entorno – los cortos-. Lo mejor de esta mezcla es que todo suena cohesivo, podemos saltar de “Day of Suffering” con sus 1:54 a “Blessed Are the Sick / Leading the Rats” de casi cinco con la sensación de estar dentro de un ente con vida propia más allá de un salto entre temas.
Otro de los aciertos más considerables del disco es la adhesión de interludios ambientales y acústicos más allá de la típica introducción, que de hecho es la menos melódica de ellas. Tenemos una canción acústica titulada “Desolate Ways” o el inesperado cierre “In Remembrance”.
En cuanto a highlights, “Fall from Grave” se presenta como apertura a una de las mejores canciones del plástico y posiblemente de la carrera de los de Tampa. Se trata de una especie de medio tiempo lleno de oscuridad y pasajes tenebrosos. Una canción atípica para abrir el disco pero con ella la banda se presenta con estas nuevas ideas, gusten o no, ellos eran los amos de su destino.
«Brainstorm» nos sacude las entrañas a base de death metal rápido, complejo y disfuncional. Cortes, cambios repentinos, solos maléficos… un temazo. “Rebel Lands” suena muy malvada con un doble trabajo magnífico de guitarra y sobre todo de Pete Sandoval con la batería. “Day of Suffering” es una canción corta pero con una técnica exquisita. Las letras anticristianas aportan un plus de oscuridad magnífica.
«Blessed Are The Sick / Leading the Rats» es otra de las canciones más impolutas de la carrera de Morbid Angel. Death metal bajado de revoluciones sin caer en el mundo doom. Oscuridad y maldad en estado puro. «Thy Kingdom Come» que proviene de su primera demo nos devuelve a las esencias de Altars of Madness. Una de las joyas del disco.
«Unholy Blasphemies» tampoco afloja en nada, ni velocidad, ni violencia. Dos minutos y poco que acaban por volarte la tapa de los sesos a base de solos endiablados y batería electrizante. «Abominations» es otra canción macabra en todos los aspectos, contrastes épicos, riffs agonizantes, pesadez inmunda. Y por último tenemos “The Ancient Ones”, otra canción rescatada de las demos con potencial innato.
Con todo esto y tras repasar varias veces Blessed Are the Sick, vuelvo a afirmar que éste es superior a Altars of Madness. El nivel de los artistas, la capacidad de oscurecer la propuesta y romper un estilo que ya habían perfeccionado con su debut nos muestra que este cuarteto de artistas tenia muy bien asentada la cabeza y sus ganas de innovar no pesaron tras debutar con un disco grandioso.