Si eres amante de la música y discografía de la banda británica progresiva Threshold estás de enhorabuena. Un nuevo proyecto paralelo a cargo de su teclista y compositor principal, Richard West, ha tomado forma con la creación de nueva banda, Oblivion Protocol, y un nuevo trabajo, The Fall of the Shires. Se trata de una secuela del álbum conceptual de Threshold Legends of the Shires (2018), una continuación descartada por la banda pero que Richard West quiso finalizar por su cuenta. Aunque su intención inicial no era ni tan siquiera publicarla, una vez concluida su composición constató que el resultado final era mejor de lo que esperaba y decidió rodearse de un buen puñado de amigos músicos para grabarla y darle forma final. Ellos son Ruud Jollie (guitarrista en Within Temptation), Simon Andersson (bajista en Darkwater) y Darby Todd (batería en Devin Townsend), los encargados de desplegar instrumentalmente la creatividad de Richard West. Karl Groom, su compañero a la guitarra en Threshold, también aparece como invitado de excepción y firma algunos de los solos más interesantes del trabajo.
Estilísticamente hablando, nos encontramos ante una obra de menor complejidad en comparación a Legends of the Shires. El progresivo que aquí impera es mucho más accesible y/o comercial (aunque no falto de pomposidad gracias a sus arreglos sinfónico/orquestales), tanto en estructura como a nivel melódico. No es difícil conectar con su música, pues las melodías, en especial las vocales, son fácilmente reconocibles e incluso las podríamos englobar dentro del AOR/pop.
La duración global tampoco nos engaña, mucho menor que su precuela. Pensemos que, conceptualmente hablando, The Fall of the Shires pretende ser una conclusión a la historia iniciada en Legends, un camino concreto que toma su protagonista de entre los muchos que se le presentan. Este camino pasa por convertirse en rey de los condados, aunque lo triste es descubrir que la única manera que tiene para hacerlo es ejerciendo la opresión sobre su pueblo. En torno a este punto de partida, un rey tirano que ahoga a su gente, nos hacemos un poco la idea de la deriva que toma la historia, perfectamente plasmada en su título: la caída de los condados. Podría tratarse de un futuro distópico, pero no hay nada más que echarles un ojo a sus videoclips y escuchar atentamente sus letras para darnos cuenta de que la temática tiene más de real y vigencia de lo que a priori podríamos imaginar. Saber trasladar esa sensación general de desasosiego, oscuridad y opresión a nivel musical es el desafío principal con el que Richard West se ha enfrentado en este The Fall of the Shires, el cual pasamos a desgranar a continuación.
El álbum se inicia con “The Fall, Pt. 1”, un tema acústico en esencia y con una fuerte presencia de teclados, que recupera guiños y melodías con cambios tonales de su predecesor Legends of the Shires. Las influencias de Pink Floyd son claras y evidentes (yo aquí escucho muchos recursos prestados tanto de “Comfortably Numb” como de “Hey You”) y son quizás, en mi caso, precisamente esas similitudes las que me han hecho “conectar” de forma inmediata con esta propuesta. Karl Groom como invitado especial borda un solo de guitarra para enmarcar, conduciendo el tema hasta su finalización. “The Fall, Pt. 1” es un tema precioso, melancólico, capaz de emocionar, que funciona a las mil maravillas como apertura y nos invita a continuar indagando más allá de él. “Tormented” a continuación es algo más contrastado, pasando de unos potentes riffs iniciales (que pueden recordarnos a bandas como Dream Theater y Symphony X) a un desarrollo de las estrofas mucho más calmado, para recuperar un poco la animosidad en los estribillos que tiran de orquestación para ensalzarlos. Destacable también los solos intercalados de guitarra y teclado, que acaban confluyendo en uno, y un final en el que la batería cobra protagonismo, enlazando con el inicio del siguiente tema. Este recurso de unión entre tema y tema, que se va repitiendo en muchas ocasiones, nos recuerda que estamos ante un disco conceptual, donde tanto la historia como la música que la acompaña debe ser degustada linealmente del tirón si queremos captar el máximo de su esencia y disfrutar de una experiencia íntegra. A modo de consigna política, “Public Safety Broacoast” utiliza sus relajadas e inquietantes estrofas (arropadas tan solo por acordes de piano, una suave sección rítmica y sonidos atmosféricos de fondo) para resaltar el aspecto propagandístico de sus letras. Su estribillo continúa en la misma línea lírica, reforzado por un acompañamiento de guitarra. Si algo aporta un poco de contraste aquí es un puente que tira de riffs más contundentes y ritmos sincopados para dar paso a un más que interesante solo de guitarra y sintetizador, punto álgido del tema. “This Is Not a Test” es de lejos el tema más comercial (y por lógica, lanzado como sencillo) de lo que hemos venido escuchando hasta el momento. Me patina un poco el sonido utilizado en la caja de la batería al principio de las estrofas, escogido sin duda para dar un toque de modernidad, pero yo no lo veo en absoluto en este tipo de música, la verdad. Suerte que este pequeño desliz (en mi opinión) dura escasos segundos y no empaña demasiado la dinámica del resto del tema que, por lo demás, está muy conseguido, combinando su comercialidad (tanto en el aspecto vocal como gracias a unas épicas teclas) con detalles prog que lo embellecen. Su final in crescendo consigue transmitir esa sensación apocalíptica de que el tiempo se nos acaba…
“Storm Warning”, sin ser un mal tema (el estribillo tiene su punto), parece tener su sentido como un nuevo engranaje narrativo, sin grandes pretensiones más allá que dar continuación al relato y en el que destaca un interludio instrumental con un emotivo solo de guitarra que rompe un poco con la linealidad. Hacia el final del tema han querido incorporar arreglos orquestales para incrementar la épica, pero para mi gusto les han quedado un tanto descafeinados.
El inicio de “Vertigo” vuelve a traernos reminiscencias a Pink Floyd. Acordes oscuros de guitarra (que transitan de un canal al otro como si de un eco se tratara) y sonidos atmosféricos nos dan la bienvenida a lo que podríamos considerar la balada del disco. Acústica en esencia, con unos teclados que lo inundan todo y un solo de guitarra de lagrimilla, se concluye en el mismo modo inquietante con el que se ha iniciado. Para mí uno de los mejores cortes del disco, junto al que le sucede: “Forests in the Fallout”, la carta de presentación y primer sencillo de esta nueva banda y propuesta. Tras la escucha larga que llevamos hasta el momento, podemos concluir que “Forests in the Fallout” aglutina con acierto muchos de los elementos que caracterizan todo este trabajo. Este tema juega acertadamente con los contrastes y tanto nos plantea tramos repletos de fuerza como otros mucho más melódicos, consiguiendo mantener nuestra atención en todo momento. Sonidos ambientales, orquestación y gran presencia de los teclados vuelven a ser esos recursos recurrentes que hemos ido escuchando aquí y allá y que aquí aparecen en su justa medida y estratégicamente colocados. Incluso el final vuelve a ser un poco lo experimentado en “This Is Not a Test”, un in crescendo opresivo que no para de recordarnos que: «you have 10 seconds to clear the area»… Esto se acaba, llegamos al final, a la caída de los condados definitiva. “The Fall, Pt. 2” aprovecha melodías de la primera parte adaptándolas ligeramente para dar conclusión al ciclo del disco. Volvemos a encontrarnos sonoridades melancólicas que nos entristecen y que encajan a la perfección con el final fatídico de este trabajo conceptual.
Personalmente The Fall of the Shires me ha parecido un álbum del que esperaba algo más una vez oídos sus sencillos de adelanto. Consigo emocionarme con todos aquellos temas y tramos que me recuerdan a bandas como Pink Floyd, Marillion o Mystery, básicamente las dos partes de “The Fall” y “Vertigo”, y también me han resultado más que notables los dos sencillos, “This is not a Test” y “Forests in the Fallout” y “Tormented”, pero en cambio tengo la sensación de deja vu en muchos momentos en cuanto a la estructura del resto de sus temas, que no se salen de los patrones básicos de estrofa, estribillo, puente, solo, y algún detalle por ahí suelto que nos recuerda que Oblivion Protocol pretende jugar a la liga del prog. Es como si tuvieran ciertas reticencias a lanzarse totalmente al progresivo, una especie de ni contigo ni sin ti, lo mismo que me transmite la orquestación, está ahí pero no acaba de despegar. Por otro lado, también hay una clara apuesta por la comercialidad que me conduce directamente a abrir la cuestión de si es compatible o no con el prog, ya que a priori parecen conceptos un tanto antagónicos. Yo ahí lo dejo y cada uno que se dé respuesta a sí mismo…
Otro de los puntos débiles que encuentro en este álbum es una voz demasiado lineal, poco versátil y que no ayuda a que los temas adquieran grandes contrastes entre ellos, esa personalidad definitoria que pueda llegar a hacerlos algo únicos. Richard West hace los coros en Threshold y ahí sí lo veo bien ubicado, pero como solista de este nuevo proyecto me resulta un tanto monótono y solo me encaja con más acierto en los temas más melancólicos.
Y ya para ir acabando faltaría abordar un poco la cuestión del concepto del álbum (la caída de los condados) y todos aquellos elementos que conducen a ese final: el opresor, el oprimido, el intento de manipulación por parte de uno al otro, el levantamiento del oprimido, el caos… Una vuelta de tuerca más a un tema abordado ya en cierta manera en otros álbumes conceptuales (como por ejemplo The Wall (1979) de Pink Floyd, Operation: Mindcrime (1988) de Queensrÿche, o The Astonishing (2016) de Dream Theater), todos ellos ubicados en mundos/futuros distópicos que poco a poco se desmoronan como un castillo de naipes y que por desgracia tienen más puntos en común con nuestro presente de lo que nos pensamos. Quizás no es tanto la originalidad de la temática lo importante en este caso, sino su desarrollo, tanto a nivel lírico como instrumental, que para mí en The Fall of the Shires funciona.
A tenor de todo lo comentado anteriormente, pudiera interpretarse que no me ha satisfecho la escucha de The Fall of the Shires, pero nada más lejos de la realidad, sí me ha motivado lo suficiente como para dedicarle esta reseña y ponerle una buena nota. La cuestión es que me hubiera encantado que le hubieran dado una vuelta más para sacarle un mayor partido. Los elementos están ahí, tan solo hay que exprimirlos un poco más para conseguir que algo bueno se convierta en algo excelente.
Aficionada a la música y los viajes, aunque no sabría decidir en qué orden. Cuando los combino, ¡lo más! Amante de aprender cosas de allá donde vaya, soy un poco la suma de los lugares que he visitado y las experiencias vividas. Daría la vuelta al mundo de concierto en concierto si de mi dependiera, pero las limitaciones terrenales me mantienen aquí y ahora, así que, ¡a sacarle el máximo partido!