Crónica y fotos del concierto de Myles Kennedy & Co. + Dorian Sorriaux - Sala Razzmatazz 2 (Barcelona), 23 de julio de 2018

Myles Kennedy, el tío más majo del mundo

Datos del Concierto

Bandas:
Myles Kennedy & Co. + Dorian Sorriaux
 
Fecha: 23 de julio de 2018
Lugar: Sala Razzmatazz 2 (Barcelona)
Promotora: RocknRock
Asistencia aproximada: 450 personas

Fotos

Fotos por Rubén de Haro

Nuestra Previa

Myles Kennedy – Year of the Tiger

Myles Kennedy es el tío más majo, campechano y accesible del panorama hard actual. Maravilloso frontman de Alter Bridge (anteriormente, también lo fue de los prácticamente desconocidos The Mayfield Four) y cantante fetiche del bueno de Slash, este tipo, nacido hace

Myles Kennedy nos abre su alma con «Year of the Tiger»

El bueno de Myles Kennedy, vocalista de mis héroes Alter Bridge, tiene previsto publicar su primer trabajo en solitario el próximo 9 de marzo de 2018. El álbum, que lleva por título Year Of The Tiger, es un álbum conceptual que

Aquel que me conozca un poco, solo un poquito, sabrá que amo a Myles Kennedy con locura y devoción a partes casi iguales. Hace años, más de diez, que le sigo allá donde vaya, independientemente de si se junta con este o con el otro, pero nunca había tenido el gusto de verle en solitario. Bueno… «casi» en solitario, pues durante esta etapa de su gira, se hace acompañar por Tim Tournier (bajo) y su amigo de la infancia y antiguo compañero en The Mayfield FourZia Uddin (batería).

Él es uno de los mejores cantantes de rock contemporáneos a nivel mundial. Las canciones que ha grabado, tanto con Alter Bridge como con Slash, son ya clásicos del rock moderno y su trabajo en solitario, Year of the Tiger (2018), muestra lo realmente excepcional que es como músico y hacedor de canciones. ¿Lo vemos?

En esta ocasión, no tuve tiempo de ir a ingerir ninguna birra artesana (en un futuro no muy lejano haré un artículo relacionado con mis dos grandes pasiones: beer & metal) porque, al abrir las puertas tan pronto me apetecía más un café con leche y un croissant no artesanos. Tras acercarme a un cajero para sacar unos pocos de cuartos, fui raudo y veloz, con el ansia que me caracteriza, hacia el Razz 2.

El ambiente que allí había, cuando solo eran las 19:00, era más bien pobre y escaso, pues observé a poco más de un centenar de plebeyos haciendo cola desde el otro lado de la calle. Tras dos o tres minutos, abrieron las puertas y me puse en la cola porque aunque parezca mentira, aquí, los de Science of Noise, somos tan humanos y tan mundanos que no nos importa que se nos relacione con la metalada que hace cola para acceder al recinto de turno. Total, que con la ligereza y el brío tan característico del personal de accesos y/o seguridad de la sala, en nada ya estaba dentro.

Decepcionante ambiente, así de entrada. Normal. Un lunes en pleno mes de julio a las 19:00, pues qué queréis que os diga. Allí estábamos los enchufaos de prensa y los die hard fans de Alter Bridge, sectores ambos que, en mi caso, se dan la mano. Todavía recuerdo cuando vinieron por primera vez por aquí a presentar su One Day Remains (2004) el pasado 21 de junio de 2005 a la Sala Bikiniaaaiinnsss. Pues lo que os decía, que así de entrada no conté a más de 250 personas cuando quedaba relativamente poco tiempo para que el artista invitado tomara el escenario: Dorian Sorriaux, guitarrista de la banda de blues rock sueca Blues Pills.

Dorian Sorriaux

El francés nos venía a presentar su primer EP en solitario Hungry Ghost (2018) sea lo más correcto. Son solo cuatro canciones que sirven para que el artista se reivindique. El formato, disperso pero (muy) personal, funciona a la perfección, sobre todo en directo con el espíritu con el que fue concebido.

Cuando eran las 20:00 clavadas, Sorriaux, que tenía más pinta de estrella de la música country de los años 60 que de cualquier otra cosa, subió al escenario, afinó su guitarra y comenzó a encandilar. Lo que nos trajo es algo muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados con la banda que le da realmente de comer. Mezcla música eminentemente americana con folk acústico, en lo que resultó ser un preludio perfecto para el evento principal. Para cuando la primera canción terminó, ya nos tenía a todos con la babilla colgandera y no pudimos hacer otra cosa más que devolverle el amor a nuestra manera, a base da unos aplausos atronadores que se repetían cada vez que finalizada uno de sus temas. Lástima que hubiera tan poca gente disfrutando del momento.

Sorriaux se disculpó por no poder articular en castellano nada más allá del típico y ya cansino «una cerveza, por favor» entre canción y canción, momentos estos que aprovechaba para dejarse llevar y para decirnos, oh sorpresa, cuantísimo le molaba Barcelona, lo encantado que estaba de abrir para el bueno de Myles y para recomendarnos permanecer a tope de hidratados debido al sofocante calor reinante en el ambiente durante estos días de estío. Por cierto, algún día os hablaré más en profundidad del microclima existente en un determinado sector de la sala, en la zona en la que esperas a que te den luz verde para acceder al foso a perpetrar fotos. Justo ahí, encima de una de las salidas de emergencia, hay una pedazo de unidad de aire acondicionado que suelta lo que no está escrito. Que pega una rasca de cojones, vamos. Más de una noche he regresado a casa con el moquillo ahí, latente.

Si bien su música puede ser diferente al blues eléctrico de Blues Pills, demuestra el mismo nivel de virtuosismo con la guitarra acústica. Sus canciones son, en ocasiones, inquietantes y muy, pero que muy atractivas; ahora resulta que este artista ha estado ocultando una voz realmente poderosa todos estos años. Cuando llegó al final de su set, momento este que aprovechó para interpretar su canción más animada, que todos los allí presentes no dudamos en acompañar con nuestras manitas, aprovechó para las gracias a todo el equipo de Kennedy por tan cálida acogida. Los aplausos fueron aún más fuertes.

Gran descubrimiento el de este pequeño gran hombre. Un tipo humilde que atesora un talento que se beneficia de pasar a ser el centro de atención, lo que le confiere un gran crédito al hacerlo de una manera tan diferente y, sobre todo, tan personal.

Myles Kennedy & Co.

Habiéndose presentado en sociedad cantando y tocando la guitarra con Alter Bridge, además de ser la opción preferida de Slash para sus discos en solitario, Myles Kennedy se ha consolidado, no solo como uno de los mejores vocalistas de rock actuales, sino también como uno de los más visionarios compositores. No sorprende que Kennedy haya lanzado un primer disco en solitario, Year of the Tiger (2018), muy en la onda de los que en su día sacaron algunos de los más grandes artistas contemporáneos, como Chris Cornell o Eddie Vedder. Esto es: tomando una ruta principalmente acústica, una dirección artística y sosegada que rara vez lleva a cabo en sus principales proyectos.

La inquietante introducción de «Devil on the Wall» se filtra a través de la megafonía y Myles Kennedy aparece con su guitarra en la mano para poner en marcha su propio set antes de lanzarse con «The Great Beyond». Poco tiempo, solo un par de temas, tardó el de Spokane en darse cuenta de la presencia de las que, seguramente, sean sus más jóvenes fans. Os hablo de las tres niñas que estaban sentadas, y que yo mismo tuve el placer de saludar pues todavía andaba por allí, en primerísima primera fila, en pleno foso. a partir de ese momento, se sucedieron las muecas y los gestos de complicidad para con ellas. «This is like the cutest thing ever», se aventuró a decir tras el final de «Haunted by Design».

Durante los quince minutos escasos que estuve tirando fotografías, me dí cuenta de un extraño artefacto que se escondía entre tanto pedal de efectos. Durante la interpretación de «Standing in the Sun», la primera de las dos canciones que cayeron de sus Conspirators y primera que tocó él solito, logré saber qué era. Se trataba de un aparato que simulaba el sonido del bombo de una batería cada vez que le ponías el pie encima. O lo que es lo mismo, el Logjam Stomper de toda la vida de Dios. Increíbles los agudos que logra el artista. «Addicted to Pain», todavía sin Tim y Zia, fue la primera visita al ya bastante extenso catálogo de Alter Bridge, antes de volver al material de su álbum en solitario con «Turning Stones» y «Blind Faith», momento este que aprovechó para lucir su National Style O resonator de 1937, la famosa «guitarra metálica» que aparece en la portada del álbum de Dire Straits Brothers in Arms (1985). El artista aprovechó la complicidad existente con el respetable y los focos que sobre él caían desde el techo para usar dicha guitarra para reflejarlos contra nosotros a modo de láser.

Justo entonces llegó el momento más surrealista de la noche. Kennedy nos preguntó si nos gustaban unos tal Iron Maiden, y la respuesta en forma de rugido atronador por parte de los allí presentes podría traducirse en un «¡Sí, por supuesto!». Acto seguido le recordaron que hacía pocos días habían actuado en España, y casi sin dilación perpetró una soberbia y majestuosa interpretación acústica de la que quizá sea la mejor canción de Maiden, «The Trooper», con la multitud uniéndose en cada momento que sonaba el «Wooooah-ooh».

Y de versión… a versión, pues llegó el momento de interpretar «White Flag», única mención en forma de canción a su anterior banda, The Mayfield Four. Myles invitó a Zia, que recordemos era el batería de la banda, a tocar un par de bongos que, por arte e magia, aparecieron de la nada allí delante. Muy educado él nos saludó en español y empezaron a contar batallitas de cuando eran unos adolescentes; que si conciertos de Alice in Chains y de los tan admirados por Kennedy Bullet Boys por aquí, que si borracheras y líos por allá… en fin. Mode «Abuelo cebolleta» on.

Justo antes de «Songbird» jugó con nosotros invitándonos a subir las manos. «Do you feel good? Give it back to me!». «Watch Over You», no podía faltar pues «tiene un acústico muy fácil»; sonó exactamente igual a como suena cuando, él solo, la interpreta durante sus giras con Tremonti, Marshall y «Flip». Justo antes de otra fija en su repertorio, la versión del clásico de Robert Johnson «Travelling Riverside Blues», para la cual volvió a sacar a relucir (nunca mejor dicho) su guitarra láser, nos pidió que le diéramos un muy fuerte aplauso al Sr. Sorriaux, un magnífico músico y mejor persona, según las propias palabras de Kennedy.

Aprovecho este momento para no romper una lanza en favor de las personas que, con insistencia, dicen «amar» a los artistas a mitad de una canción. Me explico. Allí había de todo, como en la Viña del Señor. Había niñas de cuatro o cinco años, había señores algo talegueros, había fans con camisetas de Alter Bridge… y también había un grupito de tres o cuatro féminas de entre cuarenta y pocos/muchos que, a la mínima que había algo de silencio, se encargaban de informar al artista sobre lo guapísimo que era y sobre lo muuuuuucho que le querían. Dice la leyenda que el que la sigue la consigue, y ellas no fueron una excepción… si bien no creo que Myles las quisiera del modo que ellas pretendían; «I love you too», les dijo en un momento de relajo durante la interpretación de «World on Fire», justo antes de provocarles (a ellas) una alferecía congénita en vena. Historias aparte, este tema es un excelente acercamiento al final de la velada y su ritmo más lento hace que la canción, que habla sobre estilos de vida algo hedonistas, sea mucho más oscura. Y, como no, «Year of the Tiger», cuyo final improvisaron y aceleraron magistralmente, puso la guindita al pastel. Artistas, abandonen el escenario.

Yo recuerdo que años atrás os grupos se roneaban bastante más de lo que lo hacen ahora, y que no salían a interpretar los bises hasta pasados cinco o seis minutos. De hecho, en la actualidad, el tiempo que pasa desde que se despiden y hasta que vuelven a aparecer sobre las tablas, es ridículamente corto. «Sí, sí, desapareced que en ciento veinte segundo volvéis fijo». ¡Zasca, ahí los tienes de nuevo para ofrecernos «All Ends Well», de Alter Bridge. Tras decirnos lo majos que estábamos siendo con él, solicitar un nuevo aplauso para la persona que abrió la noche y presentar a la banda, sonó la preciosa «Love Can Only Heal».

Y tan ricamente, oiga. Público más que satisfecho, niñas que se fueron con un póster firmado por el artista y féminas que, seguramente, tuvieron que mudarse nada más llegar a casa para afrontar la cruda realidad, esa que dicta que un «I love you» de Myles Kennedy tiene el mismo valor que una promesa electoral de Albert Rivera. Y con esto, un bizcocho y con el «Mary Jane’s Last Dance» de Tom Petty sonando de fondo, le dije adiós, una vez más, a la Razz 2. Nos veremos las caras pronto…

Setlist Myles Kennedy & Co.:

Devil on the Wall
The Great Beyond
Ghost of Shangri La
Haunted by Design
Standing in the Sun (Slash feat. Myles Kennedy & The Conspirators cover)
Addicted to Pain (Alter Bridge cover)
Turning Stones
Blind Faith
The Trooper (Iron Maiden cover)
White Flag (The Mayfield Four cover)
Songbird
Watch Over You (Alter Bridge cover)
Travelling Riverside Blues (Robert Johnson cover)
World on Fire (Slash feat. Myles Kennedy & The Conspirators cover)
Year of the Tiger
—–
All Ends Well (Alter Bridge cover)
Love Can Only Heal

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 620 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.