Si hay algún disco capaz de definir lo que es el thrash metal más allá de los recurrentes logros de los cuatro grandes, véase Metallica, Slayer, Megadeth y Anthrax, probablemente deberíamos pararnos a detallar todo lo que encierra Horrorscope. Qué entre los cuatro grandes del thrash americano no esté Testament es de juzgado de guardia… pero si una sexta banda hay que sumar como imprescindible esa sería Overkill, avalados por discos como el que hoy nos ocupa Horrorscope.
Obviamente Overkill tiene discos mejores que otros, pero en 1991 la cosa iba en un ascenso constante y desde 1985 que no daban un paso en falso. Contar con todo un Terry Date a los controles es una de las señales que te indican que esta obra es especial (repetía tras otra maravilla titulada The Years of Decay y después de estar tras los controles del Cowboys From Hell de Pantera), pero la otra, curiosamente, viene de una baja sensible: la del guitarrista Bobby Gustafson. Para cubrirla optaron por hacer un dueto con el mismo técnico de guitarras de Gustafson: Rob Cannavino, y con el ex de Faith or Fear Merrit Gant.
Algunos/as consideran esta obra como la mejor de Overkill, otros/as como el mejor disco de thrash metal de la historia. Yo me inclinaría más por lo primero. Y es que la sociedad Elsworth–Verni siempre ha sido apabullante y fiel a sus orígenes. El thrash metal estaba en su auge y Metallica habían sacado todos los ases con el álbum negro editado unos meses antes, por lo que era el momento. Lo aprovecharon, pero solo para los más fieles del estilo.
El disco
La palpable calidad de esta obra viene ya desde la inquietante intro de uno de sus clásicos por antonomasia: “Coma”, rematada por un gong. Abrasivo riff y velocidad, con la rasgante e hiriente voz de Bobby “Blitz”. El tema es un cuchillo que cabalga sobre el doble bombo de un inspiradísimo (a lo largo de todo el disco) Sid Falck. La gracia del tema es darle al bajo esa potencia absoluta y esas notas de guitarra espectral de la intro que se van intercalando. Es uno de los mejores temas de thrash metal de esa era.
En lo personal tengo que avanzar en el disco y pararme en la apabullante versión del “Frankenstein” de Edgar Winter. Es para mí una de las más grandes canciones instrumentales del rock, pero aquí la llevan a su terreno con imprevisibles resultados. Termina siendo una auténtica rareza dentro del catálogo de los de Nueva Jersey y no termino de entender el por qué la incluyeron… pero bienvenida sea. Palidece, obviamente ante la original, aunque entiendo que buscaron algo más comercial y accesible.
La entrada con batería de “Infectious” nos sirve en bandeja un corte de los que hace afición, otro clásico, y otra seña de identidad del grupo. El estribillo es magistral e invita al headbanging. Aquí las dobles guitarras tienen todo el sentido y el grupo se siente absolutamente cómodo en el medio tiempo y sus acelerones característicos. El demoledor inicio nunca baja el ritmo y “Blood Money” es un ataque directo y afilada cuchilla. Sin ser un clásico absoluto hablaríamos de una pieza tremendamente demostrativa de las capacidades de Overkill.
Para promocionar el disco Jon y Marsha Zazula (productores ejecutivos) optaron por dar vuelo a “Thanx for Nothing” y “Horrorscope”, lo cuales gozaron de cierta presencia en MTV. La primera es “casi festiva” por lo directo y esa carcajada de inicio. Es puro thrash metal old school en la que Bobby demuestra todas sus capacidades vocales de su personal garganta. Los solos de los temas alcanzan un altísimo nivel con la nueva dupla de hachas al frente, aparte de que el grupo ganó con los coros pues ambos cantaban. La canción que da nombre al disco es más pausada pero muy intensa.
La base e influencia de Slayer asoma en “New Machine”, era evidente que el grupo era permeable a lo que se hacía, y ese ritmo marcial que va dominando la canción en su finalización lo deja más que claro. “Bare Bones” tiene intro a piano basada en la obra de Bernard Herrmann en la dimensión desconocida o Psicosis. Bajo esa base se centran en otro trallazo de la vieja escuela en la que florece el estilo de los Overkill. Mucha atención al solazo del tema y a lo que pone D.D. Verni de su parte con el bajo. A nivel instrumental hablamos de un disco rotundo y técnicamente impecable.
La joya absoluta del disco por lo diferente y rompedora es la final “Soulitude” en la que el grupo explora algo similar a la balada y toma como referentes a Testament. Bendito ejercicio de preciosismo y velocidad dactilar a la vez que feeling en las guitarras. La cosa se anima en un gran final que termina de forma abrupta y brillante. “Live Young, Die Free” parece inspirada en el Kill ‘Em All de Metallica por lo directa y aparentemente sencilla. Y funciona… Queda hablar de “Nice Day… for a Funeral”, que mantiene el nivel de entrega y calidad. Curiosamente es uno de los cinco temas mas tocados en directo del disco, pero no la situaría entre las mejores. Sí vuelven a tocar el gong, como curiosidad. Hay otra, esa guitarra del principio que dará paso a “Soulitude” para el cierre.
Veredicto
Obra capital de Overkill y del thrash metal en general. Más allá de sentir lo que uno pueda sentir por el grupo os repito que Horrorscope es una pieza de museo, uno de esos discos en los que no hay relleno alguno. La portada es en verde (el color corporativo del grupo) y muestra a su esqueleto vampírico (sin alas) jugando con una esfera que bien podría ser la tierra. Eran tiempos de cambio, pero surfearon la ola del thrash en su apogeo. Dos guitarristas nuevos, Terry Date y un puñado de grandes canciones tuvieron la culpa. Por mucho que Overkill queden lejos del Olimpo aquí ves que lo merecen.