A estas alturas el bueno de Per Wiberg es ya toda una celebridad después de su paso y protagonismo en grupos como Opeth, Candlemass, Kamchatka y demás. Cuando uno consigue este estatus puede permitirse el lujo de sacar su propia obra en solitario, y este es el caso que aquí nos ocupa: Head without Eyes. Son seis temas, algunos de ellos muy extensos, oscuros y profundos, con diversidad de estilos y mucha carga emotiva. Podríamos resumirlo todo como una combinación de rock alternativo con progresivo actual. La duración de los temas es variable, pero en algunos de ellos la cosa escala más allá de los 10 minutos. Las primeras sensaciones son de disco farragoso, de exceso de personalismo y de marcianada en varios de sus temas. Pero poco a poco te va atrapando y la cosa gana enteros, aunque entiendo que para mucha gente va a ser una obra bastante indigesta.
Las teclas de Wiberg irrumpen en “Let the Water Take Me Home” en un inquietante loop triste e incesante. Juegos de acentos y cierto aire a Anathema en algunos momentos, contando con sintetizadores. El estribillo es efectista y el juego de volúmenes le hace ganar ampulosidad a medida que se acerca su final. El rock mal-llamado alternativo impregna la extensa “Anywhere the Blood Flows” de constante riff base y teclado juguetón. El cimiento protagonista y repetitivo del riff permite pocas variaciones más allá de texturas y acentos, pero la irrupción en el estribillo de la voz femenina de Billie Lindahl abre la necesaria puerta a la variación. Cumplen bien su papel Karl Daniel Lidén a la batería compartiendo labor con Lars Sköld. Por otro lado, temas como “Pass on the Fear” cumplen expediente y poco más. Oscuridad y agonía, pero muy lejos de la calidad de los dos primeros temas.
Se vuelve a elevar el listón con la pegadiza, aunque oscura, “Get Your Boots On”, de efectiva línea vocal y con un deje post punk aliñado por un patrón de batería que en el puente juega con los toms. Si hipotéticamente hubiera que sacar un single de este disco, esta sería la canción, a pesar de momentos ralentizados y de voces distorsionadas. Vuelve la preciosa voz de Billie para amenizar con su luz una deprimente y cavernosa “Pile of Nothing”. Cae el telón con “Fader”, tema de 10 minutos de delicada introducción a piano. Pieza onírica y templada que reposa cómodamente en piano y sintetizadores, esponjosos como una nube.
Per Wiberg es uno de los músicos más notables de la escena y es inquieto como pocos. Es fantástico que pueda sacar su propio disco y que dé rienda suelta a lo que le dé la gana, pero eso no quita que nos quedemos con todos sus otros proyectos o que disfrutemos bastante más de Kamchatka que de Head without Eyes. Canciones muy personales en las que las atmósferas de teclados y sintetizadores se llevan el protagonismo total. Loops y riffs monolíticos cargan un poco de monotonía al disco, pero asoma la genialidad del sueco en puentes y estribillos. Per Wiberg puede hacer lo que le plazca, pero este rock alternativo progresivo se hace demasiado complicado de digerir…