Voy a desnudar mi alma, aquí y ahora. Me encanta el rock alternativo/metal cristiano, aún siendo, como soy, un puto ateo de mierda. Tuve, tengo y creo que tendré para siempre un especial cariño por bandas como Day of Fire, Pillar, Demon Hunter, War of Ages o For Today (y Attila, aunque estos sean mónguers, no cristianos). No me avergüenza decirlo claramente, ante todos, ante nuestros más de 1.000 fans en Facebook, by the way. ¡Gracias!
Seamos serios. ¿Quién, de los aquí presentes, sigue la letra mientras escucha las canciones de bandas aparentemente tan similares, musicalmente hablando, como Becoming the Archetype u Oceano? ¿Quién cree poder diferenciar, sabiendo el nivel de inglés de mierda existente en este país, entre un señor que grita muy fuerte para alabar al Señor de otro que, por contra, decapita e ingiere niños, a base de guturales, mientras alaba las virtudes y bondades de Satanás? ¡Pues nadie, joder! Aunque solo sea porque ya casi nadie compra los CD’s originales y, por ende, casi nadie dispone de los libretos con las letras. O acaso dejarás de ir a ver en directo a August Burns Red el próximo mes de marzo solo porque son unos buenos cristianos que van a misa. Incluso el bueno de John Benjamin «JB» Brubaker, guitarrista de los de Pennsylvania, mencionó en una entrevista que «el Cristianismo es una religión, no un estilo de música», y que prefería dejar que la música hablara por sí misma. Pues eso mismo. Amén, coño, amén.
Vengo siguiendo a Phinehas desde no hace mucho, pero me he animado a escuchar sus trabajos más antiguos, y ya han pasado unos cuantos años desde su primer lanzamiento. Thegodmachine (2011) era una gran combinación de elementos progresivos y etéreos vinculados a la fórmula, al abc del género metalcore; era como un sonido fresco que surgió de la nada. Posteriormente, con The Last Word Is Yours to Speak (2013), la banda se alejó del sonido más progresivo y etéreo, y en su lugar se centró en unos riffs y melodías realmente sabrosas e increíblemente mejoradas. En este segunda larga duración exploraron y unieron otros subgéneros existentes dentro del universo metal. Till the End (2015) es el álbum en el que apuntalaron su sello, optando por un sonido, por así decirlo, más conciso, pues cada canción suena como si fuera una; algo así como una especie de álbum conceptual, pero sin serlo. Obviamente, una mejor producción ayudó bastante. Los riffs que uno puede oír en Till The End son, de lejos, son los más impresionantes grabados hasta la fecha por la banda. Un muy buen álbum, pesado y técnicamente impresionante. Lo mejor que han hecho, ya que este Dark Flag que nos ocupa, en mi opinión, no es tan completo.
Dark Flag despega donde lo dejó Till the End. Conserva la firma y la esencia de los Phinehas de ese álbum, en lugar de saltar a un sonido diferente, aunque similar, como ocurrió en The Last Word Is Yours To Speak. Este álbum es, sin lugar a dudas, su obra más pesada hasta el momento; cuenta con más breakdowns y temas “rompecuellos” por metro cuadrado que cualquiera de sus predecesores. Estoy seguro de que este “rumbo” es exactamente lo que muchos querían que ocurriera, aunque a otros fans, seguramente, no les mole tanto. Aún así, insisto: es más duro, sí, pero no existe ningún cambio sustancial en el sonido de la banda.
Phinehas no se adentra en nuevo páramos, ni está pisando terreno nuevo, sino que, como he anunciado líneas más arriba, busca discurrir por la senda marcada por Till the End con un twist. Nos traen un lanzamiento sólido lleno de un metalcore/post-hardcore audaz que merece toda nuestra atención. Las voces son increíblemente directas y claras, lo que me hace recomendaros que le echéis un oído a través de unos buenos auriculares. Sin embargo, las guitarras se pierden un poco en la mezcla en muchos puntos del álbum, lo que no mola nada, pues los riffs aquí presentes son técnicamente de los más satisfactorios que haya escuchado últimamente dentro de este género… ¡ojo!
¿Recordáis, y si no leedme de nuevo (!), que os decía que su anterior trabajo era algo así como un disco conceptual, pero sin serlo? Pues lo mismo le pasa a este Dark Flag, el cual gira entorno a la guerra. La guerra es algo realmente oscuro y serio. Algunas de las canciones más poderosas que jamás se hayan escrito, y hablo en términos generales, tienen significados que giran en torno a la guerra. Pues los chicos de Phinehas nos traen una historia única que hace referencia a algunas de las peores guerras del mundo, a la existencia, a la vida humana y al valor de la misma.
El álbum comienza en la canción que da título genérico al álbum, “Dark Flag”. El gran trabajo sinfónico de la guitarra que abre el tema se combina con sus grandes estribillos, llevando el disco a un comienzo realmente cautivador; que te engancha, vamos. Y sobre esta misma fórmula es sobre la que gira el resto del álbum. Otro claro ejemplo de ello es la magnética y cautivadora “Meaningless Names”, que narra cómo de impersonal es la guerra, dejando de lado las guitarras afiladas, a ritmo de “I am waiting to die among a swarm of flies. Every day is a lifetime in chains. Every day.”
Gran parte de este álbum está marcado por la calidad (y cantidad) de sus mensajes, como toda buena obra cristiana que se precie… aunque el 80% de los que me leéis no los hayáis captado todavía e iréis de cabeza al achicharradero. Aún así, hay algunos momentos en “A War That Never Ends” en los que intentan algo diferente. Esta canción es más tranquila y destaca por encima del tono general del álbum. Algunas canciones, como “The 38th Parallel” (que hace referencia a la división geográfica entre Corea del Norte y Corea del Sur) y “Burning Bright” son más declaraciones que cualquier otra cosa, mientras que otros temas se centran en, no tanto en una guerra en sí misma, sino en el ser que se siente atrapado en ellas. Phinehas lo cubren todo.
En la nueva era de la música metal, es fácil que las bandas se pierdan por el camino. Phinehas, sin embargo, continúan dejando huella y se mantienen firmes. No es frecuente que escuches un álbum dentro de este género que intente salir de su zona de confort, pero cuando se consigue, como es este el caso, suele valer la pena. Phinehas nos trae una historia única con Dark Flag, usando el contexto de la guerra para sacar a la luz el valor de la vida humana. Es música como esta la que nos hace apreciar (aún más, si cabe) lo que tenemos. Eso es algo que vale la pena mantener y, sobre todo, apreciar. SofN 2:12.
Tipo peculiar y entrañable criado a medio camino entre Seattle, Sunset Boulevard y las zonas más húmedas de Louisiana. Si coges un mapa, y si cuentas con ciertos conocimientos matemáticos, verás que el resultado es una zona indeterminada entre los estados de Wyoming, South Dakota y Nebraska. Una zona que, por cierto, no he visitado jamás en la vida. No soy nada de fiar y, aunque me gusta “casi todo lo rock/metal”, prefiero las Vans antes que las J’hayber.