Ha costado unos días procesar bien el impacto de Never Let Me Go, el nuevo disco de Placebo. Había muchas ganas de él y muchas más tras los formidables avances previos. Por eso me lo he tomado con calma, necesitaba disfrutarlo con calma.
Lo primero que puedo comentar al respecto, es que éste disco supera con claridad todo lo que han hecho des de el ya lejano Sleeping With Ghosts (2003), compitiendo de cerca con Black Market Music (2000). Han pasado nueve años des de el poco inspirado Loud Like Love (2013), tiempo de sobras para que Brian Molko buscara lo mejor de sí en el fondo de su ser. Y parece que lo ha logrado.
Never Let Me Go es un excelente ejercicio en varios aspectos. Un disco que suena tal y como debe sonar un disco de Placebo. Un plástico con experimentación, pero la justa y necesaria. Un disco con varias canciones punteras que, combinadas con otras menos potentes pero si trascendentes, conforman un disco redondo. Tenemos esos riffs que tanto nos gustas, esas voces tan hipnóticas, esas letras tan densas y duras. También tenemos himnos, “Beautiful James”, “Happy Birthday in the Sky”, “The Prodigal” y “Fix Yourself” son canciones de un nivel superior.
Guitarras y sintentizadores cabalgando a lo largo de una hora que dura el disco. El poderío de Placebo se viste de gala en este regreso soñado pero por pocos esperado. Estribillos pegadizos, melodías que se meten en la cabeza. También momentos para la locura como en “Hugz”, una afilada pieza que te azota sin saber por donde viene.
Muchos años han pasado para tener en nuestras manos un disco de calidad incontestable de Placebo. Never Let Me Go es el octavo disco de la banda de Brian Molko, disco que supera claramente el nivel de sus últimos tres discos. Un disco de Placebo moderno y maduro. Un disco destinado a perdurar.