Opeth – Damnation: 20 años del día que los de Miguelito enterraron las voces guturales (y la electricidad)

Ficha técnica

Publicado el 22 de abril de 2003
Discográfica: Music for Nations
 
Componentes:
Mikael Åkerfeldt – Voz, guitarra
Peter Lindgren - Guitarra
Martín Méndez - Bajo
Martín López - Batería

Artista invitado:
Steven Wilson - Mellotron, teclados, guitarra, voz

Temas

1. Windowpane (7:45)
2. In My Time of Need (5:50)
3. Death Whispered a Lullaby (5:50)
4. Closure (5:16)
5. Hope Leaves (4:30)
6. To Rid the Disease (6:21)
7. Ending Credits (3:40)
8. Weakness (4:10)

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Una absoluta maravilla…. El Damnation de Opeth es una de esas obras que al ver la luz quedó como incomprendida y dejó tocados a muchos de sus fans. Por vez primera el grupo dejaba los riffs, las voces guturales y de death metal progresivo para dejarlo todo en manos de acústicas, voces limpias, temas (relativamente) cortos a la vez que se acercaba a las bandas clásicas del estilo progresivo de los 70, con mellotron incluido. Steven Wilson ganaba protagonismo en tareas de producción y el grupo se atrevió a lanzarse a la piscina sin miedo.

La idea inicial del disco era grabarlo en las mismas sesiones de grabación que Deliverance (y así se hizo) e incluso se llegó a barajar la intención de sacar ambos en un trabajo siendo disco doble. Music for Nations prefirió que vieran la luz ambos discos separados por cinco meses dejando este Damnation para que saliera en segundo lugar y que no desesperase a sus crecientes seguidores. Muchos se pusieron las manos a la cabeza y para bastantes seguidores de Opeth mueren aquí al enterrar los guturales.

El disco

“Windowpane” es la canción que abre el disco y la que ha quedado con clásico absoluto además de condensar todo lo que es el grupo en esta obra. Riff hipnótico, desnudez manifiesta con un Miguelito cantando de una forma asombrosamente pasional en su voz limpia. Hay los solos de Peter Lindgren, pero el plus lo ponen las teclas de Steven Wilson que acerca su mundo al de Opeth. Canción generosa en minutaje, muy atmosférica y con ligeros cambios y variaciones que la hacen hechizante de verdad.

Atención a la sutileza de Martin López con las baquetas, que en muchos casos acaricia más que golpea e incluso en algún momento tira de escobillas. “In My Time of Need” es Opeth en los terrenos de Porcupine Tree. Precioso verso y puente con un trabajo de composición muy logrado que reposa en el bajo de Méndez y queda flotando en los teclados del mago del sonido Wilson. “Death Whispered a Lullaby” es pura magia y de verdad que hace honor al título. Espeluznante nana con una voz que pone el vello de punta con un presentísimo bajo por parte de Méndez.

Enigmática, oscura y con aires orientales se nos presenta “Closure”, con ese tramo instrumental hipnótico tan conseguido y tan definitorio de lo que son Opeth. La gracia es que aquí lo consiguen en acústico y sin necesidad de electricidad para llegar a esa sensación de bucle hipnótico en el que van dando pequeñas variaciones técnicas hasta terminar abruptamente y toparnos con “Hope Leaves”. Esta es una canción absolutamente deudora de Wilson y el árbol puercoespín.

“To Rid the Disease” es una auténtica maravilla y uno de los temas estrella del álbum. Los punteados flotan entre colchones de teclado atmosférico y la línea vocal es gloriosa. Hay voces dobladas y una sensibilidad a flor de piel. Lindgren tiene espacio para marcarse un breve solo perfectamente integrado y que luego da paso a ese espectral piano que terminará la canción.

“Ending Credits” es una bellísima canción instrumental, breve, pero inspirada y con mucha clase, que a la vez da cancha a las guitarras de Mikael y Peter para que tome protagonismo y voz en una obra en la que queda un poco en segunda línea o de acompañamiento. Finaliza esta impresionante obra el “Weakness”, quedando como la composición más experimental y la que más se sale de la hoja de ruta. Quedan como curiosas las voces distorsionadas de Mikael.

Veredicto

El alma oscura y melancólica del disco, al igual que esa portada fantasmal, pueden aludir perfectamente a la muerte de la abuela de Mikael Åkerfeldt pues falleció unos meses antes y marcó en gran parte este disco. Es una obra en la que Wilson se lleva al grupo hacia su orilla, aunque ellos no pierden en ningún momento la personalidad a pesar de que son conscientes de que están dando un salto, que siempre quisieron dar, pero del que dudan que pueda llegar a gustar a sus seguidores más veteranos.

Damnation es una obra impresionante y una demostración más de que en Opeth hay una banda especial, aunque no apta para todos los públicos. Es un disco que supone el final de una etapa y abre otra. Los deseos de evolución y el amor de su líder por esos grupos prog italianos de los 70 empiezan a reclamar su espacio y toca tomar decisiones valientes. Entiendo que haya gente que no le gusten los últimos discos de Opeth, pero en Science of Noise casi todos somos fans de los suecos y Damnation es una de sus obras maestras.

Fotografía: Anthony Pidgeon
Jordi Tàrrega
Sobre Jordi Tàrrega 1372 Artículos
Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.