Myles Kennedy – The Art of Letting Go

Myles Kennedy se ha consolidado como una de las voces más emblemáticas y versátiles del rock contemporáneo. Desde sus inicios con The Mayfield Four, donde su talento y carisma ya comenzaban a destacar, hasta su rol como frontman de Alter Bridge, Kennedy ha demostrado ser un verdadero maestro en el arte de la composición y la interpretación. Su habilidad para combinar melodías cautivadoras con letras profundas ha marcado el corazón y el alma de sus seguidores, entre los que me incluyo (y más de la mitad de la redacción de Science of Noise), elevándolo a un estatus casi icónico dentro del panorama musical. Su impresionante rango vocal y su entrega apasionada son prueba irrefutable de su indiscutible talento.

A lo largo de su carrera, Kennedy ha sabido moverse con destreza entre géneros y estilos, explorando la profundidad emocional de su música. En su faceta en solitario, el artista ha revelado aún más matices de su talento, ofreciendo a sus oyentes una experiencia sonora tan única como personal. Con The Art of Letting Go (2024), su más reciente trabajo, refuerza su legado y muestra una evolución constante, siempre fiel a su compromiso con la autenticidad musical.

Tras el éxito de sus dos álbumes anteriores en solitario, Year of the Tiger (2018) e Ides of March (2021), Myles ha vuelto a volcar su inagotable capacidad creativa en una nueva colección de canciones que promete enamorar a sus oyentes. Las 11 pistas que componen The Art of Letting Go forman un sólido álbum de rock, lleno de riffs contundentes y una mezcla perfecta de potencia y emotividad. A través de su intensidad, reflexión y momentos de sorpresa, Kennedy fusiona su inconfundible entrega vocal con una destreza única para componer temas de rock impactantes. Así comienza nuestro viaje por The Art of Letting Go.

Desde el primer acorde de la canción que da nombre al disco, «The Art of Letting Go», se siente que estamos ante algo distinto. Este tema abre con una explosión de energía que te toma por sorpresa, y en pocos segundos estás inmers@ en un paisaje sonoro lleno de dinamismo, donde las guitarras poderosas y las baterías contundentes se entrelazan a la perfección con la inconfundible voz de Kennedy. Hay momentos, como en «Mr. Downside» o «Behind the Veil», donde es difícil no imaginarse a Alter Bridge tocando en un escenario. El sello característico de Kennedy está tan presente que en ocasiones parece que estemos ante uno de esos temas épicos que podrían haber nacido en el estudio junto a sus compañeros de banda.

El núcleo del álbum gira en torno a la idea de soltar, de dejar ir, y avanzar, tanto a nivel personal como artístico. Acompañado por Zia Uddin en la batería y Tim Tournier en el bajo, Kennedy logra un equilibrio entre lo familiar y lo experimental. La química entre los tres músicos se traduce en un sonido crudo y orgánico, lo que hace que el álbum se sienta más vivo, como si todo hubiera sido cocinado al momento en el estudio. La potencia de temas como «Say What You Will» es un claro ejemplo de cómo el formato de power trio permite a Kennedy lucirse tanto con su guitarra como con su voz, dejando claro que no necesita de grandes artificios para hacer que su música resuene con fuerza.

Un detalle importante a tener en cuenta es que The Art of Letting Go surge en un momento muy particular para Kennedy, quien ha aprovechado a las mil maravillas este periodo de «vacaciones forzadas», mientras sus compañeros de Alter Bridge están de gira con la reunión de Creed. En lugar de esperar a que todo vuelva a la normalidad, Myles ha utilizado ese tiempo para crear un álbum que no solo refleja su evolución musical, sino también personal. Es como si hubiera aprovechado esta pausa para reconectar consigo mismo y, de paso, darnos una obra que no teme explorar nuevos horizontes.

Uno de los puntos más altos del disco llega con «Miss You When You’re Gone», un tema que destaca por su capacidad de conectar de manera emocional con el oyente. A diferencia de otras baladas más convencionales, aquí Kennedy juega con las emociones de forma sutil, dejando espacio para que cada un@ interprete la canción a su manera. Es un momento de calma, un respiro entre tanto vigor, pero no por ello menos intenso. La melancolía y la esperanza se mezclan de forma magistral, recordándonos que, a veces, dejar ir también implica reconocer lo que se ha perdido.

El álbum también nos regala momentos de puro músculo rockero, como en «Dead to Rights», donde la guitarra de Kennedy brilla con luz propia, o en «Behind the Veil», una composición oscura y envolvente que muestra la versatilidad del de Spokane. En estos temas, la influencia de los grandes del rock clásico está presente, pero Kennedy siempre encuentra la forma de hacer que su estilo sobresalga y suene fresco, evitando caer en la repetición o en fórmulas gastadas.

El cierre del álbum, con «How The Story Ends», es la conclusión perfecta a un viaje lleno de contrastes emocionales. La canción destila una sensación de resolución, como si Kennedy hubiera encontrado finalmente esa paz interior que tanto ha buscado. Es un final reflexivo, pero cargado de fuerza, una última demostración de que, a pesar de las adversidades, siempre se puede avanzar.

Con The Art of Letting Go, Myles Kennedy ha creado una obra sólida y llena de matices. No es solo un álbum de rock: es un testimonio del crecimiento personal y artístico de un músico en plena madurez. Las canciones, cargadas de potencia y vulnerabilidad, nos invitan a un viaje en el que lo importante no es solo lo que suena, sino lo que significa. Kennedy ha soltado el pasado y ha encontrado su voz más auténtica en este trabajo, consolidándose, una vez más, como uno de los nombres más relevantes del panorama del rock actual. Qué grande eres, Myles…

Rubén de Haro

Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.