El 3 de noviembre de 1992 salía al mercado uno de los debuts más perfectos de la historia del rock, el disco homónimo de los estadounidenses Rage Against the Machine. Hace unos meses, en estas mismas páginas (me encanta fantasear con que somos una revista física), Joan Calderon le rindió reseña para celebrar su 30º Aniversario y un servidor, por aquellos entonces, pensó en escribir algo referente a la icónica portada, pero por falta de tiempo se me quedó en el tintero. Así que hoy voy a explicar algunas cositas que se esconden tras la conocida cover de este excelente disco.
Cuando muchos de nosotros nos hicimos en su día con el álbum, nos llamó la atención la crudeza de la portada del monje envuelto en llamas, pero desconocíamos totalmente de dónde procedía. Para contextualizar dicha portada nos debemos trasladar a Saigon, un 11 de junio de 1963, en plenas protestas contra el gobierno de Vietnam del Sur por el acoso, persecución y brutales asesinatos que muchos monjes budistas sufrían por parte del presidente de la nación, el católico y anticomunista Jean-Baptiste Ngo Dinh Diem (Ngô Đình Diệm). En aquél momento, Malcolm Browne, fotoperiodista y miembro de la agencia americana Associated Press, se encontraba documentando con su cámara esas protestas cuando, entre el murmullo de la gente, algo llamó su atención…
Ese algo no era otra cosa que un monje budista Mahāyāna de unos 65 años que sin hacer demasiado ruido se bajó de un Austin Westminster azul con otros dos monjes más, exactamente en la intersección de las calles Phan Dinh Phung y Le Van Duyet. Thích Quảng Đức, así se llamaba del monje, colocó una almohada en el suelo y se sentó en la postura del loto mientras uno de los monjes que le acompañaban sacó un bidón de gasolina del coche y se lo roció por encima. El propio Thích Quảng Đức encendió un fósforo y se prendió fuego bajo la atenta -pero impasible- mirada de todos los allí presentes. Nadie hizo ni el más mínimo gesto para detenerlo. Mientras todo su cuerpo se carbonizaba, algunos de los monjes que allí se congregaban, se acercaban tímidamente para rendirle reverencia y poco más.
Malcom Browne captó a pocos metros toda la escena y gracias a ello ganó un premio Pullitzer de reportajes internacionales un año después juntamente con el también periodista e historiador David Halberstam, muy conocido por su trabajo sobre la guerra de Vietnam, quien publicó en el New York Times un interesante reportaje sobre lo sucedido aquel 11 de junio del 65 en aquella intersección de la actual Ho Chi Minh. Desde que Halberstam, siempre defensor de los derechos civiles, fuese destinado en 1962 a cubrir la guerra de Vietnam, fue muy crítico tanto con la dictadura de Diệm como con el papel que estaba tomando en ese momento el gobierno estadounidense en dicho escenario. Censurado en mucho de sus informes y escritos, el propio John F. Kennedy intentó, sin éxito, que el New York Times lo reemplazara, así que poder publicar algo tan importante en el periódico de la gran manzana fue tomado como una victoria del periodismo en general ante la censura y la falta de libertad de expresión.
Halberstam, en palabras del propio Browne, publicó:
«Las llamas estaban surgiendo de un ser humano; su cuerpo fue marchitándose lentamente, su cabeza se ennegrecía. En el aire había un olor a carne humana quemada; el hombre se quemó sorpresivamente rápido. Detrás de mí pude escuchar el sollozo de los vietnamitas. Estaba demasiado sorprendido para llorar, demasiado confundido para tomar notas o hacer preguntas, además desconcertado para inclusive pensar… Mientras se quemaba él nunca movió un músculo, nunca pronunció un sonido, su calma exterior en agudo contraste con la gente que se lamentaba alrededor de él.»
Thích Quảng Đức, poco antes de dirigirse en ese Austin azul hacia el foco de las propuestas, dejó escrito:
«Antes de cerrar los ojos y dirigirme hacia la figura de Buda, suplico respetuosamente al presidente Ngô Đình Diệm que tenga compasión de los habitantes de la nación y que desarrolle una igualdad religiosa que mantenga la fuerza de la patria para siempre. Llamo a los venerables, reverendos, miembros de la sangha y predicadores budistas para que se organicen y hagan sacrificios con el objetivo de proteger el budismo.»
La repercusión que tuvieron esas fotografías, que dieron la vuelta al mundo, hizo que el gobierno americano cambiase su postura ante Diệm, presionándolo para que reabriese las negociaciones con los budistas, amenazándolo con que la Casa Blanca rompería públicamente las relaciones con el régimen si esto no ocurría. Aunque el 16 de junio de ese mismo año, 5 días después de la autoinmolación de Thích Quảng Đức, se firmó un acuerdo entre budistas y gobierno, el 1 de noviembre, y después de meses de fuertes tensiones e inestabilidad, el Ejército de la República de Vietnam (ERVN), con ayuda de la CIA (como no podía ser de otra forma) perpetró un sangriento golpe de Estado que terminó con el arresto y asesinato del presidente Ngô Đình Diệm.
En la actualidad, en Ho Chi Minh se encuentra el memorial a Thích Quảng Đức, a pocos metros tanto del Palacio de la Reunificación como de una cervecería belga, un restaurante coreano, y una tienda Nike. Cosas de la globalización. También el automóvil que usó para desplazarse hasta el lugar de los hechos está expuesto en la pagoda de Chùa Thiên Mụ (Pagoda de la Dama Celestial) en Huế, un importante centro de organización budista.
Rage Against the Machine siempre han sido defensores de las causas y esta portada les va como anillo al dedo. La encargada del artwork del disco fue Nicky Lindeman, quien ya había trabajado con Youssou N’Dour o Spin Doctors, y que dos años más tarde sería la responsable de la portada del Grace (1994) de Jeff Buckley.
Pota Blava y fanzinero de los 90. La música siempre ha sido una de mis grandes pasiones, y aunque el Metal es mi principal referencia, no he parado de moverme por diferentes estilos sin encerrarme a nada. Con los años el escribir también se convirtió en otra pasión, así que si junto las dos me sale la receta perfecta para mi droga personal. Estoy aquí para aportar humildemente algo de mi locura musical, y si además me lo puedo pasar bien…pues de puta madre.