Pearl Jam – Ten: 30 años desde que los de Seattle tocaran el cielo

Ficha técnica

Publicado el 27 de agosto de 1991
Discográfica: Epic Records
 
Componentes:
Eddie Vedder - Voz
Mike McCready - Guitarra
Stone Gossard - Guitarra
Jeff Ament - Bajo
Dave Krusen - Batería

Temas

1. Once (3:52)
2. Even Flow (4:53)
3. Alive (5:41)
4. Why Go (3:19)
5. Black (5:39)
6. Jeremy (5:16)
7. Oceans (2:41)
8. Porch (3:30)
9. Garden (4:58)
10. Deep (4:18)
11. Release (8:58)

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Ojito: palabras mayores. Historia y leyenda. Rebobinad vuestras mentes hasta el año 1991, año que debería estar marcado en rojo en los calendarios de cualquier amante de la buena música. Marcado en rojo, permitidme que insista, por los historiadores de la música. La más alta gama del rock alternativo, del grunge, aquí y ahora. Como resultado: una obra maestra de la música contemporánea. Y es que me encanta el Ten de 1991, sus innumerables re-ediciones posteriores (más de 250 si contamos todos los formatos, sellos y países de edición) y me chiflan cómo suenan sus temas en directo, tres décadas más tarde. Sí, yo también soy muy fan del Eddie que toca la pandereta y el ukelele. Esa justa ira y esos riffs que te rompen y desencajan la mandíbula contienen una magia que Pearl Jam nunca más ha logrado igualar.

En las reseñas clásicas que elaboramos nos tomamos la licencia de no puntuar las obras por aquello de que el ARTE (así, en MAYÚSCULAS) no conoce de puntuaciones ni de valoraciones… pero Ten es un diez… perdón, un DIEZ. Uno de los mejores álbumes publicados en 1991, si no el mejor. Un debut de 40 pares de cojones, solo comparable al Kill ‘Em All (1983) de Metallica o al Appetite for Destruction (1987) de Guns N’ Roses, por citar dos de los grandes. Es decir: estamos ante leyendas vivas de la historia de la música. Las canciones son grungy, hooky y, ojo… bastante oscuras. Melodías finas y algún que otro mosher se entremezclan para el deleite de (casi) todos los paladares. Es de esos trabajos que, cuando uno es joven, prefiere disfrutar en la olla, pero que con el paso del tiempo, uno aprecia (cada vez más) irse unas cuantas filas hacia atrás y se permite la licencia de dejarse caer la baba desde detrás de la mesa de sonido… o en esos escalones que hay justo antes de acceder a los lavabos del Razz. Razz, digo… ¡pero si estos tíos revientan el Palau Sant Jordi una semana sí y la otra también!

Esta obra maestra en forma de álbum se gestó en poco menos de 18 meses, tiempo transcurrido entre el nacimiento de la banda y la fecha de publicación del álbum: tal día como hoy pero del año 1991. Los miembros fundadores de Pearl Jam, el bajista Jeff Ament y el guitarrista Stone Gossard, tocaron juntos en la banda Mother Love Bone a finales de la década de los 80. La carrera de esa banda se truncó cuando, poco antes del lanzamiento de su álbum debut, el vocalista Andrew Wood murió de una sobredosis en 1990. Devastados, Gossard y Ament no tocaron juntos durante meses hasta que conocieron a otro músico de Seattle, el también guitarrista Mike McCready. La química surgió y la chispa se encendió de nuevo, por lo que decidieron grabar algunas demos instrumentales en formato cassette. Estas cintas se distribuyeron con la esperanza de encontrar a un batería y, sobre todo, a un vocalista para poder completar así una banda de rock. Un surfista/vocalista de San Diego que respondía al nombre de Eddie Vedder se hizo con una copia de esa demo y comenzó a poner letra a aquellos temas instrumentales. Las canciones originalmente tituladas «Dollar Short», «Agytian Crave» y «E Ballad» pronto fueron tuneadas y rebautizadas como «Alive», «Once» y «Black», respectivamente. Gossard y Ament escucharon la demo actualizada con las voces y letras de Vedder, y le enviaron un billete para que volara a Seattle para una audición el 13 de octubre de 1990. Allí, Vedder ensayó con la banda, que entretanto ya había reclutado al batería Dave Krusen.

Ha nacido una estrella… pero bajo el nombre de Mookie Blaylock, en homenaje a la por aquel entonces estrella de los New Jersey Nets. Pero debido a que Blaylock había llegado recientemente a un acuerdo con la firma Nike, la banda tuvo que reconsiderar el nombre y, ahora sí, nacía Pearl Jam, mientras que el título Ten seguía siendo un homenaje al jugador de la NBA, pues ese era el número que él lucía. Pronto llegaron a un acuerdo con Epic Records y entraron en los London Bridge Studios de Seattle, en marzo de 1991, bajo la batuta del productor Rick Parashar (Alice in Chains, Blind Melon, 3 Doors Down), a quien la mayoría de ellos ya conocía después de haber trabajado juntos en el álbum de Temple of the Dog, publicado meses antes. Todo quedó listo en algo más de un mes y poco después, en mayo de 1991, Krusen abandonó la banda para entrar en un programa de rehabilitación, siendo reemplazado por Matt Chamberlain.

Las letras que Vedder escribió para el álbum son principalmente negativas y tratan sobre temas como la depresión, la soledad y el suicidio. Repasémoslas pues, una a una…

Los primeros cuarenta segundos de «Once», que no son más que un breve interludio de la canción oculta del álbum, «Master/Slave», sirven para ayudarnos a girar la llave de encendido del álbum y para empezar a escribir la historia. Vedder se nos presenta como un personaje con un carácter maníaco y algo vengativo, y borda con una pasmosa facilidad todos y cada uno de los renglones de este opener. Una canción que logra que se me erice el vello y que me provoca unos espasmos que la mayoría de mortales normalmente traducimos en forma de puños en el aire.

«Even Flow», segundo single extraído tras «Alive», según los propios miembros de la banda, fue una canción extremadamente difícil de grabar; se hicieron casi 100 tomas. El resultado, sin embargo, es otro clásico casi instantáneo, vocalmente impulsado gracias a uno de los estribillos más célebres de los de Seattle y al pesado funky riff del bueno de Gossard. La canción sube y baja con maestría mientras Vedder describe, con pelos y señales, las experiencias de un homeless.

«Alive» debería estar en la pole position de cualquier experto en la materia. Es su tema más conocido, con diferencia, y tanto tú como yo lo hemos escuchado tantísimas veces que quizá ya no se le presta la atención que tanto se merece. El tema comienza con una introducción lenta, metódica y majestuosa, de Gossard, para luego tomar el mando Vedder con su voz. Un simple y entretenido riff de guitarra en el tranquilo puente da paso a una jam final a cargo de McCready, inspirada, según el propio artista, en el tema «She» de Kiss. Si bien la letra de la canción trata sobre la conmoción de un niño que descubre que su verdadero padre está muerto, muchos fans definen este, su himno, como un tema edificante e inspirador.

Intercalado entre dos de los más grandes temas de este álbum, «Alive» y «Black», «Why Go» es quizá un tema que pasa un poco demasiado desapercibido. Nunca ha destacado demasiado, y quizá ese sea el motivo por el cual su furia aún suena tan fresca. La voz de Vedder está inspirada en una noticia sobre un adolescente secuestrado por delitos menores relacionados con las drogas, pero es Jeff Ament el que se merece mi más sincero respeto, no solo por escribir el tema él solito, sino por conducir la canción -de manera sublime- con su bajo de 12 cuerdas.

Aparentemente, Epic presionó a la banda para que publicara «Black» como el cuarto sencillo de Ten, pero la banda se negó, y quizá de ahí su tan merecido y perdurable estatus de favorita de los fans. Su estructura, aunque majestuosa, es extraña, pues alterna pasajes que podrían incluso resultar alegres, con uno de los estribillos quizá más desgarradores que se recuerdan… pero, de golpe y porrazo, el bueno de Eddie nos regala lo siguiente:

«I know someday you’ll have a beautiful life
I know you’ll be a star
In somebody else’s sky.»

Un final, simple y llanamente, maravilloso, majestuoso y épico.

La canción «Jeremy» se inspiró, en parte, en la historia real de un estudiante de secundaria, Jeremy Wade Delle, que se pegó un tiro frente a sus compañeros de clase el 8 de enero de 1991. Esta canción, inquietante pero pegadiza, se desarrolla a través de una melodía vocal, nada convencional durante el verso, y un gancho que crece y crece durante el estribillo. La música fue escrita por el bajista Jeff Ament en febrero de ese mismo año, justo antes de que la banda se metiera de lleno en el estudio. A día de hoy sigue siendo, posiblemente, la letra más poderosa jamás escrita por Vedder. El videoclip quizá sea algo sensacionalista, pero la canción es inmortal, desde la apertura de Ament, hasta el outro. Es extraño pensar que «Jeremy» casi se quedó fuera del álbum.

Un musicólogo… o quizá no haya que ir tan lejos. Cualquiera con un mínimo de buen gusto musical (como tú, amad@ lector/-a de Science of Noise) podría argumentar que no hay mucha chicha en «Oceans». Aún así, para mí, este tema es una obra de una belleza extraña y deslumbrante, y dio la primera indicación de que quizá, en el futuro, Pearl Jam podía cambiar de marcha y adentrarnos en nuevos paisajes sonoros. Una vez más, acerté. Para muchos no es más que la canción en cuyo videoclip Vedder practica surf. Para mí es un tema que, si bien no me corta la respiración, provoca que mi corazón, por momentos, lata aún más fuerte.

Y tras la calma de la inmensidad del océano, la tormenta, la furia se desata gracias a ese arrebato punk que es «Porch». Esta canción me pone la piel de gallina, no solo por la música, sino por el mensaje que se oculta tras sus versos. Pro-Choice o lo que es lo mismo: derecho a elegir. ¿Quién en su sano juicio puede vivir pensando que este podría ser el día en que pueda descubrir que tiene que traer al mundo a un niño no deseado o no planificado? Claro, el control de la natalidad podría resolver ese problema, pero todos sabemos cuán dramático puede ser Eddie. Creo que no solo es una canción pro-choice, sino que es una canción que habla sobre la imperiosa necesidad de abrir puertas para nunca más volver a cerrarlas. Avanzar o morir.

Ese misterioso riff que abre «Garden» era prácticamente obligatorio para los guitarristas de los 90, y la forma en que el bajo se desliza por debajo el gemido chamánico de Vedder es un momento de puro genio. La canción trata sobre enfrentarse a la muerte sin caer en el consuelo que proporciona la fé en una religión, que promete una vida eterna. Ese garden of stone no es más que un cementerio, el destino final que llega con la muerte definitiva, y aunque está bien aceptar que ese momento está por llegar, hay que esforzarse por sacarle todo el jugo a esta vida. Toda una declaración de intenciones.

«Deep» es, quizá, mi tema menos favorito del álbum. Es el que ocupa el décimo lugar… pero no pasa del notable alto. Su ritmo, a veces bluesero, bañado en wah es lo más destacado, pero en un álbum repleto de dieces, el tema se queda por poco por detrás, un poco en la retaguardia. Quizá sea el tema más caótico del álbum, pero le falta un algo… no sé.

«Release» es un brillante destello surgido de la más casual de las casualidades. El lento punto y final de Ten nació cuando Vedder improvisó su voz sobre el brillante riff de Stone Gossard. Es la perfecta puesta de sol dentro de la lista de temas tempestuosos que es Ten, pero, sinceramente, se podría haber acabado la cosa en el minuto 5:00 y haber obviado la repetición instrumental de «Master/Slave» añadida al final. Vale, que el álbum se acaba igual que empieza, pero tres minutos y medio de coletilla es quizá un pelín demasiado.

Una de las bandas de rock más exitosas del último cuarto de siglo. Pearl Jam ha lanzado 11 discos de estudio y numerosos discos en directo, entre bootlegs y oficiales, a lo largo de su carrera, vendiendo aproximadamente 60 millones de álbumes en todo el mundo. Pero, aunque hubieran lanzado solo este Ten, igualmente tendrían su parcelita guardada en el cielo que es la historia del rock.

La verdad es que presentarse ante el mundo con una carta de presentación como esta es, cuanto menos, una gran putada. Es, como decía al principio, de echarle un par de cojonazos bien gordos. ¿Cómo se supera la perfección? Que alguien me lo explique. Entretanto, os esperaré en la oscuridad hasta que me habléis…

Rubén de Haro
Sobre Rubén de Haro 620 Artículos
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J'hayber.

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