Vuelta a la palestra y no hay mejor manera que hablando sobre el disco Diatribes (1996) de Napalm Death. Pero antes de entrar en materia hagamos un repaso de la época y el porqué este trabajo es como es.
Los de Birmingham empezaron hace 40 años haciendo punk para derivar hacia un primigenio grindcore y más tarde hacia el death metal, a partir de su cuarto disco Harmony Corruption (1990), por lo que ya podíamos intuir que no se quedarían quietos mucho tiempo en un mismo estilo o género. También cabe destacar que en los 90 el metal, sobre todo el extremo, tuvo su mayor evolución y contó con la aparición de grupos y discos que influenciaron su camino a seguir.
El hecho de militar algunos de ellos en Brujeria y la salida de Demanufacture (1995) de Fear Factory les hizo encaminarse hacia la experimentación y jugar con sonidos industriales, por no hablar de los compañeros de rooster que tenían en Earache Records que a mediados de los 90 no pararon de sacar nuevos y suculentos grupos tales como Pitchshifter, Godflesh o Misery Loves Co. que también tuvieron parte de «culpa».
Tras la salida de su anterior disco Fear, Empitness, Despair (1994) que fue bastante conservador aunque con algún atisbo del cambio, había muchas ganas de escuchar el nuevo material y para un servidor, no defraudaron para nada. Diatribes ha envejecido muy bien y aunque hay alguna que otra canción bastante extraña todo el disco tiene mucha fuerza y una producción muy profesional pudiendo escuchar todos los instrumentos a la perfección y con un Barney en estado de gracia usando varios registros. A este disco le siguen un total de 10 Lp’s además de multitud de Ep’s, singles y compilaciones, vamos, que no han estado parados nunca.
Entrando en materia el disco es un carrusel de emociones, una montaña rusa con bajadas extremas junto a paseos calmados mientras observas un paisaje desolador. Y es que en el tema lírico nos muestran una realidad cruel e injusta, algo que han llevado por bandera durante toda su carrera. Arrancan de la mejor manera posible con Greed Killing, canción de la que hicieron un vídeo que podéis encontrar más abajo. Me lo grabó en VHS un compañero del instituto junto a decenas de vídeos más y me los veía casi cada día. Su riff principal se te queda grabado a fuego con un groove absolutamente genial siendo una canción sencilla con una estructura bastante básica pero 100% efectiva para partirte las cervicales.
Después de una canción a medio tiempo nos muestran con «Glimpse into Genocide» su nueva faceta en la que el grindcore se fusiona con unos guitarrazos monolíticos alternando con alguna que otra disonancia y mostrando ese halo industrial del que hablaba antes. Seguían sonando a ellos, de eso no hay duda, pero algo se había metido en sus cabezas durante los dos años anteriores. Los ritmos de Danny Herrera son de corte más tribal (posiblemente influenciado por Sepultura). Pero donde nos la meten doblada es con unas guitarras acústicas deliciosas es en «Ripe for the Breaking» mezcladas con partes muy locas de un curioso grind. Una canción muy hipnótica.
«Cursed to Crawl» la encontré en un recopilatorio de su sello y siempre me ha fascinado. Ese bajo tan redondo junto a unas etéreas voces y suaves guitarras desembocando en una bacanal de pura brutalidad, es sublime. No hace falta mucho para crear una buena canción. En las partes más «suaves» me recuerdan a grupos como Helmet y Filter que también lo petaron bastante durante esa época.
Donde veo más reflejadas este tipo de influencias es en «Cold Forgiveness». Aquí no tuvieron ningún miedo a la hora de experimentar y entiendo que mucha gente no aceptara este cambio tan radical. Lo bueno es que seguían teniendo canciones bastante continuistas pero otras como esta se separaban mucho de su primitivo death/grind. Creo que la jugada les salió bien. Hoy día siguen sacando discos en los que aúnan todas y cada una de sus épocas creando geniales obras.
Un tanto alocada se nos presenta «My Own Worst Enemy» en un estilo más acorde con su pasado. Patrones repetidos pero potenciados por las grandes guitarras de Mitch Harris y del fallecido Jesse Pintado creando un muro sonoro. Este se repite un poco en la siguiente «Just Rewards» recuperando su faceta industrial con una batería metódica y machacona. Una canción bastante repetitiva e insulsa.
Perdieron algo de velocidad en este disco apostando más por ritmos bailongos y a medio tiempo y una buena muestra es «Dogma», con unas partes muy atmosféricas y sugerentes, típicas de esos años aunque luego se aceleran de lo lindo. Algo que siempre me ha gustado de Napalm Death es el cuidado que tienen con el sonido de la batería pudiendo notar cada bombo y caja a la perfección.
Como si de Nailbomb se tratara, «Take the Strain» arremete contra nosotros sin piedad creando una sensación de angustia y desesperación. Mezcla perfecta de death con metal industrial con un gran desarrollo.
Y llegamos a la que da título al disco. «Diatribes» sigue los patrones vistos anteriormente jugando con medios tiempos, ritmos tribales y guitarras machaconas recuperando su apartado más hardcore repartiendo estopa por todos lados y resarciéndose un poco del desaguisado anterior para una gran parte de sus seguidores. Su parte final más experimental es simplemente espectacular.
Hipnóticos ritmos nos presentan en «Placate, Sedate, Eradicate» para ir encarando la recta final de este viaje. Se muestran mucho más místicos y con ganas de probar otras cosas sin perder su esencia.
No varían mucho las cosas en «Corrosive Elements» que pone el broche de oro a este disco que impactó bastante en la escena dejando por el camino algunos fans que no vieron bien este cambio. Puede que sea por descubrirlos justo en esta época con su anterior disco y quemarme las retinas con sus vídeos a mediados de los 90 pero es un disco que me marcó mucho así como tantos otros discos que han ido sacando a lo largo de los años. Larga vida a Napalm Death.