¿Sabéis cual es una de las grandes cosas de escribir en Science of Noise? Que prácticamente la totalidad de mis compañeros son amantes de los sonidos más extremos, guturales y oscuros del metal. Hablar dicharacheramente con ellos es adentrarse en los reinos tenebrosos y/o burracos (en cuanto a caña se refiere) del estilo. Todo esto lleva a que me toque reseñar casi todos los lanzamientos de hard rock y heavy metal más clásico, incluso aquellos de bandas o estilos que tenía prácticamente olvidados. De esta manera han pasado por mis manos algunos de los que considero, para risa y jolgorio de compañeros de redacción, mejores lanzamientos de 2018, como el último de Stryper o el de Riot V (recordemos que estos últimos vienen de gira con los protagonistas de esta review después del verano). Luego se me engorilan cuando les digo que no tienen ni idea ^^
Bueno, toda la parafernalia del párrafo anterior tenía como objetivo decir que ha caído en mis manos el último lanzamiento de Primal Fear. Hace muchos, muchísimos años que les perdí la pista, o se la quise perder, al adentrarme en sonidos más comerciales y llenos de purpurina. Tantos como 17, tras su Nuclear Fire (2001). Lo primero que me viene a la mente al pensar en los germanos es la suerte que tuvimos todas las partes cuando, sea cierto o sea falso, el sr. Ralph abandonó Gamma Ray para intentar colarse en Judas Priest, tras la escapada de Halford. Y digo que todos tuvimos suerte porque Gamma Ray, con la voz raruna (eufemismo) de Hansen ganaron una personalidad que no tenían, porque la vuelta del bueno de Rob estaba anunciada desde el día que salió de la banda inglesa, porque esto obligó a Ralph a unir esfuerzos con el sr. Sinner para ganarse la vida y porque nosotros, los fans, ganábamos otro grupo para seguir.
La historia de Primar Fear no podía empezar mejor. Lejos del power más de manual que practicaba en Gamma Ray, en su nuevo proyecto Scheepers se acerca más al heavy metal clásico, cosa que creo que le va mucho mejor a su voz. Aunque melódico, estamos ante un grupo mucho más afilado, con más mala leche y mucho más priestiano, dejando claro que Ralph lo hubiese hecho bien en Judas. Sus dos primeros álbumes, su homónimo Primal Fear (1998) y Jaws of Death (1999) eran un soplo de aire fresco en una escena que lo necesitaba. Con Nuclear Fire bajaron algo el pistón, aunque temas como el que da nombre al disco bien merecen ser recordados. Y ahí acaba mi historia con el grupo. Suerte que Spotify tiene esas geniales ideas y listas de This is… Primal Fear (en este caso), en las que hace una recopilación del grupo. En ella he podido ver que siguen haciendo lo que hacían, y que aunque la falta de sorpresa les pueda restar algún punto, lo siguen haciendo muy bien. Heavy metal rápido, cañero, con algún toque power y muy afilado. Si esto es lo tuyo, sigue leyendo, pues te aguardan sorpresas agradables. Si no lo es… sigue leyendo, que quizá te puedo convencer.
Apocalypse es, ni más ni menos, que el 12º álbum de estudio (EP’s, directos y DVD al margen) de nuestros protagonistas, y es una patada en la entrepierna a quien dé por muerto el estilo. Tiene todos los elementos que definen al grupo, al estilo y que ya hemos mencionado, pero además los tienen en forma de canciones más que buenas. 11 temas llenos de energía y actitud, llenos de fuerza y guitarreo del bueno, que harán las delicias de todo fan que se precie.
Empezamos con “Apocalypse”, una intro sencilla, mitad sonidos de respiración y algún coro, mitad instrumentos y que sirve para dar nombre al disco y como preámbulo de “New Rise”. Esta sí es una canción con todas las de la ley y con todo lo que implica el nombre del grupo: ritmo sin tregua, guitarras cargadas por Judas y un in crescendo que desemboca en un gran estribillo y un mejor solo. “The Ritual” cierra la trilogía inicial de forma más oscuro (un poco solo, ¡¿eh?!), incluso con algún sonido pseudo industrial en las guitarras. Eso sí, el solo no es nada industrial, sino más bien un back to the future a los 80.
“King of Madness” se despierta como el primer single del álbum, y con unas pulsaciones bastante más lentas que sus antecesoras. Les queda bastante resultón, y en directo puede sonar muy bien (y siendo el single, fijo que cae). Recuperamos la rapidez con uno de los mejores temas del disco, “Blood, Sweat & Fear”, puro heavy metal, puro Primal Fear. Es decir, una perfecta combinación de los Judas del Painkiller (1990) con las melodías de guitarra tan típicas del power. Tanta potencia se corta de sopetón con “Supernova”, la que podríamos denominar balada. Podríamos, pero no estoy seguro, pues potencia tiene un rato largo. Está muy bien, aunque no es de mis preferidas.
“Hail to the Fear” no está mal, sobre todo por las guitarras, pero no pasará a la historia. La que sí puede hacerlo (vale, me sobro un poco, pero la frase quedaba chula) es “Hounds of Justice”, en la que destaco la gran labor de Ralph a la voz, con distintos tonos y matices que hacen del tema una delicia. Seguimos con “The Beast”, al que le ocurre algo como a la primera de este párrafo. Está bien, tiene un estribillo muy bueno, pero le falta un algo para acabar de destacar.
La épica nos llega con “Eye of Tthe Storm”. Con un tempo bastante lento y machacón, sentirás el poder del metal corriendo por tus venas. Otro de los destacados del disco, sin duda. Y así, casi sin darnos cuenta, llegamos al final con “Cannonball”, que es lo que dice su nombre, un cañonazo decorado con una gran batería.
11 temas de puro heavy metal, con una voz privilegiada y sin demasiados adornos (ni falta que les hace). No me atrevo a decir que estará en un posible top 5 o top 10 del año, para mí no es tan bueno (aunque he leído alguna review que sí lo considerarían), pero desde luego es un puñetazo en la mesa para cualquiera, como era mi caso hasta hace poco, que daba por perdidos a los de Sinner y Scheepers. ¡Muy recomendable!
Llevo en esto del heavy más de media vida. Helloween y Rhapsody dieron paso a Whitesnake y Eclipse, pero Kiske sigue siendo Dios.
Como no sólo de música vive el hombre, la literatura, Juego de Tronos y los tatuajes cierran el círculo.
Algunas personas dicen que soy el puto amo, pero habrá que preguntarles por qué.