Me sorprendo a mi mismo haciendo una reseña de los Outlaws en pleno 2020, banda histórica y representativa del rock sureño más genuino y que alcanzó su más alto momento en 1975, justo con su disco debut. Eran tiempos en los que el estilo popularizado por Lynyrd Skynyrd, Allman Brothers o The Marshall Tucker Band estaban en su mejor momento. Jams extensas a tres guitarras y todo el sabor de los campos de algodón están en ese sonido tan característico, puesto al día hoy por los alucinantes Blackberry Smoke, que parecen los elegidos para suceder a todas estas veteranas formaciones. Pero si creías que Outlaws no pintaban nada a día de hoy… siéntate y escucha este disco, pues si amas el rock sureño lo vas a disfrutar de lo lindo. La gracia de esta gente de Tampa es que se abrieron al country y al rock de raíces americanas, un hecho diferencial respecto a sus otros compañeros de viaje, y… ¡vaya! 45 años después sigue sentando cátedra en Dixie Highway.
La historia detrás del título es la carretera Dixie que quedó en desuso debido a la construcción de otra autopista moderna. Justo la misma historia que Rayo McQueen en Radiador Springs. Una alegoría del grupo, que ha quedado como una carretera secundaria olvidada a la que si te acercas, ves toda la belleza original y lo fundamental de su origen.
El trabajo es rotundo, atractivo e impresiona desde la primera escucha. La frescura que exhuma el disco es de grupo que se lo pasa en grande haciendo lo que le gusta. “Southern Rock Will Never Die” es un nuevo himno para el grupo resumiendo perfectamente todo lo que significa el rock sureño en toda su extensión. Los ecos de Molly Hatchet están desde el primer suspiro, así como el tratamiento de guitarras. Genial don Henry Paul en la evocadora letra. Monte Yoho y Henry Paul son los eternos componentes del grupo y consideran que los años y la experiencia les han hecho ganar como compositores y cono letristas, y un buen ejemplo de ello sería “Endless Ride”, que tiene una coda electrificada y un acelerón con tormenta de guitarras. Paul, Oliver y Grisham disfrutan de lo lindo pero la base rítmica es también absolutamente rotunda.
“Heavenly Blues” es un homenaje en potencia a los tiempos en que Dickey Betts, Duane y Gregg dominaban el Olimpo. Esas arrancadas a triple guitarra, ralentizadas, son uno de los santos y señas de los Allman. El tema que da título al disco es una orgía de guitarras a canon con subidón final al más puro estilo “Free Bird”. Impresionante pieza que no necesita llegar más allá de los seis minutos para alcanzar el clímax. Siendo Outlaws estaba claro que la vertiente más country no tardaría en asomar y eso eclosiona en “Over Night from Athens”, con ecos de Eagles o de los más recientes U.S. Rails, jugando con los coros con maestría. Dave Robbins, Dale Olivery Steve Girsham realizan una coral casi completa. Impresionan los espacios abiertos de “Dark Horse Run”, con una voz menos cazallosa y tirando de coros protagonistas en un tema deliciosamente setentero. Hay un poquito de Blue Öyster Cult que le sienta a esta pieza de maravilla. Incluye solo de teclado por parte de Dave Robbins.
“Rattlesnake Road” es algo típica, pero en “Lonesome Boy from Dixie” se vuelve a subir el nivel en una composición atractiva y muy definitoria de lo que mejor saben hacer. Se agradece que dejen espacio para la instrumental “Showdown” y más allá de las guitarras luzcan batería y bajo. La batería aquí va con reverb y el trabajo de Randy al bajo es tremendo. Los bajos en el rock sureño son siempre muy exigentes. Cambio de vocalista en “Windy City’s Blues” y otro botón de muestra del altísimo nivel que atesora esta gente tras tantas décadas de trabajo. Cierran con la evocadora “Macon Memories”
Espectacular disco de rock sureño a manos de una de las bandas que definió el estilo hace ya eones. Impresiona ver el alucinante nivel compositivo y de ejecución de una obra que se disfruta de cabo a rabo. Letras, título y concepto también son sobresalientes y se nota que esta gente sigue disfrutando como el primer día. Los diferentes cantantes le dan al grupo muchas posibilidades y el aburrimiento queda proscrito aquí. No soy un gran fan de la carrera de los Outlaws más allá de su primera obra, pero considero que en estos días de reclusión son una buena opción para soñar con las praderas del sur, y en su caso concreto, de Florida.