Siempre podré decir que tuve la inmensa suerte de ver a Motörhead muchísimas veces. No es un grupo que me llegara a cansar de tanta sobreexposición en directo, pero también creo que no llegué a valorar muchas veces lo especial que era verles sobre las tabas con esa formación eterna que incluía a Phil Campbell y a Mikkey Dee. De sus muchos directos en su haber el No Sleep ‘til Hammersmith es de largo el más grande y definitivo, su obra maestra.
No es de mis directos favoritos, pero toca entender que estamos ante el disco más icónico del grupo, también el más exitoso. Venían de encadenar en estudio Ace of Spades y Overkill así que el momento dulce del combo era excelso. Un poco con Motörhead pasa como con los Ramones (grandes amigos de Lemmy). Si desconoces su discografía pueden parecerte todos los temas iguales en cuanto a sonido, pero nunca para un seguidor acérrimo del combo inglés. Obviamente ese rock n’ roll sucio, acelerado y esa voz tan característica hace que los temas suenen parejos.
Estamos ante un festín familiar que pasa como un suspiro y que te deja un poco con ganas de mucho, mucho más. Incluso es uno de esos directos que va ganando a medida que transcurre. Griterío entre tema y tema, algunas palabras a la parroquia londinense.
El disco
El disco curiosamente se inicia como solían cerrarse los conciertos: con el “Ace of Spades”, inmortal canción y buque insignia del grupo. Cuando era un niño y vi su cameo musical en un capítulo de “The Young Ones” a Motörhead (“Bambi”) me pareció aberrante, tanto el estilo como las verrugas de ese semidiós, por entonces desconocido para un servidor. Me gustó tanto la serie que pronto era fan de la canción más que del grupo, del que apenas conocía nada. Con el paso del tiempo llegué a tocar este himno con la batería, y es una composición muy especial para un servidor. Si te fijas hay parte de una intro cortada para que el grupo inicie la descarga sin hacer prisioneros. Algo que podría verse chapucero, pero es muy Motörhead.
Empalman “Stay Clean” con la eterna garganta aguardentosa del divo y la excepcional guitarra de Clarke. Dedica a “Filthy” “The Hammer” por la enorme pegada del forajido baterista (aludida en el título), que funciona como un metrónomo humano con ese riff machacón que tanto brilla aquí. No es de las más habituales, y eso a mí es uno de los puntos que más me gustan. El mix de “Iron Horse/Born to Loose” pone algo de pausa si es que llegaron a poner una alguna vez. Suena que atruena con ese antológico riff de guitarra.
Posiblemente el gran momento del disco es y será ese “Overkill” apoteósico con Taylor atacando la batería de entrada. Probablemente estemos ante la toma definitiva de esta canción, con ese clímax de guitarra en el solo y esa locomotora desbocada de base rítmica. Ese mítico parón para volver a atacarla es para enmarcar. Motörhead en su máxima expresión.
Eddie y Lemmy bromean antes de “(We Are) the Road Crew” con un extra de distorsión en la voz del guitarrista a la hora de presentar. Esta es otra de las definitivas de su discografía, y como todo el disco, suena a gloria bendita. La pegada y los imaginativos breaks de “Philthy” son marca registrada. El grupo suena compacto hasta decir basta. “Capricorn” es presentada como un tema más lento y es otra de sus joyas no habituales. A destacar el intenso final.
En “Bomber” no suenan las sirenas pero es cuando el avión salía desde lo alto. Es uno de los grandes efectos de directo de shock rock, dándole un plus al concierto. Lo he podido vivir unas cuantas veces y el efecto es impresionante, con esas luces dando vueltas a modo de hélice… Es junto a la joya final la única canción que no proviene del Overkill ni del Ace of Spades, por lo que ya tenía el tratamiento de clásico absoluto. Aquí los coros de Eddie le dan ese otro plus junto a la estridencia de la guitarra tan bien llevada.
El final llega con el tema “Motörhead” de ese disco debut (que no fue debut). Es una canción que iba para Hawkwind y que terminó siendo el punto de partida del proyecto. Grandiosa canción que ya apuntaba algo diferente, agresivo y sucio. Claro lo vio Lemmy para lanzarse en solitario. Inmensa forma de cerrar un disco en directo, con grandes coros y siendo un rock ‘n’ roll divertido y directo. Al puro estilo “Overkill” hay un parón para que la gente ruja y vuelta a empezar. En lo alto queda el avión como colosal fin de fiesta y con el añadido de las sirenas antiaéreas. Inmensa despedida…
Veredicto
Historia viva del rock y el heavy metal además de uno de los directos definitivos de siempre. Llegó al numero 1 en Inglaterra y supuso para el grupo un salto hacia la estabilidad económica si bien invirtieron mucho en los directos de esa gira y las posteriores. Habían sacado en febrero de ese mismo año el EP St. Valentine Day’s Massacre junto a las Girlschool y había sido otro triunfo más que eclosionaría con este inmortal disco en directo.
Curiosamente no grabarían nada en el recinto Hammersmith al que alude el título y son tomas de varios temas de ese tramo de la gira por el Reino Unido. Hay varias reediciones muy completas que han visto la luz a lo largo de los años con discos y discos de material inédito en el que sumergirse y disfrutar. 40 años han pasado ya… Cómo les echamos de menos.