¡Ya tenemos aquí la nueva entrega de Onslaught! Seguramente sean los más grandes exponentes del thrash metal en el Reino Unido, con sus obras clásicas Power from Hell (1985) y The Force (1986) apareciendo durante la primera ola del género y compitiendo con las bandas estadounidenses del momento. Después de algunos cambios en la formación y un posterior período de separación, en 2007 volvieron con su frontman original Sy Keeler y siguieron sacando material. Este mismo 2020, Keeler abandona la banda y le sustituye David Garnett, con el que han grabado este nuevo Generation Antichrist.
A pesar de haber perdido a un miembro clave, han sabido adaptarse a este cambio, logrando un disco más que sólido con bastantes detalles y unos temas convincentes. Parece que a Garnett el puesto le va como un guante. Su voz combina perfectamente con los duros tonos de guitarra y la batería machacona. Disfruta además de un rango de voces bastante amplio, usando tanto guturales como tonos más agudos cuando es necesario.
Generation Antichrist empieza con una intro lenta y contundente que hace de antesala a “Strike Fast Strike Hard”, que como indica el nombre nos golpea repetidamente a guitarrazos. El riff principal es tan recurrente como efectivo, ya lo hemos oído antes en canciones como “Blackened” de Metallica, “Hordes of Chaos” de Kreator o “Arise” de Sepultura, cada una con sus variaciones, claro. Un buen estribillo y un puente a medio tiempo que culmina en un gran solo de guitarra acaban de darle forma a este potente inicio.
Sin pausa alguna entra “Bow Down to the Clowns”, por el momento el single principal del álbum, que sigue con la tónica pero con un poco más de groove. Aquí tenemos coros más pegadizos y un James Perry pletórico a la batería, con un doble bombo martilleante y preciso. Otro buen ejemplo de esto lo tenemos en la canción homónima, que sube revoluciones y nos deja unas buenas melodías de guitarra en el estribillo.
Sigue el festival de riffs en “All Seeing Eye” y “Addicted to the Smell of Death” que también se aceleran por momentos. Musicalmente, no hay mucha diferencia entre canciones, pero en casi todas hay una buena diversidad de ritmos y tesituras que hacen más entretenida la experiencia. “Empires Fall” baja un poco más el tempo y permite que el groove tome más protagonismo. Perry no duda en llenar cada hueco con sus fills antes de que entre el estribillo con los agudos cuchillo de Garnett. Esta tiene también el solo de guitarra más impresionante del disco, ejecutado por Wayne Dorman con maestría.
“Religiousuicide” seguramente sea el corte con más tralla, además del primer avance que sacaron. Riffazos que ponen los pelos de punta, estrofas casi rapeadas y un estribillo con guturales que recuerdan al mismísimo Randy Blythe de Lamb of God, ¡El chico nuevo está que se sale! Para acabar tenemos un tema que sacaron el año pasado y han regrabado para incluirlo en el disco. “A Perfect Day to Die” no es muy diferente al resto, otra pedrada entre los ojos a base de d-beats y energía pura.
Pues nada, 38 minutos que se pasan volando. Nige Rockett parece más inspirado que nunca, dejando caer riffazo tras riffazo, en el que seguramente es el mejor trabajo de los que han hecho en este siglo. Algunos dirán que este disco es genérico, pero joder, Onslaught están en el puñado de bandas que inventaron esta mierda. Si quieres una buena dosis de tralla non-stop, no dudes en dale al play, no te arrepentirás.
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Me metí en esto del metal a los 14 años, y de concierto en concierto he ido descubriendo las bandas nacionales e internacionales que forman parte de este mundillo. Ahora aporto mi grano de arena a Science of Noise contando lo que pasa en los eventos de la zona y algunas novedades discográficas.
También toco la guitarra y el bajo en algunos grupos de la escena local. Tengo los huevos pelaos de tocar en el Ceferino.