Para el que escribe, se presentaba una noche de descubrimientos, pues aunque ya conocía a Protomartyr desde su Relatives in Descent (2017) por una serie de curiosas coincidencias (y oscuros algoritmos de plataformas de reproducción musicales) pero no había tenido nunca oportunidad de ver su directo. Abriendo el evento se presentaron Pinpilinpussies. Para mi, unas completas desconocidas de las que todas las referencias las dejaban por las nubes. Así, con tales recomendaciones, las expectativas eran, como mínimo, muy muy buenas.
Pinpilinpussies derrama caña y simpatía
Pinpilinpussies son el dueto formado por Ane Barcena y Raquel Pagès a la guitarra y batería y voces, respectivamente y viceversa, porque una de las gracias del proyecto es su recorrido personal. Aunque estudiaron juntas, ambas se conocieron tomando clases de batería y, cuando sus caminos se cruzaron realmente, surgió la magia que se plasma tanto en la delicadeza y simpatía de sus productos como en la electricidad de su directo. Ellas se definen en redes como “Rollo Lo-Fi. Sonido crudo y tal”. Y así es. Directo al plexo solar. No hace falta nada más. Bueno, es indispensable verlas en directo porqué son la definición de conexión. Se conectan entre ellas con la mirada y se electrizan hasta desbordar el escenario y atrapar al público, casi literalmente.
Vestidas a conjunto, con pantalones plateados y simpáticos moños a modo de pequeños cuernecillos, Ane y Raquel parecen tímidas y vergonzosas, pero es solo un espejismo. A la que empieza a sonar la distorsión y arranca el ritmo todo se enciende y se precipita con urgencia. Se lanzan con temas en euskera, que compaginan con títulos en castellano y letras en inglés, a medio set se intercambian los instrumentos, se cruzan miradas y se lo pasan bien. Hacen lo que quieren y les sienta bien. Y todo se derrama y se contagia a la platea. Un set honesto, sincero, reivindicativo y contundente que divirtió y convenció a la asistencia que iba llegando a La [2] de Apolo. Superó con creces las buenas expectativas y me han convertido en otro “recomendador” acérrimo de la banda.
Protomartyr toma con pragmatismo La [2] de Apolo con una muy buena entrada
A la hora programada, la sala 2 de Apolo se fue llenando justo a tiempo para ver salir a Joe Casey con su taza de café para llevar, esas de papel con tapa y contenido incierto, mientras va descargando, de diversos bolsillos de la americana, todas las cervezas que ha podido sacar del backstage. El tipo, con pose pretenciosa y oculto tras sus características gafas de sol, mantendrá entre las manos la taza durante “Day Without End”, un tema con arranque pausado y ominoso que el frontman empieza en lo que parece un recital poético pero, a la vez que la banda va tomando velocidad de crucero, el recital toma fuerza hasta convertirse en la amenaza que son Protomartyr. “Covards Starve” sube un escalón y “Tarpeian Rock” ya los sube de dos en dos.
Con “Michigan Hammers” la cosa se afila en las voces y la banda se acelera y dinamiza. Empiezan a verse cierto movimiento entre las cabezas del público. La banda sigue manteniendo la actitud distante que los caracteriza, a excepción de la teclista, Kelley Deal, que desde 2020 se les une en giras, y pone el contrapunto en las voces femeninas y coros. Es el único miembro que muestra cierta empatía y también recibe el calor del público en sus oportunas intervenciones, ya sea a la voz o en los teclados. Para muestra, “June 21” donde la delicada voz de Kelley apoya de forma efectiva a la de Casey y la desgarradora guitarra de Greg Ahee, que parece querer acallarla. De forma sutil, la intensidad se va agravando y los temas se encadenan, con alguna arenga de Casey, ininteligible por mi parte, a modo de presentación o interludio.
Todo fluye y se densifica a la vez y los espectadores se va adaptando al proceso de cambios de tempos e intensidades. La platea presta atención reverencial ejemplar: pocos y puntuales móviles, charlas escuetas y alejadas del escenario como hacía tiempo no me fijaba El proceso llega a la máxima comunión, como no podía ser de otra manera, con los temas más representativos de la banda. “The Devil in His Youth” aporta dinamismo y “A Private Understanding” nos envuelve de nuevo en esa tensión claustrofóbica que tan fácilmente vira en agresividad contenida e incontenible de “Windsor Hum”.
La sala se ha ido calentando poco a poco, con diferentes intensidades pero, por fin, cuando ya se encara el final de la actuación, todo se pone patas arriba con “Processed by the Boys” y la audiencia ya no para de seguir el ritmo con “Pontiac 87” y ”Junbo’s”. Ha sido como una olla a presión que se ha ido calentando a fuego lento hasta llegar al nivel de ebullición. Ahora solo falta mantener la temperatura. Sin escapes, la recta final se precipita, como no podía ser de otra manera, hacia un final abrupto.
Protomartyr tiene una propuesta clara, provocativamente pretenciosa, con una presentación funcional pero contundente. Con la descompresión necesaria, vamos abandonando la sala con la sensación de haber asistido a uno de aquellos conciertos que superan con creces las buenas expectativas iniciales. Cosa que no pasa siempre.
Setlist Protomartyr:
Day Without End
Cowards Starve
Tarpeian Rock
Michigan Hammers
June 21
Wheel of Fortune
Night-Blooming Cereus
The Devil in His Youth
A Private Understanding
Windsor Hum
Processed by the Boys
Pontiac 87
Jumbo’s
Worm in Heaven
The Chuckler
Half Sister