El osezno es un mamífero muy ligado a su madre durante las primeras etapas de su vida. Ella lo protege de los peligros (incluso de otros osos), le enseña a cazar y protegerse durante las épocas de frío. Pero llega un momento en la vida de todo ser viviente en que uno ha de empezar a valerse por si mismo, prescindiendo del cobijo y de la protección de una madre.
En esa encrucijada, en ese momento de la vida, se hayan Grego Ruiz (voz), Abel Riquelme (guitarra), Darío Marroquí (bajo) y Víctor Sala (batería). Los levantinos Osezno vuelven un par de años más tarde aún más curtidos, más descarados y con más potencial si cabe. Han pasado de ser amamantados a desgarrar entrañas de cazadores furtivos a base de unos zarpazos tan feroces como precisos. Los cachorros han crecido.
Por todos es sabido que los osos pasan el invierno en un estado de hibernación, utilizando la mayor parte del tiempo en prepararse para el letargo invernal, guardando en los tejidos adiposos un 75% de la energía obtenida de los alimentos. En las últimas comidas antes de la hibernación ingiere hierbas y tierra junto a la comida para que se mezcle con la saliva formando un bolo alimenticio que al llegar al intestino grueso colapse el orificio excretor e impida su salida. Gracias a ese «tapón» los alimentos se van amontonando para que así, aparte de la grasa acumulada, también se puedan extraer nutrientes realizando la digestión, eso sí, de una forma más lenta. La banda ha acumulado durante los últimos meses de incipiente descanso ideas, letras, riffs y fills para aburrir, y vuelven a salir de su cueva en la cual han estado acompañados por Juan Ballester de los Delta Estudio (Bigastro, Alicante), para presentarnos su nuevo EP, que lleva por acertado título La Bestia. Este mini trabajo («mini» por eso de ser un EP, pues de calidad va sobradísimo) está compuesto por cinco temas en los que estos muchachos dan una certera vuelta de tuerca a su base de rock duro -bautizado como rock’n’core– que se cocina con tres cucharadas soperas de punk, dos pizcas de metalcore, cuarto y mitad de groove, doom al gusto, 50ml de stoner, unas cuantas onzas de rock… y actitud, toneladas ingentes de actitud.
Tras un prometedor primer (y homónimo) trabajo, Osezno han conectado su beast mode para presentarnos un trabajo cuya característica principal es la agresividad, dejando un poco de lado la melodía tan característica de temas como «Despierta» o «Vigilia». Así de hardcore ruge La Bestia…
«Batalla» abre las hostilidades. Ese riff inicial, que tan bien huele a lo largo de toda la pieza (se repite con mayor o menor intensidad a lo largo de sus más de cuatro minutos), da paso a un demoledor tema, a un pepinazo de órdago en el que los guturales llevan las riendas. Especial atención al puente y, sobre todo, a los coros, que hacen merecedor a este opener del título de temarral del EP.
En «Herida» se alternan las voces más melódicas con los alaridos más crudos. Este tema supura rock por los cuatro costados, y me recuerda muchísimo al arte de los gallegos Aphonnic. Tema directo y sin contemplaciones. Pero la calma dura relativamente poco, pues con «Derrota», que es un tema que debería hacer las delicias de los amantes tanto de Cancer Bats como de Tony Hawk, la banda vuelve al lío. Aquí también escuchamos a un Grego en sus dos vertientes, pero las guitarras son mucho más crudas.
«Máscaras», el más largo de este trabajo, es el tema que más nos recuerda a os Osezno del 2017. Aí es como sonarían Malämmar si alguien se dignara a cantar. El hecho de haber rebajado el nivel de decibelios nos permite disfrutar mucho más de una banda a la que también le gusta coquetear con el stoner y con el sludge de vez en cuando. Aquí también encontramos el único solo de La Bestia… y por si eso si fuera poco, en el último minuto y medio la cosa tira por otros (más que bienvenidos) derroteros.
Y para acabar, «Bruxismo». Lo bueno de descubrir bandas nuevas es que con ellas aprendes también cosas nuevas, como rechinar los dientes, un hábito involuntario que reconozco que tengo. No sé si a vosotros también os pasa, pero en infinidad de ocasiones me encuentro a mí mismo caminando por la calle apretando las estructuras dentales siguiendo una melodía… porque sí. Pues eso me provoca «Bruxismo»: una necesidad cuasi imperiosa de desgastar mi dentadura mientras me dejo las cervicales en el intento.
Corto pero intenso. Así suena La Bestia, un trabajo que viene a demostrarnos que el crecimiento de Osezno no ha sido en vano. Potencia y descaro para colocarles en la pole del metal nacional.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.