Ocho años pueden parecer una eternidad en el mundo de la música extrema. Muchas bandas evolucionan, otras sucumben a la presión, y algunas desaparecen. Pero Nails no es una banda que siga los caminos convencionales. Tras casi una década sin un álbum de estudio, Every Bridge Burning (2024) no es ni una reinvención ni una renovación. Es Nails en estado puro: brutal, despiadado y sin concesiones.
Desde el anuncio del álbum, que vino acompañado del lanzamiento del sencillo «Imposing Will» en junio de 2024, quedaba claro que Nails no había perdido ni una pizca de su capacidad para devastar. La incorporación de Shelby Lermo (Ulthar) en la guitarra, Carlos Cruz (Warbringer) en la batería y Andrew Solis (Despise You, Apparition) en el bajo, no ha alterado el ethos fundamental de la banda liderada por Todd Jones. En lugar de buscar nuevas fronteras, Nails reafirma su dominio en un paisaje musical que ellos mismos ayudaron a esculpir con martillazos de puro caos y rabia.
El panorama del metal extremo ha cambiado significativamente desde que Nails lanzó You Will Never Be One of Us en 2016. Bandas como Full of Hell y Code Orange han empujado los límites de lo que significa mezclar géneros, explorando nuevas sonoridades y enfoques. Mientras tanto, Nails se ha mantenido imperturbable, firme en su propia identidad, marcada por influencias del crust punk, el death metal y el hardcore punk.
Pero esa misma firmeza es lo que hace de Every Bridge Burning un disco tan potente. En vez de sumarse a la tendencia de complicar la estructura de sus canciones o experimentar con nuevas texturas, Nails opta por perfeccionar su fórmula. Este álbum suena como si el tiempo no hubiera pasado, pero con una precisión quirúrgica que se percibe en cada riff y cada blast beat.
«Imposing Will», el primer tema, abre el álbum con una descarga incontrolable que recuerda a los primeros días de grindcore, pero con un filo moderno que demuestra que Nails sigue siendo una banda que entiende el poder de la simplicidad cuando está bien ejecutada. No es una casualidad que este tema haya sido el primero en ver la luz; encapsula todo lo que Nails representa: no dar tregua al oyente.
Si bien la velocidad es una constante en la música de Nails, lo que realmente les distingue es su habilidad para combinarla con momentos de groove asfixiante. Every Bridge Burning no es una simple colección de canciones rápidas y llenas de mala leche; hay momentos en los que la banda se toma un respiro para aplastarte con riffs pesados, como en la final «No More Rivers to Cross» y «Dehumanized», donde la banda se sumerge en territorios más cercanos al death metal, con una intensidad que recuerda a Slayer, pero filtrada por la crudeza de bandas como Discharge o Agnostic Front.
Una de las joyas del álbum es «Lacking the Ability to Process Empathy», una canción que, si bien mantiene el carácter abrasivo de Nails, introduce una atmósfera casi opresiva, con un mid-tempo que refuerza la densidad del sonido. Aquí, la banda demuestra que no necesita correr para destrozarte. Cada golpe de la batería de Cruz es un mazazo, y los riffs de Lermo se clavan con precisión en el subconsciente, creando una atmósfera de claustrofobia que no te suelta.
Uno de los aspectos más destacables de Every Bridge Burning es la producción. A pesar de los años y los cambios en la alineación, Kurt Ballou ha vuelto a poner su sello en el sonido de Nails, y su influencia se percibe claramente. La producción es limpia, pero no hasta el punto de restar visceralidad. De hecho, es precisamente esta mezcla de nitidez y crudeza lo que hace que el álbum suene tan impactante. Cada instrumento tiene su espacio, pero nada se siente fuera de lugar o demasiado refinado. Nails siempre ha tenido una forma particular de sonar sucio y preciso a la vez, y este álbum no es la excepción.
Aunque Every Bridge Burning es un álbum que clama a gritos ser escuchado en bucle, podría generar en algun@s oyentes la sensación de familiaridad. Los patrones que Nails ha perfeccionado desde Unsilent Death (2010) están presentes en casi todos los temas: la furia desatada, seguida de momentos más lentos y pesados, para luego regresar a la carnicería sonora. Esta repetición no es necesariamente un defecto, pero para quienes buscan evolución, puede parecer que Nails no está tan interesado en explorar nuevos territorios.
Sin embargo, esa es la paradoja de Nails: la banda ha creado un espacio tan único dentro del metal extremo que cualquier desviación significativa podría diluir su esencia. No están aquí para reinventar la rueda, sino para aplastarte con ella.
Every Bridge Burning es Nails en su máxima expresión. Un álbum brutal, feroz y despiadado que no busca reinventar su sonido, sino reforzarlo con una nueva alineación que ha sabido mantener la llama de la banda ardiendo con más fuerza que nunca. Si esperabas una reinvención, quizás te sientas decepcionad@. Pero si lo que querías era otro asalto sónico sin concesiones de una de las bandas más implacables del metal extremo, entonces este álbum te dejará más que satisfech@.
Nails sigue quemando puentes, pero lo hace desde su trinchera, sin mirar atrás.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.