A ver, vamos a empezar con algo importante: los que se quejan de que Municipal Waste se repiten o no inventan nada en este álbum, no sé que es lo que hacen escuchándolos en primera instancia. Yo mismo descubrí al quinteto de Richmond, Virginia, allá por 2008 con su genial The Art of Partying, y por entonces, precisamente por el hecho de ser tan descaradamente homenajeantes del crossover thrash ochentero, me causaron una profunda sorpresa. Hoy en día hay cienes de bandas que se han subido al carro del revival thrashero, pero entonces esto era toda una curiosidad que hizo que quedara bastante prendado del grupo, capaces de sonar como si para ellos el tiempo se hubiera parado en 1989. Y aún después de haber escuchado estos cienes de bandas de las que hablamos, y siendo muchas de ellas bandones como la copa de un pino, una cosa sigue estando clara: a la que se ponen, Municipal Waste son únicos en su habilidad de crear riffacos motivantes, thrasheros, desenfrenados y festivos, pero lo que es inventar, nunca han inventado absolutamente nada, y obviamente tampoco lo hacen aquí.
Lo que sí que hay que reconocerles es el mérito de ser instigadores de todo un sub-estilo que ha acabado cogiendo bastante vuelo (supongo que más que el que nadie hubiera pensado) en los últimos años. Mirando líneas de tiempo de forma estricta quizás no fueron del todo los primeros en volver a animarse a hacer thrash con todos sus gimmicks a principios de siglo, pero creo que todos estaremos de acuerdo en que sí que fueron los primeros que tuvieron cierto impacto al hacerlo. Y hoy en día, casi quince años después de la publicación de su primer álbum, mantienen la locura, las ganas y la habilidad de construir temas (parcialmente) memorables que den forma a un disco divertido como Slime and Punishment (2017), el sexto de su carrera, con catorce temas concisos y familiares empaquetados en poco menos de media hora. Y la verdad es que no necesitamos más.
Aunque ya han pasado más de cinco años desde la publicación de su trabajo anterior, Fatal Feast (2012), durante este tiempo los chicos de Municipal Waste no se han quedado de brazos cruzados. A parte de seguir girando y dando conciertos regularmente, el vocalista Tony Foresta y el bajista Land Phil han estado entretenidos formando y haciendo crecer a Iron Reagan, un proyecto que bebe de las mismas fuentes que su banda madre pero que se acerca un poco más aún al hardcore punk, con canciones aún más cortas y una velocidad aún más frenética. A pesar, pues, de llevar muchos años en esto, tampoco es que Municipal Waste hayan «madurado» demasiado con el tiempo, y ni falta que les hace, la verdad. La fórmula es exactísimamente la misma que el primer día, y supongo que el día que deje de serlo dejarían de ser ellos. Desde el nombre del grupo al título del disco y de los temas, a la portada, las letras, las temáticas o la producción, todo es tan deliciosamente tópico y previsible, tan icónicamente crossover, tan desenfadadamente irresponsable y juvenil, que resultaría hasta decepcionante que algún día fueran capaces de desviarse lo más mínimo de esta línea.
Este no es un grupo ni un disco con el que tenga demasiado sentido aventurarse a un análisis tema por tema, ya que todos ellos están cortados del mismo patrón: crossover thrash frenético, alocado y festivo, con riffs tan afilados como son capaces, un bajo metálico y muy protagonista y una voz histérica y gritona. Que la intensidad, el gamberrismo y la fiesta están garantizados en un disco de Municipal Waste es evidente, pero en una banda como esta lo que distingue unos temas de otros, la línea que separa un tema que está bien de un tema que flipas, es la inspiración en los riffs ¿Y hay en este disco riffs memorables? Pues sí, haberlos haylos, pero también es innegable que no hay tantos como en sus álbumes más brillantes. Tanto la inicial «Breath Grease» (con su video descontroladamente fiestero) como «Dingy Situations», «Shrednecks» o el tema título (grandísima) son magníficas, pero es verdad que al final acabamos en un pequeño mar de canciones generalmente disfrutables pero indudablemente parecidas y sin elementos demasiado identificativos. «Parole Violators» es otra de las grandes, con un ritmo motörheadiano a tope y un riff / medio tiempo incisivo y afilado que tiene todos los ingredientes que me motivan tanto en esta banda, mientras que la instrumental «Under the Waste Command» también mola lo suyo y el final con dos temones como «Death Proof» y «Think Fast» es totalmente incontestable.
Así que sí, es posible que en este disco no haya temas tan absolutamente brutales como «Sadistic Magician», «The Art of Partying» o la maravillosa «Bangover» (se pueden empaquetar más riffs impresionantes en un solo tema?), y también es posible que la gente (y yo mismo?) ya se haya aburrido un poco de tanto neo thrash, un estilo que se puede estar volviendo algo previsible y haya perdido mucha de la frescura que tenía diez años atrás. Todo esto lo acepto, pero lo que tampoco me trago es que me digan que este disco está objetivamente muy por debajo de sus producciones anteriores simplemente por el hecho de ser previsibles o de haberse apalancado en un estilo que, en una banda así, es inamovible e innegociable. Vamos, que si os gusta el crossover thrash no hay ningún motivo para que no disfrutéis de este álbum como lo he hecho yo, aunque acabes encontrando pocos momentos (léase riffacos) de esos de levantarse de la silla y empezar a sacudir la cabeza a lo loco cuernos mediante.
En directo Municipal Waste prometen ser una banda absolutamente brutal, generadora de sudor, contracturas y moratones a destajo, y digo prometen porque la verdad es que por aquí tampoco hemos tenido la oportunidad de comprobarlo con demasiada profusión. Han estado en tres ediciones del Resurrection Fest y estarán en el Gasteiz Calling en noviembre, pero su presencia en nuestras salas es ofensivamente limitada, tanto que en Barcelona, por ejemplo, no les hemos podido ver desde 2007. En Vitoria tendremos, sin duda, una buena oportunidad para resarcirnos, pero tampoco estaría de más que empezaran a pensar en como compensarnos por lo abandonados que nos tienen. Por si acaso deciden venir, nosotros dejaremos de afeitarnos e iremos poniendo un pack de 36 cervezas en la nevera.
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.