«I want the world to know that Mother Love Bone is coming to take over the world.»
Con estas palabras definía el genio de Andrew Wood (1966 – 1990) las ganas que tenía de comerse el mundo, un mundo del cual nos fue arrebatado demasiado pronto.
Su nombre quizá sea el menos conocido de todo el panorama grunge, pero estoy seguro que has escuchado composiciones suyas sin saberlo, ideas que han salido de una cabeza tremendamente repleta de unas ideas brillantes y maravillosas. Wood se convirtió en un elemento pivotal dentro de la creciente escena alternativa de Seattle, gracias a bandas como Malfunkshun y, más tarde, nuestros protagonistas de hoy.
Mother Love Bone fue (es) una banda de rock que se formó en Seattle en 1987. La banda estuvo en activo solo durante tres años. La personalidad y las composiciones de su extravagante frontman Andrew Wood ayudaron a catapultar al grupo a la cima de la floreciente escena musical de Seattle de finales de los 80 y principios de los 90. Él era la antítesis de lo que era un líder de una banda de Seattle, ya que modelaba su apariencia y estilo vocal siguiendo el estilo de artistas como Freddie Mercury, Paul Stanley y Marc Bolan. Pero, aunque la banda tenía algunas similitudes con la floreciente escena glam, su sonido era más duro y estaba más arraigado en el rock más clásico.
Es difícil no exagerar al decir lo diferente que sería la música rock en el año 2019 si este quinteto hubiera podido hacer un segundo álbum. Recordemos que este Shine (1989) no es más que una primera apuesta, una puesta de largo en formato EP, de lo que luego sería el álbum debut de la banda, Apple (1990). Su combinación de grunge y de glam, de camisas de cuadros y de máscara de pestañas, era como una predicción, como una señal que nos estaba indicando hacia dónde tenía intención de evolucionar el hair metal, que a inicios de los 90 estaba ya empezando a dar sus primeros coletazos. Andrew Wood, poseedor de un aullido inimitable («Gentle Groove», minuto 3:03, tema incluido en Apple), transformó el tenso y estilizado rock de sus compañeros de banda en himnos que supuraban purpurina. Wood murió de una sobredosis de heroína justo cuando Apple estaba a punto de ser lanzado, y la banda se separó. El guitarrista Stone Gossard y el bajista Jeff Ament formaron Pearl Jam, cuya versión caótica del grunge transformó el panorama musical solo un año más tarde. Parece mentira, pero esta es una verdad como un templo, que fuera la muerte de un tipo como Andrew, que tenía todos los números para convertirse en uno de los mitos más grandes del rock más contemporáneo, la que viera nacer a Pearl Jam la que, probablemente, sea la mejor y más grande banda de rock de los últimos 30 años.
Y, tras su muerte, el legado. Poco después de la muerte de Wood, Chris Cornell escribió dos canciones, «Reach Down» y «Say Hello 2 Heaven», en homenaje a su difunto amigo. Posteriormente, Cornell contactó con Gossard y Ament para lanzar las canciones como singles antes de colaborar en un álbum. Tras contactar con el batería Matt Cameron, con el futuro guitarrista de Pearl Jam Mike McCready y también con su futuro cantante, Eddie Vedder, formaron Temple of the Dog en 1990 para rendir tributo a Wood, lanzando un álbum homónimo en 1991. Alice in Chains dedicó su álbum debut Facelift (1990) a Wood, y la canción «Would?», incluida en su segundo álbum Dirt (1992) y en la banda sonora de la película Singles (1992), fue escrita a modo de oda a Wood.
Yo diría que Shine está ultra-mega descatalogado, y que la única oportunidad que uno tiene de hacerse con éste es adquiriendo el recopilatorio que The Island Def Jam Music Group publicó en 1992, que contiene Apple, Shine y un CD extra con un par de temas inéditos, «Capricorn Sister» y «Lady Godiva Blues». Si escuchas este recopilatorio del tirón, lo primero que notarás es que las piezas más duras y pesadas son, precisamente las de la sección de Shine (temas 14 a 16), aunque no suenen tan pesadas si las comparamos con los temas de otras bandas de grunge. La línea de bajo de Ament al inicio de «Thru Fade Away» realmente marca la pauta para lo que vendrá después, cuando Gossard y Fairweather nos regalan unos riffs basatante hardrockeros, y la voz de Wood toma un tono más áspero. El contenido lírico sigue siendo alegre, pero las raíces del grunge, cuyas letras destacan por su desencanto y apatía, se muestran en Shine. «Mind Shaker Meltdown» y «Half Ass Monkey Boy» continúan mezclando las letras humorísticas con sucios riffs típicos del hard rock. El álbum finaliza con la balada «Chloe Dancer / Crown of Thorns», que suena bastante similar a una balada típica de Poison o Guns N’ Roses; incluso la voz de Wood puede recordar tímidamente a la de W. Axl Rose, por no hablar de esa intro a piano tan «November Rain». Como uno puede percibir al leer el título, la canción combina la letra de «Chloe Dancer» con la de «Crown of Thorns», lo que es bueno, ya que esta segunda es un temarral (antémico y atemporal) como pocos. Una excelente canción que deberías escuchar en bucle media hora… mínimo. La única pega que le pongo a este trabajo es ese maldito sonido de crash que se repite a lo largo de toda «Capricorn Sister», que inteligentemente se encargaron de corregir en la versión contenida en Apple. Por lo de más, es una gratísima sorpresa. Hard rock en estado puro.
No puedo mostrar el suficiente respeto por este enorme mini trabajo. Esta obra podría estar a la altura de otros grandes del grunge como Ten (1991), Dirt (1992) y Badmotorfinger (1991), pero es un trabajo tan único que es difícil de comparar con cualquier otra cosa. Esto es un puto clásico, el inicio de muchas cosas, y me temo que es un álbum que ha sido tristemente olvidado y, quizá, hasta subestimado.
Es muy trágico que Andrew Wood no haya podido ganar la popularidad que sí han logrado sus amigos y compañeros, pero una cosa es cierta: su muerte fue la responsable de encender el fusible que encendió algunos de los actos más importantes de los 90.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.