Nick Cave & The Bad Seeds – No More Shall We Part: 20 años sin volver a separarnos de Nick Cave

Después de tenerlo aparcado durante demasiado tiempo, volver a pinchar de nuevo No More Shall We Part para escribir la presente reseña me retrotrae a la Semana Santa de 2001, más o menos cuando apareció este majestuoso undécimo álbum de estudio de Nick Cave y sus esenciales malas semillas. Por aquel entonces, en el que aún no disponíamos de Spotify, YouTube o Bandcamp, mi bendito y a veces añorado empleo me permitía poder escuchar a fondo cualquier producto musical antes de que decidiera comprarlo en firme. Y así fue como este penetrante cáliz, que me embriagó al instante, se acabó convirtiendo en la ideal penitencia de mis contados días de mini vacaciones por los bellos parajes de la comarca catalana del Pallars Sobirà.

Con lo que os he relatado hasta ahora, ya podéis deducir que estamos ante una creación introspectiva, meditativa, purificadora y espiritual, que desprende un hechizante aura, de trazo uniforme aunque con esporádicas pero necesarias estridencias, que te envuelve de principio a fin. No hay piezas que sobresalgan por encima de las otras y todas están colocadas en su correcto orden y discurren en su justa medida, talmente como si pertenecieran a una especie de misa solemne para melómanos agnósticos.

Una ceremonia que empieza sin preámbulos, directa al grano, con la peculiar narrativa de “As I Sat Sadly by Her Side” y termina, al cabo de unos aproximados setenta minutos, con las redentoras “Gates to the Garden” y “Darker with the Day”. A lo largo del resto de la liturgia, la madurada voz y el omnipresente piano del enigmático sacerdote australiano, con las exquisitas aportaciones y orquestaciones sonoras de sus fidedignos diáconos (Mick Harvey y Blixa Bargeld a las guitarras, Warren Ellis al distintivo violín, Conway Savage al órgano, Martyn P. Casey al bajo y el sutil Thomas Wydler a la batería) y de los precisos coros de las hermanas McGarrigle, surcan entre las diversas homilías de corte suave (“And No More Shall We Part”, “Love Letter”, “God Is in the House”, “Sweetheart Come” y “We Came Along This Road”) o los puntuales sermones de carácter imponente (“Hallelujah”, “Fifteen Feet of Pure White Snow”, “Oh My Lord” y “The Sorrowful Wife”). Como colofón de este itinerario confesional, los creyentes acérrimos son obsequiados con cuatro temas inéditos de similar patrón al reflejado en el repertorio de base: dos, “Grief Came Riding” y “Bless His Ever Loving Heart”, incluidos en la edición limitada del CD (juntamente con un exiguo vídeo-documental exclusivo), y el otro par, “Little Janey’s Gone” y “Good Good Day”, en la cara B del primer single.

A modo de recapitulación, No More Shall We Part es una ejemplar obra dentro de la prolífica discografía de Nick Cave & The Bad Seeds, que tanto puede servir como bautismo para futuros feligreses, como confirmación para los iniciados en su religión, o como celestial soundtrack para pecadores como yo.

Xavi Garriga Giol