Per Wiberg – All Is Well in the Land of the Living But for the Rest of Us… Lights Out (EP)

Siempre seré un seguidor de las muchas empresas en las que se mete el gran Per Wiberg, ex teclista de Opeth y bajista de Kamchatka. También ha estado en Spiritual Beggars, Candlemass… pero no hay que olvidar que también tiene material en solitario, y la verdad es que es muy personal como ya reseñamos hace dos años en su anterior Head Without Eyes. Estamos ante un EP en el que se ha marcado una idea exquisita como es la de unir los nombres de cada canción en un largo título para el trabajo. Que recuerde… es la primera vez que lo veo.

Oscuridad, opresión pesimismo en un punto entre el rock y metal y el progresivo tintado de oscuro. Atmósferas opresivas, bucles sónicos, voces en registros graves y mucha personalidad. Dudo que estas canciones puedan entrar en Kamchatka, aunque algo de Opeth sí que tienen. Obviamente el maestro toca todos los instrumentos y ejerce de productor…

En “All Is Well” nos pone en situación con el presente bajo, tan alto de volumen como las acústicas. Ambiente gélido y nórdico con electricidad estática de fondo a la que atraviesa una bonita línea vocal. Hasta cierto punto conecta con su anterior obra, pero esta vez lo positivo queda confinado.

El mejor tema de este EP es “In the Land of the Living”, es la canción que sus más de siete minutos de angustioso ritmo, acústicas mate, voces distorsionadas y un feeling cenizo y repetitivo alcanzan su gran momento. La letra está muy lograda y un poco nos resume el estado actual de Per ante los tiempos tan aciagos que estamos viviendo.

Sorprende la instrumental “But the Rest of Us”, angustiosa, con esos teclados disonantes de orientación clásica en los que los platos de la batería apoyan junto a voces lejanas. Un prog vanguardista instrumental bañado en tinieblas. Una especie de interludio largo y oscuro muy fuzz.

“Lights Out” posee una entrada a lo Pink Floyd, si bien en la cara más oscura de la luna… Hay algo de Steven Wilson en solitario también en otro corte muy logrado que navega en crescendo. El solo es 100% David Gilmoure, como si él mismo entrara a tocar en una pieza de Ulver. Voz con filtros arrastrándose en un final de caos sonoro muy elegantemente llevado.

Puede que me quede con algunos temas puntuales de su anterior entrega si bien Per Wiberg me sigue pareciendo un artista diferente y que arriesga con un material apto para algunos paladares, no para todos. Necesita de escuchas y de sumergirte entre sus nubes negras, poco confortables. Aúna vanguardismo sonoro, los primeros Porcupine Tree, el fuzz y los referentes clásicos como Pink Floyd. Si el futuro mundial post pandemia tiene una banda sonora… sería este trabajo de Per Wiberg.

Jordi Tàrrega

Coleccionista de discos, películas y libros. Abierto de mente hacia la música y todas sus formas, pero con especial predilección por todas las ramas del rock. Disfruto también con el mero hecho de escribir.