Un punto de inflexión en la carrera de los thrashers Overkill fue este The Killing Kind de 1996 que cerraba una etapa realmente exitosa bajo el auspicio de la discográfica Atlantic. Aparte del cambio de discográfica también se le añadía el de formación ya que Rob Cannavino decidía dedicarse a cuerpo y alma a las carreras de motos y Merrit Gant decidía volcarse en su familia. Esos dos huecos en las seis curdas fueron rellenados con el sorprendente fichaje de Joe Comeau, un gran tipo y ex cantante entonces de Liege Lord. Lo mejor de todo es que tras girar Overkill con Annihilator terminaría de cantante de los de Jeff Waters. Las vueltas que da la vida… Con Comeau vino Sebastian Marino de Anvil a la otra guitarra. Ambos eran amigos desde tiempo atrás, por lo que esa dupla a las seis cuerdas tenía que funcionar.
El disco rompe un poco con su pasado pues el grupo abrazará nuevas sonoridades que tienen mucho del hardcore o de Pantera y ya no son tanto thrash metal de manual. Había que renovarse en los complicados 90 si no querías quedar en la cuneta. Hay aquí el plus que les da la entrada de Comeau, ya que, al ser un cantante, pueden explorar y trabajar los coros con mucha más versatilidad y complejidad. El disco fue bien recibido si bien digamos que tiene fans que lo aman y lo reclaman en directo, a otros les supone un bajón respecto a sus años de gloria. El grupo no suele tenerlo muy en cuenta en directo siendo el decimoquinto más “utilizado”. Sólo hay un par de canciones que han llegado a entrar con regularidad a lo largo de los años.
El disco
El disco fue autoproducido y mezclado por todo un Chris Tsangarides. Y encierra sorpresas muy interesantes, relleno y la típica pieza instrumental. D.D. Verni y Bobby no decepcionan nunca y lo más recordables esta en el inicio. De entrada “Battle”, un clásico que a veces reaparece en directo y que muestra al grupo más crudo, con nuevas influencias, pero con todos los ingredientes que gustan sus fans. Hay esas voces de fondo que se intercalan en el riff. Al mismo nivel situaría “God-Like” con el trepidante bajo de esa bestia de directo y con el foco puesto en su nuevo dueto de guitarristas, que alcanzan un altísimo nivel en un tema netamente thrash metal y puramente Overkill. Uno de los riffs del disco, de largo, con otra gran demostración técnica de la batería de Tim Mallare.
Luego ya empieza la experimentación y su mutación hacia los 90 con la oscura “Certifiable”. Tema prescindible y opaco a pesar de ser técnicamente dotado y de poseer una gran fuerza y la voz agónica e hiriente de Ellsworth. Es todo complejo, enrevesado y con unas líneas vocales bastante locas, igual que esos coros añadidos que sobran. Primera pausa en la extensa “Burn You Down/To Ashes” que empieza con el bajo en un crescendo introductorio y deambula como experimento algo extraño para Overkill. EL segundo tramo te devuelve un poco al thrash metal de siempre, aunque manteniendo ese inicio del disco, cerrando el círculo.
Hay algo de los Guns N’ Roses en “Let Me Shut that for You” con coros y dobles voces pensadas para directo y hacerla más hímnica si bien te vuelve a descolocar un poco. Indagan en lo macarrilla con retazos punk, pero con una producción muy metal. De lo peorcito del disco. Mejoran las cosas con algo machacón y deudor de Pantera y de Fight en “Bold-Face Pagan Stomp”, de riff marcado y jugando con el groove metal imperante y creciente. Es un tema interesante, aunque obviamente queda lejos de lo que la gente espera de Overkill. La instrumental “Feeding Frenzy” no decepciona dejando muchísimo protagonismo al tremendo bajo de Verni en un tema muy marcado por los nuevos vientos que soplaban en 1996 en cuanto a heavy metal se refiere.
A partir de “The Cleansing” la cosa vuelva a subir si bien quedando lejos de lo que esperamos de Overkill. Aquí la influencia de Pantera se hace carne a base de entrecortar el riff y meterle todos lo esperable del grupo, aunque también hay pasajes con voces casi limpias en un final sorpresivo para el combo. Ojo con esa balada “he Mourning after/ Private Bleeding” con fuertes aromas de Queen. Ese piano y esos riesgos melódicos te demuestran que el grupo estaba abierto a todo. Posiblemente todo venga dado porque anteriormente Annihilator jugaron con eso mismo en Set the World on Fire (1993) y consiguieron el aplauso unánime de la escena. Un tema inspiradísimo y de inmenso nivel por mucho que de Overkill esperes algo más oscuro al nivel de “The Years of Decay”. Aquí los juegos de segundas voces funcionan a la perfección.
Y la despedida está al nivel de lo aportado en el principio del disco. “Cold, Hard Fact” da en el clavo pues es un riff que tampoco difiere excesivamente de lo que habían empezado Nirvana. Es simple, es directo y Tim le da a un cencerro. Las voces de “Blitz” son esas que solo puede hacer él, y eso siempre se agradece. Las críticas nunca fueron buenas en esos días, y lo entiendo, pero el grupo lo intentaba, no se rendía ante la adversidad.
Veredicto
Overkill se reponía a dos bajones importantes: uno, los tristes noventa y el hecho de adaptarse a los nuevos tiempos, y dos: dos bajas sensibles en la formación. El fichaje de Joe Comeau les da nuevas posibilidades en los coros si bien tampoco es que terminen de cuadrar según qué dobles voces y estribillos. Es un disco que empieza muy bien, baja el listón hasta el relleno experimental y vuelve a subir con material que tampoco es que represente a los Overkill clásicos. No será nunca el favorito de sus fans, pero ejemplifica perfectamente el hecho de renovarse o morir en una década que fue un tormento para la escena. Recordemos que Metallica había sacado el Load… ¡El centro gravitacional del heavy metal se movía de su eje natural!