Motörhead – Iron Fist: 40º Aniversario de la vuelta a la realidad tras ser número 1 en Inglaterra

Ficha técnica

Publicado el 17 de abril de 1982
Discográfica: Bronze Records
 
Componentes:
Lemmy Kilmister – Voz, bajo
"Fast" Eddie Clarke - Guitarra, coros
Phil "Philthy Animal" Taylor - Batería

Temas

1. Iron Fist (2:55)
2. Heart of Stone (3:04)
3. I'm the Doctor (2:43)
4. Go to Hell (3:10)
5. Loser (3:57)
6. Sex & Outrage (2:10)
7. America (3:38)
8. Shut it Down (2:41)
9. Speedfreak (3:28)
10. (Don't Let 'em) Grind You Down (3:08)
11. (Don't Need) Religion (2:43)
12. Bang to Rights (2:43)

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¿Qué puedes hacer cuando has sido número 1 en las listas británicas con un disco en directo que culmina todo el trabajo llevado a cabo durante tantos años? Es ese momento crítico en el que sabes que, muy posiblemente, no podrás igualar lo conseguido, pero también sabes que hay esa resaca exitosa que hará que lo nuevo no sea un fracaso. Iron Fist (1982) venía detrás de No Sleep ‘til Hammersmith (1981) y sucedió lo que podía suceder, ni más ni menos.

Lemmy y los suyos estaban en un momento extraordinario y eso lleva a divismos y a querer tener más peso en las decisiones. Hubo dos grandes errores para este disco: El primero fue que Eddie Clarke había producido el primer disco de Tank y se vio capacitado para producir a los propios Motörhead en detrimento del experimentado Vic Maile. Quizá no fue la mejor decisión…

El otro error fue posterior y vino dado por un Douglas (su representante) que tras crear el mítico avión Bomber en el directo quiso superarse con algo de dimensiones megalomaníacas digno de los mejores Spinal Tap. El grupo se encontró con la sorpresa que bajaban desde una plataforma hidráulica sujetada por cadenas con un enrome puño de hierro. Era un montaje tan complejo que funcionaba a medias.

Obviamente esa brillante idea tuvo percances importantes como quedarse a medio bajar y con Taylor estando a punto de caer desde las alturas al salir de su set de batería. El gran puño, uno de los grandes artefactos de su nuevo directo, nunca funcionó. Se mandó a reparar y ya no salió nunca del taller. No pudieron superar al bombardero y eso también fue una especie de paralelismo de lo que ocurrió con el disco Iron Fist respecto a los anteriores álbumes.

El disco

De entrada, del tema título solo podemos hacer reverencias ante una de las canciones más inspiradas y tremendas de Lemmy y los suyos. Es imbatible y la que ha quedado en el recuerdo para mantener el nombre de esta obra. Joya de directo, versionada por muchísimas bandas (espectacular la de Therion) y que un poco intenta ser una segunda parte del “Ace of Spades”. No sólo lo consiguieron, sino que la hicieron memorable.

Luego ya es difícil mantener el nivel con la prototípica “Heart of Stone” que posee todos los elementos clave del grupo. Es como si quisieran repetir la fórmula de batería machacona, riffs pesados y directos y la aguardentosa voz de Lemmy. Falta algo de profundidad en el disco y algunos giros de tuerca para hacer de cada tema algo más diferencial respecto al resto. Pero hay cosas muy salvables e interesantes.

“Loser” podría ser considerado lo más comercial del disco, especialmente por ese riff limpio de Clarke, esa pegada comedida de Taylor y un Lemmy algo suave incluso (si es que eso se puede llegar a afirmar). Es un corte que le encajaría perfectamente a Ozzy, y bueno, años más tarde compuso para el Madman. Te puedes imaginar perfectamente a Osbourne entonando esta canción. Antes hay un “I’m the Doctor” divertida, directa y con otro poso comercial, algo que sin alejarse excesivamente de lo que siempre ofrecen, muestra otra vez la cara menos fiera de la bestia.

El segundo single del disco fue ese estándar del grupo titulado “Go to Hell” en el que oyes ese bajo tan característico de Kilmister a tope y un bonito fraseo de salida. Chispas, suciedad y velocidad a ritmo de moto de cilindrada. No está nada mal, pero no te da para clásico. Luego hay la speedica “Sex and Outrage” de la que en posteriores ediciones se editó la misma en instrumental.

El amor de Lemmy hacia los Estados Unidos le hizo componer ese guiño que es “America”. Terminaría yendo a vivir allí, pero en este homenaje curiosamente es la música de los irlandeses Thin Lizzy lo que impregna el tema, especialmente por el riff. Gran solo de Clarke, aunque todo a un tiempo algo bajo para ser Motörhead.

Curiosamente en “(Don’t Need) Religion” hay un deje a los Emerson Lake and Palmer, concretamente de su adaptación del “Peter Gunn” del gran Henry Mancini y al “Cat Scratch Fever” de Ted Nugent. Tampoco es que el grupo profesase un odio hacia la religión, pero marcaban distancia con las creencias espirituales. “Shut It Down” tiene unos fraseos de guitarra muy trabajados que adornan otro arquetípico tema del grupo, con los amplis al 11 y la presencia del bajo del semidiós.

En “Bang to Rights” nos encontramos en uso y abuso de la fórmula ganadora por lo que se señala la producción plana de la que adolece (un poco) la obra. Aunque no podemos negar que son los Motörhead al 100%. Finalmente toquemos “Speedfreak”, la cual llegó a entrar en algún directo de la época.

Veredicto

Por mucho que se critique esta obra a niveles comerciales funcionó perfectamente llegando al número 6 de las listas británicas. No les fue tan bien en terrenos norteamericanos, tan queridos y añorados por Lemmy. Como líder del grupo nunca tuvo rencores y aceptó los errores del pasado sintiéndose orgulloso de todo lo conseguido. No es un mal disco para nada y dudo que con otro productor las cosas les hubiesen funcionado mucho mejor.

Desgraciadamente para Eddie Clarke el bajón de ventas y las críticas le afectaron pues había asumido el rol de productor, ayudado en todo momento por Will Reid Dick. Las conexiones antes citadas con los Lizzy serían proféticas ya que Lemmy optaría luego por fichar a Brian Robertson, todo un personaje ideal para los Motör. Pero esta historia la contaremos cuando llegue el capítulo dedicado a Another Perfect Day.

Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.