A veces nuestros gustos musicales se antojan perdidos o la deriva, ¿cómo puede ser que una persona fiel a unos estilos logre conectar con propuestas presuntamente tan diferentes a su línea o zona de confort? Curioso es el hecho que muchas, más de las que te imaginas, personas logran conectar con Florence + the Machine pese a ser unos habituales del mundo del hard rock y el metal.
¿A qué se debe este fenómeno?
No tenemos aquí en la redacción la Piedra Rosetta, pero podemos intentar explicar algunas conexiones musicales o hasta espirituales que ayudan a apoyar esta curiosa relación.
Florence + the Machine no es un grupo pop rock estandarizado, si no conoces nada de esta banda mejor sería introducirte lentamente. Sus cuatro álbumes publicados hasta la fecha han ido superando a su anterior, las expectativas siempre son más altas que en su predecesor y el resultado final siempre es más satisfactorio.
Su rock es de ese que vulgarmente etiquetamos como “Art Rock” porque es tan complejo, atrevido y novedoso que solo se puede calificar como arte. Pop barroco, indie, neo-soul, chamber pop… nadie es capaz de describir el sonido de Florence pues sus mutaciones suelen ocurrir sin previo aviso y dentro de un mismo tema.
Otro tema sumamente importante es el poderío de su cara visible, Florence Welch, artista enorme, vocalista colosal, una mujer icónica y no solo por su voz. Con treinta y pocos años y gozando de una popularidad asombrosa, la británica sigue siendo natural como la vida misma, una artista comprometida, enérgica e inspiradora. Su trabajo en la banda es impagable, suyas son las letras de todos los discos, letras inteligentes lejos de los cánones de la música rock, Florence es una declarada fan del Renacimiento y conecta todas sus obras a dicho estilo artístico vertiendo sus propios sentimientos sobre las bellas melodías de los músicos, temas con complejas metáforas y sobretodo con mucha inteligencia.
Un secreto a voces es que sus directos son sublimes, musicalmente rallan lo perfecto y en cuanto a la puesta en escena, Florence y sus dotes interpretativas (ha participado en varias series y películas) hacen que sus conciertos sean multisensoriales.
Y por sus temas impecables, que no son pocos. La labrada carrera de los británicos no solo despunta por sus directos, o por la voz y presencia de Florence o ni siquiera por el concepto del álbum en cuestión, sus cuatro trabajos están repletos de temas tan exquisitos como emotivos.
Temas como «Hunger» o «Patricia» de su último trabajo High as Hope, la rockera «Ship to Wreck» o la delicada y a su vez intensa «What Kind of Man», ambas de su tercer trabajo titulado How Big, How Blue, How Beautiful. Tampoco podemos ni debemos olvidar de mencionar la maravillosa y seguramente más querida canción «Only if for a Night» del álbum Ceremonials. Todos ellos y más imprescindibles y obligados en su directo.
Con todo esto no pretendemos vender ni obligar a nadie a dedicarle una escuchada a Florence and the Machine, pero si que podemos recomendar y comentar los motivos que extrañamente nos impulsan a desviarnos de nuestro rumbo para abrazar lo que al final es música en mayúsculas, sea el estilo que sea.