Los alemanes Powerwolf empezaban cuando yo dejaba al (nuevo) power de lado para adentrarme en el hard rock, así que pasaron más de 10 años hasta que escuchase algo de ellos. Ese algo fue su anterior disco, The Sacramento of Sin (2018), para reseñarlo aquí. Oye, todo un descubrimiento, pues aunque no salen de lo que es el power metal, sí que lo toman de forma muy personal e inequívoca, lejos de aquellas decenas de grupos clones que acabaron con un estilo la mar de divertido. Verlos en directo (Razzmatazz y Rock Fest) no hizo más que constatar que tienen su buena fama más que merecida. Esto llega a ser así hasta tal punto que, al saber que lanzaban nuevo disco, me jugué conmigo mismo (sin haberlo escuchado, por supuesto), que estaría en mi top 5 anual. Veremos si es así.
Antes de entrar a estudiar cada tema, tracemos unas breves pinceladas sobre lo que hacen estos chicos. Si bien hemos dicho que hacen power de toda la vida, no es menos cierto que le dan su toque personal. Y este se basa mucho en los teclados, dando a su música un toque eclesiástico inconfundible, no en vano llaman a sus conciertos «la misa de heavy metal”. Por otra parte, y aunque es un cliché como una catedral, no se basan en guerreros y dragones (siempre he defendido que el power es más positividad y buenrollismo que mighty warriors) sino que se basan en la santísima trinidad hombres lobo – religión – sexo y lujuria. A estos dos ingredientes le tenemos que sumar la voz del rumano Attila, lejos de los agudos y falsetes tradicionales, es mucho más grave y profunda. El cóctel, si te gusta el estilo, vale mucho la pena.
Lo que nos encontramos en este Call of the Wild (2021) es un poco más de lo mismo que vienen haciendo, pero haciéndolo muy bien. Es decir, si buscas un giro inesperado, una ruptura creativa y una reinvención sin precedentes, aquí no lo encontrarás. Si lo que buscas es disfrutar de un gran álbum como los que vienen haciendo, entonces sí, es tu disco. Encontraremos temas rápidos, algunos más suaves, mucha melodía casi pegajosa, grandes estribillos coreables y diversión a raudales. De echo hasta tenemos algún que otro toque semi folk. Veamos los temas.
Empezamos, como no puede ser de otra manera, director a la yugular con “Faster Than the Flame”. Rápida, melódica, va muy en la línea de “Amen and Attack” o “Fire and Forgive”. Funciona perfectamente en disco y lo hará en directo. Seguimos con el primer single, “Beast of Gévaudan”, Powerwolf al 100%. Rápida, melódica, divertida e intensa. Lo mismo que el segundo single y tercer tema, “Dancing With the Dead”, más divertida que agresiva, melódica que rápida. Un single muy single.
“Varcolac”, o al menos su inicio, es más solemne y soviético. Es otra faceta que los lobitos usan a menudo, y lo hacen muy bien, aunque no es la que más me gusta. Baja mucho las revoluciones “Alive or Undead”, que coge aires de power ballad. Aunque no está mal, creo que el grupo no se caracteriza por hacer grandes baladas, y esta no es una excepción. Y llegamos a los toques folk con “Blood for Blood (Faoladh)” en la que, a ratos, nos recordará a algún otro grupo que me ronda la cabeza pero no quiere salir por el teclado. Aquí los teclados eclesiásticos dan paso a trajes típicos de Baviera o por ahí.
Ya vienen nombres raros. “Glaubenskraft” recupera ese aire misal a ritmo de medio tiempo. Coros, órgano, voz… esto es la heavy metal mass, guste más o menos. El tema homónimo al disco recupera la caña, siendo otra de las destacadas. La melodía que lidera el tema es deliciosa, al igual que el estribillo, haciendo de ella una pieza clave en directo, seguro. Lo mismo podría decirse de “Sermon of Swords”, que casi parece un homenaje a George R.R. Martin.
El momento picantón llega con “Undress to Confess” que vuelve a ser un tema divertido a medio tiempo, muy melódico y en la línea de su letra/título. Terminamos con “Reverent of Rats” con algo de aceleración respecto a su anterior, pero sin ir a piñón.
Powerwolf vuelven a demostrar por qué su popularidad va tan en aumento que petan Razzmatazz o están por encima de grupos tan míticos como Gamma Ray en los festivales. Este “Call of the Wild” es un disco divertido, ameno, donde solo 3 canciones pasan de los cuatro minutos y que consolida al grupo como uno de los grandes del estilo de todos los tiempos. Por ponerle una pega, diría que el hecho de que casi cada tema tenga una intro puede ser un poco cansino, pero es peccatta minutta si tomamos todo lo positivo. Sí, va al top anual.
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.