La pasada noche del sábado 1 de diciembre, en la sala Barts, se presentaban Sôber y su “Sinfonia del Paradysso” acompañados de una espectacular Barcelona Rock Orchestra.
Puntuales y con la sala al borde del sold out, muy pocas localidades quedaron vacías. Intro formada de una melodía y una voz en off, recitando títulos de canciones de Sôber, mientras los miembros de la orquesta iban entrando para colocarse en sus puestos. Por detrás del escenario aparecía Manu para ocupar su asiento tras la batería, colocada justo en medio y flanqueada por la orquesta a ambos lados, el resto de la banda madrileña saltó al escenario por los costados: Jorge, Antonio y Carlos desde el primer minuto ya daban la impresión de arrasar la sala Barts, como así fue. Algo que fue reciproco ya que el público también tenía muchas ganas de ver a Sôber y a la Barcelona Rock Orchestra con el sonido que se merece, algo que en el pasado Rockfest no tuvieron.
Se creó un ambiente espectacular, ayudado por la pantalla gigante que proyectaba imágenes acompañando todas las canciones. Daba comienzo una noche apoteósica con “Animal” y “Reencuentro” sin apenas descanso entre ellas, sonido potente, algo que en la grabación del álbum y a opinión personal no llego a percibir. En directo logran esa fuerza que reparten por doquier y consiguen momentos inolvidables.
“Blancanieves” fue la siguiente, magnífico trabajo en los arreglos para este tema donde todos los instrumentos encima del escenario suenan con la misma intensidad, algo que también se apreció en el siguiente tema en sonar, “Eternidad”, con un público entregado y contagiado y que no paraba de acompañar a Carlos Escobedo cada vez que el vocal invitaba a cantar junto a él o levantándose de los asientos con un simple gesto de éste. “Lejos” es de las canciones grabadas con orquesta que mejor suenan, parece preparada desde su composición para ir de la mano de arreglos con violas, chelos, etc… En directo suena brutal.
Alguien que no suele fallar en las visitas de Sôber a la ciudad condal es Morti, por la buena relación con los miembros e historia del grupo no es la primera vez que colabora en directo y la buena sintonía es algo que se nota encima del escenario, creando grandes momentos como fue “Náufrago”. Todo está meticulosamente preparado para que cada miembro de la banda, hasta los invitados, tengan su espacio como en “Cápsula”, con un Manu Reyes demostrando a la batería su grandísima técnica y calidad.
El primer tema de Vulcano (2016), su último trabajo en estudio, fue “El Viaje”, ya en el disco consigue crear ese clima con los arreglos para orquesta y en directo funciona a la perfección. Tampoco bajaron el listón los siguientes temas, “Hemoglobina” cada vez que llega el estribillo muchísimo público no puede aguantar sentado y empieza a quedarse en pie o acercarse a los laterales del escenario para dejarse llevar, “El Hombre de Hielo” con una orquesta de nuevo magistral y el momento para Antonio Bernardini y sus seis cuerdas al mismo nivel, con un solo final colosal. No paraban y uno de sus clásicos “Vacío”, Carlos a la voz no baja en ningún momento el listón, con el tiempo ha ganado y da la sensación de que llega a todo sobrado.
A ritmo de “Paradysso” llega un primer respiro y un mini descanso para los madrileños y la orquesta ,pero no tardan en volver y lo hacen con “Estrella Polar” y Carlos Escobedo cantando paseándose entre el público, regalando uno de los momentos de la noche (otro), llegando a cantar con una niña de la primera fila cogida en brazos, ¿cursi? pues si, pero fue algo hermoso de cojones. Vuelta a las tablas con “No perdones”, quizá el tema más desapercibido del setlist, visto y no visto, y es que está incrustado entre dos grandísimos momentos: el mencionado anteriormente y con el imprescindible “Arrepentido”, además, para la ocasión, junto a Ruth Lorenzo esta mujer si es La VOZ con mayúsculas, descomunal dúo con Carlos. Volvían a dejar el escenario unos minutos para arremeter la recta final y volver con los bises, Carlos Escobedo no paró de agradecer a la orquesta, a los invitados y al publico crear junto a ellos una noche tan especial.
Broche final con “Diez Años”, esta vez era Jorge quien tocaba entre el público con muy poca gente sentada y sin dejar de cantar, “Mis Cenizas” y “Superbia”. Más de dos horas de una noche en la que Sôber y la Barcelona Rock Orchestra nos regalaron una “Sinfonía del Paradysso” magistral , si aparecen por tu ciudad pecado capital perderte semejante espectáculo.