Dos días después de la actuación de Paul Weller en la discoteca Razzmatazz de Barcelona, me abordó un amigo, a media mañana en plena calle, para preguntarme por mis concisas impresiones sobre el susodicho concierto. Y yo, como si fuera un vulgar hater de las redes sociales, sólo le destaqué los aspectos negativos de la velada en cuestión: un setlist demasiado previsible (clavado al de Madrid y prácticamente idéntico al de los bolos de Bilbao y Vigo) y una desmesurada asistencia de público.
Creo que fue en el momento en que sonaba la tintineante «All the Pictures on the Wall» cuando, sin apenas un palmo para poder moverme, cerré los ojos y me trasladé mentalmente a los continuos y apretados recitales en la entonces llamada sala Zeleste durante la fértil década de los 90. En aquella época, priorizaba la experiencia energética por encima del sutil y exclusivo instante musical. Actualmente prefiero todo lo contrario y, a ser posible, lejos de las aglomeraciones, si bien entiendo que estas son necesarias para la supervivencia de muchos artistas y, por supuesto, de la mayoría de los arriesgados promotores.
Asimismo, la dupla conformada por las sensuales «Village” y “More» me transportaron a aquella tarde del pasado verano, en la que un servidor chapoteaba en una pequeña piscina de una masía familiar, con una grabación del oscilante álbum On Sunset de fondo. Por otra parte, los seis rescates de sus ex grupos, cuatro de The Style Council (“My Ever Changing Mods”, “Headstart for Happiness”, “Shout to the Top!” y la reflexiva “It’s a Very Deep Sea”) y sólo un par de los seminales The Jam (la aclamada “Start!” y el bis de clausura “Town Called Malice”), me llevaron a evocar las vespertinas sesiones en los años 80 de algunos DJ’s en específicos, y desgraciadamente ya desaparecidos, pubs de mi ciudad.
Por lo demás, entre un mar de pantallas de teléfonos móviles y gotas de sudor ajenas, pude contemplar como un maduro y diestro frontman, con la complicidad de su eficiente y compenetrado sexteto, mostraba su particular catálogo de pop, rock y soul a una clientela convencida de antemano. Y a pesar de la amplia diversidad del repertorio ofrecido (de los 28 temas interpretados, 21 pertenecían a ocho de sus trabajos en solitario, e incluso tocó una pieza inédita, «Jumble Queen»), mi selección hubiera sido bastante diferente (aunque agradecí que no se olvidara de la espiritual «Wild Wood»).
En definitiva, las circunstancias y, por qué no decirlo, mis manías de veterano impidieron que disfrutase enteramente de mi tercer encuentro con el bregado e incombustible compositor británico.
Setlist:
Cosmic Fringes
My Ever Changing Moods
I’m Where I Should Be
That Pleasure
Old Father Tyme
Headstart for Happiness
Jumble Queen
Stanley Road
The Piper
Glad Times
All the Pictures on the Wall
Hung Up
Fat Pop
Village
More
It’s a Very Deep Sea
Saturns Pattern
Shout to the Top!
Above the Clouds
Into Tomorrow
Start!
Peacock Suit
—–
On Sunset
Broken Stones
Wild Wood
Testify
Rockets
—–
Town Called Malice