Myles Kennedy – Year of the Tiger

Nuestra Nota


9 / 10

Ficha técnica

Publicado el 9 de marzo de 2018
Discográfica: Napalm Records
 
Componentes:
Myles Kennedy - Voz, guitarra, banjo, lap steel, bajo, mandolina
Tim Tournier - Bajo
Michael "Elvis" Baskette - Teclados
Zia Uddin - Batería, percusión

Temas

1. Year Of The Tiger (3:41)
2. The Great Beyond (4:50)
3. Blind Faith (4:29)
4. Devil On The Wall (3:44)
5. Ghost Of Shangri La (3:32)
6. Turning Stones (3:38)
7. Haunted By Design (3:40)
8. Mother (3:42)
9. Nothing But A Name (5:00)
10. Love Can Only Heal (5:33)
11. Songbird (4:04)
12. One Fine Day (4:51)

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Myles Kennedy es el tío más majo, campechano y accesible del panorama hard actual. Maravilloso frontman de Alter Bridge (anteriormente, también lo fue de los prácticamente desconocidos The Mayfield Four) y cantante fetiche del bueno de Slash, este tipo, nacido hace ahora cuarenta y ocho años en Boston, se nos presenta en solitario, casi desnudo, para traernos y cantarnos la esencia de su alma. El considerado por muchos como uno de los mejores vocalistas en la actualidad (lo suscribo al 100% y monto un club de fans para reafirmarlo, una y mil veces, si fuera necesario) y uno de los compositores más visionarios de nuestra era, lanza su primer trabajo en solitario, Year of the Tiger (2018), siguiendo el camino acústico ya recorrido por otros grandes compositores contemporáneos, como Eddie Vedder (Pearl Jam) o el para siempre missed Chris Cornell (Soundgarden, Audioslave). Blues rock al desnudo, sin artificios ni samplers. Así suena Myles Kennedy en 2018. Todo un maestro en lo suyo.

Mi historia de amor hacia el Sr. Kennedy se remonta a muchos años atrás, casi quince, cuando Alter Bridge publicó su aclamado y soberbio álbum debut, One Day Remains, en 2004. Por aquel entonces mis gustos eran bastante más refinados de lo que lo son ahora y los guturales no estaban tan presentes en mis playlists. La verdad es que uno evoluciona con sus gustos musicales… o los gustos musicales evolucionan con cada uno de nosotros, pero lo cierto es que, lejos de desechar, lo que he hecho ha sido agregar más especias y condimentos a la ensalada en la que se ha convertido mi amplio y variado gusto musical en la cual tiene cabida casi de todo; incluso la buena música, hecha y creada con el corazón, por encima de todo… y de todos. Pues eso: que me gusta casi de todo, incluso lo mismo que te pueda gustar a ti, querido y mortal lector. En la variedad está el gusto y la verdad es que por más que me empeñe en añadir más y más sal a la ensalada, en mi iPod todavía siguen quedando más de 80 GB libres.

Siguiendo con el símil de la ensalada, que no me extrañaría que lo volviera a utilizar en futuras reseñas, si la lechuga, brotes y demás ingredientes fueran la carrera musical de Myles Kennedy, la pimienta sería su trabajo junto a Mark Tremonti, Brian MarshallScott Phillips, y también junto a Slash, y la sal (iodada, por favor) sería este trabajo que aquí nos ocupa. Recordemos que la sal proporciona a los alimentos uno de los sabores básicos, el salado, que es posible percibir debido a que la lengua tiene receptores específicos para su detección. El consumo de la sal modifica el comportamiento frente a los alimentos, ya que es un generador del apetito y estimula su ingesta. ¡Ahí lo tenéis! Estamos ante un Myles más íntimo e introspectivo, pero para nada soso y/o insípido. Year Of The Tiger (2018) es lo que la carrera musical del artista estaba clamando a gritos. Recordad que la sal es también un conservante, lo que significa que los alimentos abandonados (o no) en salar perduran más tiempo que los abandonados al aire. Y la sal también cura, y ayuda a cerrar las heridas causadas por la prematura muerte de un ser querido. De esto, tanto Myles como un servidor, sabemos un rato. Ponedle algo de sal a vuestras vidas…

El álbum se abre con la canción principal, la que da título genérico a este, su primer trabajo en solitario. «Year Of The Tiger», inspirada en la relación del artista con su padre ya fallecido, nos demuestra que Kennedy es un maestro de la creación de atmósferas emocionales con poco más que su espléndida voz y las seis cuerdas de su guitarra acústica. La canción (os recomiendo ver el videoclip para entender un poco lo que quiero expresar) contiene un oscuro sentido de tensión y/o oscuridad pero, sin embargo, ilumina que da gusto. La letra habla sobre la pérdida de su padre, quien falleció en el año 1974 (el «Año del Tigre» según el Horóscopo Chino) después de rechazar la asistencia médica debido a su fe en la iglesia, cuando Kennedy tenía solo cuatro años. Él canaliza su amor por su familia y sus recuerdos a través de todo el álbum de una manera muy íntima, lidiando con la pérdida y la ausencia de sus seres queridos en canciones como «Blind Faith» y «Haunted By Design», mientras que muestra mucha empatía hacia su madre, la persona que le crió a él y a su hermano, en cortes como «Mother» y «Turning Stones». Sentimientos estos que el artista siempre había querido expresar en álbumes anteriores, pero creyó que no era apropiado o correcto hacerlo, lo cual es discutible a la par que respetable. Recordemos que uno de los temas más célebres de Alter Bridge, «In Loving Memory», habla sobre la pérdida de la madre de Tremonti. De hecho, varias de las canciones están estructuradas como si Kennedy tuviera en mente una banda eléctrica completa para luego reducirlas, por así decirlo, a un formato más acústico e íntimo. Los coros de «The Great Beyond» y también los que encontramos en «Devil On The Wall», por ejemplo, vuelan tan alto como cualquier cosa que haya grabado anteriormente con Alter Bridge. Del mismo modo, las grandiosas «Blind Faith» y «One Fine Day» hacen que sea difícil imaginar que se crearon a solas y en silencio en la intimidad de la habitación de alguien.

Musicalmente, el álbum demuestra ser complejo y no deja lugar a la duda: Kennedy deja meridianamente claro, una vez más, que se encuentra entre las estrellas del rock más queridas y brillantes. Si bien cada canción suena fresca y emocionante, algunos pasajes del álbum destacan entre esta impresionante colección de historias. Desde el optimista blues de «Devil On The Wall» hasta la capacidad emocional de «Love Can Only Heal» (si una canción me llega, me cuesta bien poco regalar alguna que otra lágrima), Year Of The Tiger (2018) está repleto de canciones excepcionales, cada una diferente a la anterior, pero con un hilo en común.

«The Great Beyond» (que, por cierto, suena mucho al Chris Cornell de su primer trabajo en solitario de 1999, Euphoria Morning) no es solo el tema más atrevido, sino que es el más explosivo y diferente. Es tan diferente al resto que me resulta harto fácil imaginármela en Fortress (2013) de Alter Bridge. Aún así, se adapta sin problemas al «todo» que es este álbum mientras que lo eleva a un nivel de intensidad tan brutal que me pone los pelos de punta. «The Great Beyond» es, probablemente, el mejor tema del álbum y una de las mejores canciones lanzadas este año. Ahí lo dejo. Ya os lo recordaré en diciembre cuando le peguemos un repaso al 2018.

La mayor parte del álbum destila rock acústico a raudales con leves toques de música blues (e incluso de country) y no ofrece mucho espacio para la sorpresa o para la innovación. Kennedy nos narra sus historias personales a través de melodías creadas a partir de elegantes guitarras acústicas, mandolinas, banjos y steel guitars, como sucede de fondo en «Haunted By Design» o en la original y entretenida «Devil On The Wall», uno de los pocos temas en los que el artista nos refriega por la cara lo buen músico (guitarrista) que es.

Una de las influencias más obvias del álbum es el lado más suave y dulce de Led Zeppelin. De la misma forma que el bueno de Robert Plant usó el arte en el rasgueo de Jimmy Page para expresar algunas de sus ideas más personales, Kennedy ha hecho lo mismo aquí. A ver si la mandolina que suena en la canción principal y en «Love Can Only Heal» os suena familiar… ¿no? ¿Y si os digo «The Battle Of Evermore»? ¡Claro, coño!

Pero la verdadera chicha del disco es la ira (comedida) de Kennedy en “Blind Faith”, dirigida directamente a la que según él fue la causa principal de la muerte de su padre: su fe ciega, su devoción cristiana. Sobre una guitarra acústica algo turbulenta, Kennedy le pega un más que respetuoso repaso a las creencias religiosas de su padre con un evidente y amargo resentimiento hacia su decisión de no buscar tratamiento médico debido a dichas creencias: “I know you’re steadfast in your ways. Never compromise your faith, but is it worth it in the end? To never see my face again”. No hay nada más que añadir. Dejaos llevar por la magia de su música.

Afortunadamente, no todo en este disco es tan pesimista. De hecho, cuatro de las últimas cinco pistas son, por así decirlo, más edificantes. «Mother» nos explica el alivio que supuso para Kennedy aprender a conocer más y mejor a su madre, una mujer también marcada por la tragedia de la muerte de su marido. La tragedia une… eso dicen. Es, con diferencia, la pista más conmovedora de toda la colección. Kennedy usa las últimas tres canciones para hablar sobre el poder del amor («Love Can Only Heal»), superar el dolor personal interno («Songbird») y sobre el viejo dicho según el cual el tiempo cura todas las heridas («One Fine Day»). No se trata de composiciones mayúsculas y en ellas se narran historias ya antes contadas hasta la saciedad, pero la capacidad de composición, el tono optimista y la voz de Kennedy lo compensan con creces.

La rumurología dice que Kennedy escribió y grabó su primer disco en solitario hace ya unos cuantos años, pero que luego lo desechó y jamás vio la luz. No sé cómo tomármelo, suponiendo que el rumor fuera cierto. No sé cómo serían aquellas canciones que decidió que nadie escuchara jamás. Quizá muchos de los temas aquí contenidos tengan algo que ver con éstas, pero me alegro enormemente de que este sea el disco que Kennedy ha elegido lanzar. Year Of The Tiger (2018) es impecable. Es tan bueno que le deja a uno con ganas de más. El artista nos invita a través de estas doce canciones a sentarnos a su lado y ver la vida desde su perspectiva, asomados al balcón de su alma. El cuidado por el detalle es más que obvio. Desde las letras hasta su estelar y versátil toque de guitarra y, por supuesto, su interpretación vocal, Kennedy ha diseñado cuidadosamente una obra maestra moderna, un clásico instantáneo. Un debut en solitario sin igual de la mano de uno de los mejores dentro del universo del rock ‘n’ roll. Te quiero, tío.

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 620 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.