Esta visita a nuestros escenarios de Satanic Surfers y No Fun At All coincide con la recta final de un fin de semana que, en lo personal, fue una auténtica locura de conciertos y eventos musicales. El viernes por la noche me desplacé hasta Terrassa para ver como Soziedad Alkoholika reventaban la Sala Faktoria d’Arts, el sábado en la Sala Bóveda The Haunted dieron uno de los mejores conciertos que he visto en los últimos tiempos, mientras que el domingo por la mañana tocaba lavado de cerebro infantil en la Escola de Rock Festival. Así que, como os podéis imaginar, llegaba ya un poco saturado a esta cita con el hardcore melódico de domingo noche en el Estraperlo de Badalona.
Si no contamos a mis siempre adorados Bad Religion, hacía muchos años que no asistía a un concierto de hardcore melódico en sala (algunos he visto repartidos en varios festivales, eso sí). En realidad, es un estilo que seguí con bastante intensidad en su momento, pero ya hace unos cuantos años que he dejado de estar demasiado al corriente de las novedades. Eso, de todas maneras, no evitará para nada que pueda disfrutar al 100% de las dos bandas que nos ocupan hoy, ya que ambas se encuentran precisamente en ese mismo plano. Cierto que las dos estan a punto de presentar nuevos trabajos, pero sus momentos cumbre, aquellos por los que la (mucha) gente congregada hoy aquí había venido a verlos, coincidieron plenamente con mi época de pasión (y la de mis amigos, que hoy estábamos todos aquí) por el género.
El Estraperlo siempre es una sala un poquito especial en varios sentidos. Primero, está al quinto pino de cualquier otro reducto de rock de los que acostumbro a pisar, y visitarla siempre es un pequeño evento (yo personalmente no había venido desde el concierto de Converge hará cosa de un año y medio largo). Además, el cuartel general de HFMN exhuda actitud y espíritu punk por los cuatro costados, y aunque no esté super llena, su configuración hace que casi siempre lo parezca. En días como hoy, en el que si no hubo sold out debió faltar bien poco, la sensación de compresión es total, con la pista abarrotada y las escaleras repletas de gente con caras esperanzadas y ganas de querer volver por unas cuantas horas a una época de adolescente felicidad y despreocupación.
Adrenalized
La banda encargada de abrir la velada le venía como anillo al dedo al cartel de hoy. Los vascos Adrenalized, a pesar de tener poco más de diez años de vida, beben sin demasiado disimulo del movimiento hardcore melódico noventero al que pertenecen ambos cabezas de cartel, y en su música podemos apreciar claros dejes a bandas como Lagwagon o los propios Satanic Surfers. En un Estraperlo que ya estaba casi a petar y que solo contaba con un hueco delante del escenario para que los más activos se animaran con los pogos desde primera hora, el cuarteto liderado por Ander (Tejas) se pasó cuarenta entretenidos minutillos descargando una quincena de temas veloces, llenos de coros, de melodías y de breaks pertenecientes a sus tres álbumes de estudio.
No fue hasta prácticamente el final del concierto que la gente se animó a moshear, y el momento más celebrado llegó con una final «Tales From The Last Generation» que da título a su último disco y que estuvieron a punto de no interpretar por culpa de las limitaciones de tiempo y del pequeño retraso que ya estábamos acumulando. Habría sido una pena, porque esta canción, con un bajo muy presente y poderoso, me pareció, prácticamente, el mejor momento de toda su descarga.
Aunque es cierto que no inventan nada, y menos ante oídos solo moderadamente expertos como los míos, los guipuzcoanos sonaron tan bien como cualquiera y me resulta muy improbable que alguien que hubiera venido a ver a Satanic Surfers o a No Fun At All no disfrutara sin esfuerzo de su concierto. En estos últimos años Adrenalized lo han ido petando bastante intensamente, participando en un montón de festivales (estarán este año en el Resu, por ejemplo) y con sobrada experiencia fuera de nuestras fronteras. Y después de haberlos visto hoy por primera vez, la verdad es que no me extraña: demostraron estar a la altura de cualquier banda de hardcore melódico y justificaron sobradamente el porqué son toda una referencia en el panorama nacional.
Setlist Adrenalized:
The Prophets And The Wise
Eyeless Men
The Empire Of The Greedy
Last Man Standing
Tarkin Doctrine
No More Vassals
Sin+Core
The Taste Of The End
The Megamachine
Dead Inside
When The Screaming Began
Walls Of Ignorance
Crawling in The Ashes
Tales From The Last Generation
Satanic Surfers
Aunque los cabezas de cartel de hoy, tanto por tiempo sobre el escenario como por posición en los posters y en el orden de actuación, eran evidentemente No Fun At All, cuando entre amigos y conocidos nos referíamos a este concierto lo hacíamos como «el de Satanic«. Y de una forma u otra esa es también la sensación que me dio al ir hablando con la gente que, ahora ya sí, abarrotaba absolutamente la sala: todo el mundo tenía ganas de ver a NFAA, claro, pero el gran reclamo de la noche de hoy eran Satanic Surfers. Quizás el hecho de haber estado separados durante tanto tiempo (lo dejaron como banda en 2007 y no volvieron hasta hace poco más de dos años) les ha dado una cierta aura de culto que ha multiplicado el interés por ellos hasta el punto que, durante este par de años desde su resurrección, han venido hasta cuatro veces (Resu 2016, Gasteiz Calling 2017, gira junto a Good Riddance y ahora). Y aún así, la gente parece tan contenta y expectante como el primer día.
Aunque Satanic Surfers no era uno de mis grupos de cabecera en aquella época que decíamos que yo era fan del género, es innegable que hoy se marcaron todo un bolazo, y a mi juicio se erigieron como los grandes triunfadores de la noche gracias a un nivel de energía e intensidad que mantuvo al público enloquecido durante los casi sesenta minutos que estuvieron sobre el escenario. Además de su simpatía, su velocidad, su precisión y su potencia, se sirvieron de un montón de hits noventeros celebradísimos, que hoy vinieron sazonados por un pequeño puñado de cortes recién salidos del horno, preparados para formar parte de su séptimo trabajo de estudio, Back From Hell (2018), en la calle en pocas semanas.
Cabe decir que, del line up clásico que les hizo grandes dentro del mundillo tan solo quedan dos miembros: el guitarrista Magnus Blixtberg y el cantante Rodrigo Alfaro, que se mostró en todo momento bastante silencioso e incluso algo sombrío, más entretenido pegándose de leches con el micro en la cabeza que interactuando con el público, trabajo que recayó en un alegre y genuinamente simpático Andy Dahlström, un tío que a pesar de llevar relativamente poco tiempo en formación demostró estar en su salsa y ser mucho más entusiasta y dicharachero que el ex vocalista de Atlas Losing Grip, esa gran banda que se ha ido al garete como efecto colateral de la vuelta de Satanic. Por cierto, que si antes comentábamos que el bajista de Adrenalized llevaba una camiseta de Slayer, Rodrigo quiso doblar la apuesta metalera, apareciendo sobre el escenario enfundado en una de Morbid Angel, algo que, me imagino, debió escandalizar a los hardcoretas más talibanes (que haberlos, haylos).
El concierto no dejó ni un segundo de respiro, y los temas nuevos, encabezados por su nuevo single, «The Usurper», no desentonaron para nada con sus clásicos. De hecho, si no conocieras de nada a la banda, seguro que no podrías distinguir, en términos de calidad, unos de los otros. Con la simpatía que le acompañó en todo momento, Andy se mostró todo orgulloso del resultado del nuevo disco, el primero en casi trece años, y lejos de disculparse por forzarnos a escuchar un puñado de temas nuevos (solo fueron 3 o 4) que nadie conocía, nos invitó a estar contentos por recibir este regalo. ¡Pues claro que sí!
Aunque una cosa está clara, las canciones nuevas pueden estar bien, pero los puntos álgidos de una locura que se mantuvo constante en todo momento llegaron, como no, con temazos históricos e imprescindibles como «Before Is Too Late», «Catch My Breath», «Hero Of Our Time», «Even If Time Stood Still» o «And The Cheese Fell Down», acompañadas todas ellas de un pogo continuo y de gente subiendo constantemente al escenario para saltar pero también para abrazar a los miembros de la banda o agarrar cualquier micrófono disponible y lanzarse a cantar unas letras que, por lo que pude comprobar, se sabía todo el mundo.
La apoteosis llegó con el trío final, formado por «Don’t Skate On My Ramp», «Head Under Water» y «Good Morning», en la que Rodrigo se animó por fin a interactuar un poco con el público lanzándose desde el escenario, cosa que acabó con la gente manteándolo y haciendo un amago de repetir aquellos clásicos momentos hace una quincena de años en la mítica Nau de La Roca del Vallès (sede de los históricos La Roca International Karatepunks y percursora, en personal y en espíritu, de este Estraperlo), donde los músicos que más lo petaban acababan siendo literalmente transportados hasta el exterior de la sala en brazos de los siempre excitados fans. Batallitas a parte, Satanic Surfers dieron un bolazo y demostraron estar en un estado de forma excelente. Veremos qué puede dar de sí este nuevo trabajo y, si siguen con este trepidante ritmo de visitas a nuestros escenarios, seguro que tendremos la oportunidad de verlos de nuevo más pronto que tarde.
Setlist Satanic Surfers: (creo)
Egocentric
Before It’s Too Late
The Usurper
Forfeiture
Puppet
U&IR1
Catch My Breath
Hero Of Our Time
Even If Time Stood Still
Self Medication
Sunshiny Day
PC=Potential Criminal
Why?
The Treaty And The Bridge
And The Cheese Fell Down
Worn Out Words
Don’t Skate On My Ramp
Head Under Water
Good Morning
No Fun At All
Si más arriba decía que Satanic Surfers no habían sido uno de los grupos que más me emocionaron en estos dulces noventa en los que me pude considerar fan del hardcore melódico, No Fun At All son todo lo contrario. De hecho, junto a los igualmente negativos No Use For A Name, los también suecos Millencolin y quizás Pennywise, fueron las bandas de esa hornada y ese estilo que más me trillé en la época. Y de todos ellos, si había un disco que por un motivo y otro estaba en constante bucle en mi coche, era Out of Bounds, así que el repertorio que hoy nos presentarían los suecos, con amplísima presencia de canciones de este disco, me satisfizo notablemente.
Aunque a priori me gustan más que Satanic, o mejor dicho, controlo su catálogo bastante mejor, y aunque el bolo de los cabezas de cartel del hoy fue innegablemente divertido, creo que los primeros se llevaron la palma a todos los niveles. Para mí, No Fun at All no tuvieron nunca la intensidad y la energía de los surferos satanistas y, como detalle simbólico, los temas nuevos y aún desconocidos (por pertenecer también a un futuro nuevo disco) pasaron sin pena ni gloria en comparación con las ovaciones que recibieron los de Rodrigo Alfaro. Esto para mí quiere decir dos cosas: la primera y obvia, que las nuevas canciones de Satanic son mejores, y la segunda, no menos significativa, que la gente estaba más entregada a lo que le echaran.
De todas maneras y refiriéndome a este último punto, me resulta complicado comparar con total conocimiento de causa la respuesta del público ante ambos bolos, ya que los viví desde sitios muy distintos: el primero al borde del pit y el segundo fuera del espacio central delimitado por columnas, donde el sonido es mucho más bajo y la sensación de sardineo es mucho menor. Y aunque veía igualmente como la gente subía y saltaba constantemente del escenario con caras de excitación y felicidad, atreviéndose incluso a probar todo tipo de valientes piruetas, mortales y tirabuzones incluidos, me dió la sensación que No Fun at All no alcanzaron el mismo nivel de complicidad con la gente y que en general su actuación fue algo más fría.
Con la simpatía, la habilidad melódica, los espasmos ocasionales y los ininteligibles gorgoritos entre canciones de Ingemar Jansson a los mandos, todo un señor que parece serguir el camino de Greg Graffin de Bad Religion y de Milo Aukerman de Descendents en sus pintas de improbable estrella del punk rock de mediana edad, No Fun at All empezaron su descarga a todo trapo con «Believers», el tema que abre su celebrado No Straight Angles. De este excelente disco también interpretaron otros temazos como «Growing Old, Growing Cold», «Wow and I say Wow» o «Strong and Smart», dejándose en el tintero algunas maravillas como «I am Wrong and I am Right», «Wisdom?» o, más criminalmente, «Beachparty».
La excelente «Suicide Machine», la über-melódica «Should Have Known» y la veloz y trallera «Catch me Running Round», que sirvió para cerrar el set principal, fueron la representación de The Big Knockover, mientras que «Mine my Mind», si no me equivoco, fue el único tema que tocaron del irregular y desapercibido Lowrider. De la misma manera, las tres o cuatro canciones nuevas que interpretaron de su próximo disco de estudio, que por lo que parece ya está grabado, no acabaron de excitar demasiado a nadie.
Su época más primeriza se la ventilaron con un par de temas de su EP de debut, toda una pieza de culto como es Visions: «Where is the Truth?» y «I Won’t Believe in You», con unas curiosas twin guitars que recordaban a los Iron Maiden de la época Paul di Anno. Pero el gran protagonista de la noche acabó por ser Out of Bounds, del que sonaron hasta siete temas que me transportaron a esos días de verano de radiocasette, despreocupación adolescente y ventanilla bajada. Es divertido comprobar como después de haberlas tenido abandonadas durante un porrón de años, aun recuerdo las letras completas de cortes míticos como «In a Rhyme», «Beat ‘em Down» o la propia «Out of Bounds».
Justo antes de hacer la típica intentona de bajar del escenario para preparar el bis de turno, una de las guitarras tuvo un problema técnico con el cable que se alargó más de lo normal, cortó bastante el rollo y puso de manifiesto algo de falta de preparación en estos casos. Pero cuando se rehacieron lo olvidamos bien rápido, ya que un principio de bis con «Beat ‘em Down», «Evil Worms» y la edulcorada pero histórica (especialmente en mi grupo de amigos) «I Have Seen» hizo olvidar cualquier posible inconveniente y nos llevó en volandas hasta una recta final protagonizada por el que es quizás su pequeño gran hit, «Master Celebrator».
Aunque no hubiera fiesta en la playa y aunque algunos de sus trabajos más recientes lleven una cantidad de azúcar que a veces me resulte difícil de digerir, dudo que nadie se pudiera quejar demasiado del setlist. El quinteto liderado por Ingemar Jansson y el canoso guitarrista Mikael Danielsson, únicos miembros originales de la banda, demostró estar en muy buena forma sobre el escenario (está por ver si podemos decir lo mismo de su producción actual en estudio) y, personalmente, si en The Haunted el día anterior me había dejado la cervicales, hoy me destrocé las cuerdas vocales. Vamos, que acabé el fin de semana me dejó verdaderamente molido.
Los que aún no habíamos tenido suficiente dosis de hits del hardcore en todas sus vertientes nos pudimos quedar un rato a escuchar temones de Refused, Raised Fist, No Fun at All o Abhinanda de la mano de los Rastrillo Djs, que nos habían amenizado los entre-conciertos sin que nadie se diera demasiada cuenta. Siendo domingo, la gente desfiló hacia sus casas a bastante velocidad, de manera que cuando el pobre Ingemar salió a la pista cerveza en mano dispuesto a mover el esqueleto y charlar con quien hiciera falta, se encontró con cuatro gatos mal contados. Sea como fuere, creo que todos estaremos de acuerdo en que vivimos una gran velada de hardcore melódico. Casi había olvidado lo divertidos que son estos bolos, tú. ¡Tendré que ir a más!
Setlist No Fun at All:
Believers
Suicide Machine
Mine my Mind
Perfection
Growing Old, Growing Cold
Spirit
Should Have Known
Lose Another Friend
In a Rhyme
Simple
Wow and I Say Wow
Strong and Smart
Never Ending Stream
I Won’t Believe in You
The Humdrum Way
Out of Bounds
In a Moment
Catch me Running Round
—
Beat ‘Em Down
Evil Worms
I Have Seen
Where’s the Truth
Master Celebrator
Siempre me ha encantado escribir y siempre me ha encantado el rock, el metal y muchos más estilos. De hecho, me gustan tantos estilos y tantas bandas que he llegado a pensar que he perdido completamente el criterio, pero es que hay tanta buena música ahí fuera que es imposible no seguirse sorprendiendo día a día.
Tengo una verborrea incontenible y me gusta inventarme palabras. Si habéis llegado hasta aquí, seguro que ya os habéis dado cuenta.