Reconozco, y no me siento orgulloso de ello, no haber escuchado un disco completo de Overkill desde principios de este siglo (ya han pasado 19 años), así que la última novedad completa que escuché fue el cover «Kill» del año 99 (ahí es nada). En el 2016 pude quitarme la espinita del directo en el Rock Fest de Barcelona, pero solo un poco, porque el infame sonido deslució la descarga. Así que lo que tengo delante ha sido un redescubrimiento de estos thrashers, mucho ha llovido desde que los descubrí gracias al cassette que un buen compañero de instituto que me dejó, The Years of Decay (1989).
¿Qué nos vamos a encontrar cuando lo reproduzcamos? Pues nada nuevo, la verdad. ¿Es eso negativo? Para nada, pues te servirá para ponerte a cubierto cuando Bobby, D.D. y compañía se líen a mamporros thrash y punk. Sí, punk también.
Este The Wings of War (2019) es el decimonoveno de su extensa carrera, que se remontaya a casi 40 años pateando culos a diferentes generaciones. Ya me gustaría alguna vez poder preguntarles a que se debe esta energía a estas alturas, porque yo a mis 42 años hay veces que me levanto afónico y dolorido después de un concierto y necesito varias jornadas de recuperación.
D.D. Verni y Bobby “Blitz” siguen al pié del cañón desde los inicios y mantienen la actitud y la energía intacta. Posiblemente no sea su mejor trabajo, pero amenazo con no ser excesivamente objetivo, pues como he reconocido antes esta es la primera novedad completa que escucho de ellos en 20 años. The Wings of War abre con “Last Man Standing”, en la que a una industrial introducción se le unen los instrumentos cogiendo potencia y velocidad para darnos un tortazo de genuino thrash marca de la casa. La voz chillona de Bobby es hiriente (Siempre me ha encantado ese tono de voz cabroncete). “Believe in the Fight” empieza con un solo de batería para continuar golpeando sin compasión, siendo menos acelerada que su predecesora. No aportan nada nuevo, ni ganas de hacerlo.
“Head of a Pin” empieza con un riff muy Black Sabbath para ir acelerando y convertirse en lo que nos tienen acostumbrados sin perder ese aura Sabbath en las partes más lentas. A partir del tercer minuto coge un medio tiempo agresivo con afiladas guitarras.
Una vez hemos cogido un poco de aire ya estamos preparados para hacer circle pitt o mosh pitt con “BatShitCrazy”, la primera vez que la escuché no podía imaginármela de otra manera. Pausa a los dos minutos para un tétrico interludio que estalla a los cuarenta segundos en una nueva locura que hará las delicias en directo, momento digno para hacer wall of death. Esperemos que no se la dejen.
El primer minuto de “Distortion” me lleva inevitablemente a pensar en la coincidencia que tiene con “A.S.F.H.” de mis queridos Crisix, para luego continuar con un bajo protagonista al que se le suman el resto de instrumentos creando un tema groove, manteniendo este ritmo pesado hasta el final de la canción acelerando al finalizarlo… Disss… Tortion!!
“A Mother’s Prayer” es pura tralla y mala baba. Tiene unos coros y un solo muy Accept. “Welcome to the Garden State” es un trallazo hardcore punk que hará temblar los cimientos de cualquiera de las salas que se atrevan a albergar a estos veteranos. Tema loco, directo y violento en el que se les nota muy cómodos, finaliza con unos coros perfectos para animar cualquier fiesta. De lo mejorcito del disco, no me extraña que lo cogieran para realizar el video de presentación.
“Where Few Dare to Walk” comienza con el bajo como protagonista (que buen sonido le aporta D.D. Verni) para dar lugar a una canción a medio tiempo y frenada a propósito para crear una tensión que poco a poco se va soltando pero no en velocidad. Lento e intenso.
“Out on the Road-Kill” se acelera poco a poco para que Jason Bittner pueda ametrallarnos con la batería. Final acelerado ideal para atormentar familiares y vecinos. “Hole in My Soul” es el penúltimo tema, utiliza la misma dinámica del comienzo, lento para golpearnos a doble bombo y coger velocidad.
El disco finaliza con “In Ashes” como extra. Aquí nos dejan un medio tiempo con estribillo pegadizo, muy cercano a himnos hard ochenteros. En definitiva, posiblemente no sea el mejor ni el más cañero de su carrera, pero a mí me ha servido para redescubrirlos y disfrutarlos de nuevo. Evidentemente hay canciones de las que podríamos prescindir, pero hay temazos que funcionaran en directo. Larga vida a los trashers americanos.
¡Salud y Heavy Metal!
Amante del metal en su variedad de estilos. Vivo con la esperanza de poder llegar a viejo acudiendo a salas de conciertos y festivales. Si los rockeros van al infierno, que me guarden sitio y una cervecita.
Salud y Heavy Metal.