«Artículo dedicado, con enorme aprecio, al que considero el solista musical más grande de todos los tiempos; el cual perdió la visión en diciembre de 2024. Elton John es como The Beatles pero en solitario, en mi opinión.» (Txus Iglesias)
Introducción
Honky Chateau (1972), Goodbye Yellow Brick Road (1973), Rock of the Westies (1975) o incluso Reg Strikes Back (1988) resultan, probablemente, los discos que más rock and roll contienen de toda la trayectoria de un nº1 como es el inigualable Elton John.
Este último LP citado, aunque no es su trabajo más estratosférico como sí lo puedan ser, por ejemplo, los tres primeros álbumes mencionados; sin embargo, el mismo Reg Strikes Back sí que posee canciones tan atractivamente animadas y agitadas como “Goodbye Marlon Brando”, “Town of Plenty”, “Mona Lisas and Mad Hatters (part 2), “I Don’t Wanna Go On with You Like That”, “Heavy Traffic”, “The Camera Never Lies” o “Poor Cow”; aunque también baladas de incalculable hermosura como “Word in Spanish”. Y es que, dicho en en otras palabras, éste tampoco supone el peor LP de este artista, ni muchísimo menos; sino que, incluso, este mismo repertorio se presenta como bastante óptimo y aprovechable.
Por otro lado, su multi-irisada portada resulta muy representativa de una parte trascendental de la historia del mismo Elton; aunque, particularmente, considero que el longevo idilio, durante los tres lustros previos a 1988, de este artista con sus extravagantes disfraces provocó que, por contra, mucha parte del gran público le prestara más atención a ésto que a la considerable cantidad de obras maestras musicales del propio músico, como también son Tumbleweed Connection (1970), Madman Across the Water (1971), Don’t Shoot me I’m Only the Piano Player (1973) o Captain Fantastic and the Brown Dirt Cowboy (1975); entre otros muchos monumentales álbumes de este histórico intérprete británico.
Origen del tema
Para empezar a entender el concepto de la cubierta de Reg Strikes Back, la cual hoy nos ocupa, compuesta la misma por todos esos atuendos carnavalescos y demás material, debemos desplazarnos unos 15 años atrás respecto a 1988, redundamos; es decir, hasta 1973, que es cuando toda aquella constante juerga de antifaces comenzó a desmadrarse del todo, realmente.
Desde prácticamente el inicio de su carrera como solista, Elton John empezó ya a utilizar camisetas adornadas de estrellas y con su nombre grabado a la espalda, como en 1970, o también botas muy altas o chaquetas llenas de chapas, en 1971. Por contra, aquello mismo no suponía nada en comparación con la totalidad de lo que sobrevendría después.
Finalmente, en 1972, fue aquella corriente bautizada como glam rock la que multiplicó, disparó e inspiró, definitivamente, todo aquel arcoiris exhibicionista que anidaba en la mente y el alma de Elton John. Por ejemplo, el tema empezó a adquirir tintes auténticamente reseñables en el aludido año 1973, cuando el pianista salió al escenario a tocar embutido en un gracioso traje de oveja.
Explicaremos que el propio cantante británico, en el fondo, se halla orgulloso de ésto y, con el transcurrir de las décadas, opinó él que sin todos esos aparatosos atuendos no habría llegado a ser el artista mundialmente famoso en que se convirtió, ya que no habría llamado tanto la atención solamente incrustado en su piano, es decir, únicamente tocándolo. Éste mismo no se presentaba como un instrumento como pueda ser la guitarra, por ejemplo, la cual se puede lanzar al público o destrozarla, fácilmente, como hicieron Pete Townshend o Jimi Hendrix; así que Elton debía recurrir a otra clase de performance en aquellos años tan decisivos en el rock, de 1972 y 1973.
Seguiremos esclareciendo que el entrañable Elton John consideró que él mismo no era alguien que encajara de forma tan natural en el propio glam rock como David Bowie o Marc Bolan, por ejemplo, a los que la audiencia consideraba sexys (y aún más cuando éstos se maquillaban y se ponían purpurina). Como añadido, una persona como Elton, el cual se veía a si mismo con un aspecto de “bajito y rellenito”, tampoco sentía que pudiera contonearse, en el escenario, como vocalistas puros del classic rock como son Mick Jagger o Rod Stewart; los cuales, además, podían chocar las manos y conectar, de modo cómplice y habitual, con el enfervorecido público, al no estar sentados dichos ídolos a las teclas.
Así que, el mismo Elton se empezó a vestir con todos aquellos sorprendentes y desmesurados ropajes para, por ejemplo, reflejar su abundante sentido del humor y, al mismo tiempo, aquellos disfraces suponían una protección respecto al exterior y, de ese modo, esos mismos disparatados uniformes ayudaban a aquel artista a estar preparado para actuar ante toda esa vasta audiencia que le seguía.
Aquel intérprete tímido que no hizo muchos amigos en su infancia y adolescencia, por otro lado y también en el fondo de su personalidad, sólo quería sobresalir al piano y hacer saltar por los aires todas las convenciones musicales tal y como habían efectuado, también, sus ídolos del rock ‘n’ roll de los años 50, Little Richard o Jerry Lee Lewis al frente del aludido instrumento de cuerda percutida.
Es cierto que, durante los año 70, también otros astros del rock como Freddie Mercury o Peter Gabriel, lucieron vestimentas llamativas y extrañas pero es que Elton John llevaría todo ésto a la máxima expresión y sin límite de ninguna clase, durante sus funciones en directo y otros actos públicos.
La cosa fue yendo en aumento…
Así pues, aquello se convirtió en una bola de nieve, la cual fue cogiendo cada vez más y más tamaño y repercusión ante la prensa y los espectadores de toda la esfera terráquea. Otro ejemplo sonado es cuando, en 1974, Elton John salió vestido de Minnie Mouse, en el Pabellón Forum de Los Ángeles o también enfundado en un traje de abejorro en el estadio de fútbol de Watford, en Inglaterra, ese año 74. Por cierto, recordemos que el mismo Elton fue el propietario, durante varios años, del equipo balompédico de esta última localidad, como es de sobras conocido.
Y es que aquel genial y talentoso músico inglés, insistimos en el trasfondo, no deseaba que todos juzgaran, con severidad, a aquel timorato muchacho que se autoconsideraba muy callado y poco agraciado físicamente, Reginald Kenneth Dwight; sino que deseaba él atraer las miradas de todo el planeta entero a través de su valiente y rompedor alter ego artístico, Elton John; incluso con todas las consecuencias que ello acarrease.
Ya el año 1975, aconteció otra de sus apariciones más memorables, ahora en el Dodger Stadium, de Los Ángeles, cuando el cantante del Reino Unido irrumpió, en escena, uniformado de jugador de beisbol; ante la locura y aprobación masiva dirigida a ese célebre y jovial piano player que había llevado a cabo tan trabajado guiño hacia uno de los más emblemáticos equipos deportivos de aquella metrópolis californiana como son los Dodgers.
Y es que su camaleonismo estético no iba dirigido hacia una finalidad artística, sino que más bien en el caso de Elton aquel vestuario chiflado era un medio para, simplemente, entretener a los asistentes de los espectáculos musicales, en vivo, como uno de los motivos principales de todas aquellas transformaciones suyas.
Respecto a ese mismo año 1975, tampoco no nos olvidemos jamás del mismo Elton John interpretando al Mago de la Máquina del Millón (“Pinball Wizard”) con unas tremendas botas de un metro de alto, durante la película Tommy, de The Who o también cuando, en esa misma franja temporal, el mismo Elton se mostró, públicamente, con un pomposo traje lleno de estrellas a juego con las gafas, en el Paseo de la Fama de Hollywood; donde, precisamente, se le concedió al cantante dicho símbolo de 5 puntas con su nombre grabado en el suelo.
Aquella rotatoria rueda de disfraces no detenía su alta velocidad y, en consecuencia, Elton apareció de pollo totalmente emplumado, en el año 1977, para actuar en el popularísimo show de Los Teleñecos, ¡incluso eclipsando a éstos últimos monigotes infantiles en su propio programa!.
Ya en 1980, en el Central Park de New York, tampoco Elton dejó indiferente a ningún ser vivo cuando asomó en el tablado principal vestido de Pato Donald y de esa manera, el icónico músico británico casi no podía sentarse en la banqueta que acompaña al piano debido al voluminoso y extremadamente espumoso trasero de aquel pajarero disfraz.
Se dieron otras muchas acometidas de este tipo que desataron más oleadas de comentarios de todos los colores como en 1982, con Elton John ataviado como un mosquetero, para un concierto suyo en el Madison Square Garden de la propia Nueva York o también en 1986, cuando dicho intérprete apareció trajeado como Wolfgang Amadeus Mozart para su gira oficial por Australia; entre otras muchas chocantes acciones de este tipo que maquinó el músico de Middlesex County.
Cierto precio a pagar por tanto disfraz
Entre las diversísimas reacciones ajenas, algunos consideraron que la dignidad de Elton John quedaba a la altura del barro con toda aquella parafernalia de desorbitadas vestimentas y el propio artista inglés, con el paso de las décadas, también admitió que había llevado todo aquel artificio más allá de lo aconsejable pero que, en aquel instante de su carrera, estaba enganchado a aquella gigantesca mascarada y no podía parar.
Como muestra de todo ésto, según la revista People, Elton John se había gastado la escalofriante suma de 25.000 dólares solamente en gafas estrambóticas y de colores… ¡ya en el año 1975!
Las razones que adujo el artista sobre adquirir todo ese kilométrico repertorio de jaraneras lentes son semejantes a las comentadas previamente: él sentía el impulso de esconder la vergonzosa mirada de Reg Dwight y, por contra, provocar que el público de todas las edades se fijara en todos sus despampanantes anteojos, por ejemplo; entre otros elementos de su tan vistoso vestuario.
Incluso hasta los niños pequeños de todos los lugares sentían simpatía por aquel personaje musical que parecía estar eternamente metido en un divertidísimo carnaval, como explicamos antes con The Muppet Show.
Por emotivas causas como ésta, se ha de respetar y aceptar siempre esta fiestera faceta del tan admirado Elton John, bajo mi prisma personal; aunque, el mayor inconveniente de todo aquello de los diversos atuendos tan pintorescos es que esto mismo desvió la atención de cierto número de fans adultos, en detrimento de los sensacionales álbumes del artista nacido en Pinner Town, durante las décadas de los 70 y los 80; como sugerimos al inicio de este artículo.
La portada propiamente dicha
Entonces, en el año 1988, Elton John decidió dar un brusco vuelco a su existencia y ordenar, aunque fuese un poco, su alocada trayectoria de rock star; así que por ejemplo, trató de romper, aunque solo relativamente, con ese pasado de continuos disfraces; además de tratar de dejar atrás temas como relaciones sentimentales hechas añicos, algún LP que él mismo consideraba pésimo como Leather Jackets (1986) y un problema muy serio de garganta, en 1987; para así intentar comenzar una novedosa etapa en su increíble cronología musical, en ese año 88.
De tal modo, el pianista decidió subastar todo aquel estrafalario ajuar, a través de la célebre empresa especializada Sothesby’s, en un muy publicitado evento, ¡el cual duró 4 días enteros!. En total, fueron saldados unos dos mil artículos incluyendo, adicionalmente, cuadros de Pablo Picasso o René Magritte o también Discos de Oro del propio Elton; siendo la recaudación de algo más de ocho millones de libras (unos 900 millones de pesetas, de por entonces) a cambio de la venta de dichas innumerables pertenencias del vocalista; las cuales ya no le cabían dentro de una de sus mansiones.
Para reflejar toda aquella inesperada mutación con la que, tal vez, buscaba reconciliarse con sus orígenes, el nuevo LP de Elton John, de ese año 88, se tituló Reg Strikes Back (“Reg contraataca”), haciendo una simpática referencia al nombre de nacimiento del artista, recordemos Reginald Dwight; y, sobre todo, acaparaba la portada de dicho disco toda esa avalancha de ropajes que acabamos de comentar y que luego se subastaron uno por uno a precios astronómicos, apuntalamos.
Y es que el encargado de idear y diseñar la misma cubierta (y contracubierta por extensión) de Reg Strikes Back, es decir, el director artístico David Costa albergaba la firme la intención de armar una imagen al estilo del LP Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967), de The Beatles pero no utilizando caras de personas, sino exponiendo todos aquellos disfraces de personajes ficticios; además de los collares, las gafas, los sombreros y los maniquíes como singulares protagonistas.
Añadiremos que el propio Costa también trabajó en frontales de discos de The Beatles, Queen, Eric Clapton, Mark Knopfler, Jimi Hendrix, E.L.O., Genesis o The Rolling Stones; entre otros mega-astros de la música.
Así que, David Costa pensó que cuando los operarios de la mudanza extrajeron del camión todo ese material facilitado por el encargado del armario de Elton, es decir Bob Stacey y dichos trabajadores del transporte apilaron todo ese descomunal montón en un estudio de fotografía de automóviles en Portobello Road, en Londres, resultó que la dispersión al azar de todo aquel amplio volumen de cosas textiles pareció adquirir vida propia, según el propio consejero David.
Así que, tanto el mismo diseñador Costa como el fotógrafo de la portada, Gered Mankowitz (éste último también retrató a Jimi Hendrix o The Rolling Stones; entre otros), decidieron mantener todo aquel extenso número de prendas más desperdigado de lo que ambos habían planeado en un principio y por tanto, retratarlo todo tal cual había sido depositado allí.
Después de las sesiones de flashes, el director artístico David Costa tomó un vuelo a Los Angeles y éste, aunque bastante temeroso, le enseñó el trabajo visual al mismísimo Elton John; el cual sin embargo, quedó encantado con aquellas instantáneas para que una de ellas figurara, oficialmente, en la cubierta del LP Reg Strikes Back.
La anécdota fue que como cada vez llegaron más y más posesiones de Elton a aquella sala fotográfica, tanto Costa como el retratista Gered Mankowitz tuvieron la tentación de probarse alguno de aquellos disfraces; así que, en una de las fotos de interior del álbum acabó apareciendo, aunque de forma borrosa, alguien vestido de Minnie Mouse persiguiendo a otra persona ataviada como el Pato Donald.
Después de Reg Strikes Back
Pero es que Elton John no renunció del todo a continuar con las extravagancias de su vestuario (“antes muerto que sencillo”, como reza el conocido refrán) porque, por ejemplo, en el año 1997 y para celebrar su 50 cumpleaños, el cantante se vistió como el longevo monarca francés Luis XIV y, además, siempre siguió enfundándose chaquetas provocativas y de tonos chillones; aunque sin alcanzar ya, habitualmente, los aludidos niveles tan estrambóticos de los años 70 y primera mitad de los 80.
Bajo mi parecer, el más que legendario Elton John siempre resulta inolvidable, especial y adorable en absolutamente todos sus aspectos y éste de los disfraces es una de las más esenciales características de su vida artística, reiteramos, tal y como se refracta en el frontal del álbum Reg Strikes Back, de 1988.