Si echamos la vista atrás sobre la trayectoria de Mr. Big, sin duda reconoceremos a Lean Into It (1991) como el disco que les catapultó a la primera línea del hard rock mundial. La superbanda, formada poco tiempo atrás por cuatro musicazos de lo más destacable de estilo, cada uno en su instrumento, generaba las dudas que generan este tipo de uniones, hasta donde llegarán los egos, como se conjugará todo ese talento y se traducirá en buenas canciones… Tras su primer trabajo, que tuvo buena acogida entre la crítica especializada, pero no caló tanto entre el público, este segundo lanzamiento era todo un reto en ese sentido, dar la razón a quienes pensaban que era una banda artificial que no duraría demasiado, o revelarse con un disco que los convirtiese en leyenda; por fortuna se dio esta segunda casuística.
Y es que estamos ante un súperventas, uno de los últimos trabajos de lo que se llamó hair metal que entró de lleno en las listas de todo el mundo; prueba de ello es que fue disco de platino en los Estados Unidos, Canadá y Japón, y oro en Alemania, Suiza, Austria, Taiwan y Australia. Como siempre en esos tiempos, respaldado por unos singles que pegaron fuerte y que fueron acompañados de videoclips que vimos hasta la saciedad.
Mr. Big era la unión como os decía al inicio de 4 auténticos genios; Eric Martin, un vocalista privilegiado, Paul Gilbert, guitarrista de Racer X ya que era uno de los grandes hachas del momento, Billy Sheehan, todo un seguro con el bajo, quién junto a Mike Varney tuvo la idea original de montar esta banda tras salir de la banda de David Lee Roth, y Pat Torpey, que en paz descanse, un batería con una técnica fantástica que había trabajado con músicos de la talla de Chris Impelliteri, Stan Bush, Belinda Carlisle o Ted Nugent, y que además, como el resto de sus compañeros, tenía una gran voz, hecho que hacía que los coros en Mr. Big fuesen de muchísima calidad. Como anécdota os diré que mi primer y único concierto de Mr. Big fue en la sala Zeleste (actual Razzmatazz 1) de Barcelona en la gira de presentación de su siguiente disco, Bump Ahead (1993), y aún recuerdo el solo de batería de Torpey, un solo que iba creciendo, acelerando, y cuando más rápido tocaba, empezó a cantar “Yesterday” (sí, esa “Yesterday”, la de The Beatles) a su tempo normal y con una voz increíble. Una coordinación difícil de ver y que nos dejó asombrados.
Pero regresemos al año 1991, que nos ocupa; de hecho, fue en 1990 cuando la banda entra a los estudios, hasta tres diferentes, para dar forma durante dos intensos meses al que sería su trabajo más exitoso. Con estos mimbres pero también esa presión, no tanto por Atlantic records, que apostaba fuerte por ellos, si no por responder a lo que se esperaba de ellos. Venían de telonear ni más ni menos que a los míticos Rush en su Presto Tour, la banda estaba en plena forma, llena de ganas e ideas, y así lo plasmaron en este plástico.
Abre el disco “Daddy, Brother, Lover, Little Boy”, un temazo de puro hard rock, enérgico, con todos los aditivos necesarios para hacer de esta una de las canciones clave del disco. Todos y uno más; para el solo, tanto Gilbert como Sheehan usan una taladradora con la que, además de conseguir tocar las cuerdas a mucha mayor velocidad de lo que podrían hacerlo con una púa, consiguen un sonido peculiar que convierte este tema, además, en una rareza poco común.
“Alive and Kickin’” es el segundo corte, otro tema rockero pero con un marcado ambiente bluesy que intuyo es bastante culpa de André Pessis, quién participó activamente en la composición de varios temas de este disco, y de discos posteriores, además de ser conocido por haber trabajado con muchos artistas a lo largo de su dilatada carrera, desde los Southern Pacific, Laura Brannigan, Europe o los discos de la Eric Martin Band. Para este tema se grabó un videoclip que también tuvo su momento de fortuna, aunque nunca llegó a salir como single oficial.
El que sí lo hizo, y de hecho fue el encargado de presentar el disco, fue el tercer corte, “Green-Tinted Sixties Mind”. Una melodía deliciosa con unos coros cuidadísimos para uno de mis temas favoritos en toda la carrera de la banda americana, un tema redondo, coreable, accesible y con una de las mejores interpretaciones de Eric Martin a lo largo del álbum. No obstante, pese a tener su repercusión, nunca llegó demasiado alto en las listas de éxitos, y es que eso quedó para el segundo single, que es el que cierra el disco y sobre el que iremos más adelante.
El cuarto corte es una versión de Jeff Paris, cantante y guitarrista melódico que en su día trabajó con bandas como Y&T, Vixen o Cinderella, y al que se comparaba con el propio Eric Martin o Michael Bolton, aunque acabó acercándose más a Bryan Adams. “Lucky This Time” es un tema que juega con melodías cercanas al AOR y que permite el lucimiento vocal en todo momento, pero sobre todo en un estribillo acústico sobre el que destaca la poderosa voz de Martin.
“Voodoo Kiss” nos devuelve ese aire bluesy que imprime Pessis a sus composiciones, y podría parecer más un tema compuesto para un disco de Eric Matin que para Mr. Big, pero lo metieron aquí, y si bien no pasará a la historia como su mejor canción, mantiene el buen nivel que acompaña a esta grabación.
“Never Say Never” es una colaboración nuevamente, con un músico y compositor ajeno al grupo; en este caso hablamos de Jim Valliance, más conocido por ser compañero y compositor junto a Bryan Adams, así que esta canción tira un poco más hacia ese tipo de rock; nunca me acabó de encajar demasiado en el contexto general de esta obra, pero es un muy buen tema, así que ninguna queja en ese aspecto, al fin y al cabo estamos ante una gran colección de canciones y esta es otra de ellas.
El siguiente corte es el que apareció como tercer single, “Just Take My Heart”; probablemente el éxito de “To Be with You” le ayudó a estar presente en la parte alta de las listas, aunque no llegó a ser número uno; también el hecho de tratarse de un medio tiempo debió ayudar; se trata de la clásica power ballad que todo disco de este estilo contiene, tema tranquilo hasta que llega el estribillo y la melodía hace el resto, estribillo coreable de mechero en alto en su día, o de linterna de móvil actualmente.
Nos acercamos al final y llegamos a una parte con más protagonismo de Paul Gilbert en la composición; “My kinda woman” es un tema rockero, directo, con unos grandes arreglos y que puede llegar a tener un aire a los primeros Whitesnake. Todo un temazo. Acto seguido “A Little Too Loose”, nos devuelve al blues; pero al más puro, al de Oklahoma City hasta el punto de que se menciona esta ciudad, que es sobre la que gira la canción, tanto geográfica como musicalmente.
En “Road to Ruin” encontramos de nuevo a Jeff Paris colaborando en la composición. Otro tema rockero, directo, pegadizo, y con una letra que ahora es políticamente incorrecta, pero que sigue los patrones de temática que podemos escuchar en tantas bandas de ese estilo y época.
Y sí, finalmente, el número 1, el single que lo rompió, el tema propicio para tocar cuando tienes una guitarra alrededor de una hoguera, “To Be with You”. Un tema acústico, balada de manual con juego de voces angelicales y letra amorosa dirigida al gran público mucho más allá incluso de las fronteras del rock. Siempre me resultó curioso que la canción “estrella” ocupase el último lugar, y se me explicaron dos versiones desde el entorno de la banda; la primera es que ese tema fue un extra que les surgió en el estudio, en ratos muertos Paul cogía la guitarra y se le sumaba Eric o incluso Billly y Pat, y así surgió un tema que les gustó tanto que decidieron añadirla al final de lo que iba a ser un disco de 10 cortes como era habitual. La otra versión es que al ponerla al final, invitabas al oyente a escuchar todo el disco, esta teoría la pongo bastante en duda, personalmente me parece más creíble la primera.
Sea como fuere y en cualquier caso, este trabajo puso en el mapa a Mr. Big, y esta canción los elevó a la categoría de fenómeno mundial, en un momento en que el hard rock y el “hair metal” estaban empezando a ceder protagonismo en los grandes medios, y ellos fueron una luz en la oscuridad durante esos años en que el rock de garaje empezó a comerse todo el pastel, especialmente en los States. Por todo ello, Lean Into It queda para la historia como uno de los últimos discos grandes de un estilo fundamental en la evolución del costado más melódico del rock y el metal, y por ello lo rescatamos para celebrar sus 30 años.