Iniciamos el viernes a una hora ya indecente. La penúltima etapa de este Primavera Sound tiene como plato fuerte a The Strokes, aunque para muchos, el objetivo sería The Smile. El nuevo proyecto de los dos Radiohead, Thom Yorke y Jonny Greenwood.
Puestos a perdernos Triángulo del Amor Bizarro tan mal colocado a las 18:00h… nuestro siguiente objetivo era Courtney Barnett a las 20:45h en el maldito Binance Stage. La australiana regresaba al festival tas su exitoso concierto de 2019. Y lo hacía con un nuevo disco bajo el brazo. Things Take Time, Take Time (2021) no es su mejor disco pero si es un trabajo que la confirma como una de las compositoras más innovadoras de la última década. Abrazando el jangle pop, la cantautora, armada con su guitarra y con su melena deshilachada al viento, Courtney se mostró infalible sobre las tablas.
Si bien las nuevas canciones suenan demasiado calmadas para animar el ambiente, son canciones de calidad incontestable. Los mejores momentos fueron en los que el rock aplastaba al espectador. Las canciones de Sometimes I Sit and Think, and Someteimes I Just Sit (2015) fueron las más aclamadas. Su disco debut sigue siendo un disco puntero y los fans lo demuestran. Courtney se mostró cercana, atenta y agradecida, con una sonrisa durante todo el show.
The Murder Capital reunía una legión de fans en la bocana del puerto del Fòrum. El escenario Ouigo se convirtió rápidamente en una liturgia post punk con humo, gritos y sudor. Los irlandeses desplegaron su potencial al son de himnos de su debut, When I Have Fears (2019) y al ritmo de nuevas canciones. Sin despeinarse, James McGovern y los demás demostraron que el post punk más visceral sigue vigente en Irlanda más allá del estupor de la explosión de Fontaines D.C..
“Green & Blue”, “More is Less”, “Love, Love, Love” retumbaron con más fuerza de la que habitualmente gozamos en el Primavera Sound. Muchas ganas de catar el esperado segundo disco de una banda que, por méritos, debería estar más valorada de lo que realmente parece que está.
Ya de camino a mainstage para prepararnos para tener una buena posición para ver a The Strokes, cosa que parecía una utopía viendo la gran cantidad de gente que campaba por Mordor una hora antes del esperado show de los newyorkinos. Lorde, la nueva perla del pop alternativo, estaba desplegando sus virtudes frente a miles de feligreses.
La artista de Nueva Zelanda lleva algo menos de 10 años en el ruedo y sus tres discos se cuentan ya como clásicos contemporáneos. Lorde actuaba por segunda vez en el Primavera Sound tras su paso por la edición de 2018, momento en que aún no tenía el caché de la actualidad. La de las antípodas nos regaló momentos abrumadores aún no siendo seguidores del estilo. Tengo que admitir que realmente disfruté viendo la naturalidad y el buen hacer de una artista que sí merece estar dónde está.
Con 15 minutos de tiempo entre Lorde y The Strokes (más 5 minutos extra que se tomaron los divos) amenizados con una playlist de lo más suculenta con himnos de Clutch o AC/DC, la zona de mainstage presentaba el mayor aforo que jamás he visto en el Primavera Sound. Ni una alma cabía para ver a los ansiados The Strokes. Un gran logo de la banda adornó las pantallas en el momento que el quinteto entraba con calma encabezados por un Julian Casablancas vestido con sus peores galas. Con unas gafas de sol que no se quitó en toda la noche, Julian demostró que es un frontman de los más “curioso”. Sus speachs son dignos de ser mencionados “¿creís que los animales nos ven monos?”, “Nicolaj pilló el covid… ¡nah es broma! ¡FUI YOOOO!”. Capaz de reírse de sus propios gallos y comentar cada jugada como si fuese un narrador de fútbol de la TV de Argentina. Julian solo hay uno.
Entrando ya a comentar el espectáculo y más allá de comentar que Casablancas no llega a todas las notas, los Strokes se mostraron infalibles en su acometido, destrozar el festival a base de un grandioso despliegue rockero. Himnos atemporales gritados y bailados por decenas de miles de fans que extasiaban sus últimos alientos de viernes al son de “Bad Decisions”, “Juicebox”, “Take It or Leave It” o “New York City Cops”.
Aunque los momentos top de la noche fueron sin duda para “Someday” y “Reptilia”. Las dos piezas retumbaron en el Fòrum ante la mirada incrédula de los que querían que The Strokes decepcionaran para poder rajar de ellos. Es verdad que en 2015 defraudaron, es verdad que Julian no es un cantante modélico. Pero lo vivido anoche fue un concierto de una calidad superior.
Tras una exhibición de músculo esperábamos ver una exhibición de clase en el Cupra con The Smile. El anfiteatro presentaba un lleno absoluto para ver a Jonny y Thom desplegando su disco debut. Con un sonido alto y nítido, unas luces sobrias y una presencia increíble sobre el escenario arrancó uno de los conciertos más especiales del día.
Thom sigue empañado en ser el mejor compositor de rock del siglo. Cuando no está con el bajo toma la guitarra, o el teclado, o la tabla de mezclas. Siempre acompañando su carismática voz. El de Radiohead es un genio en todos los aspectos y nos regaló uno de los mejores conciertos de toda la semana de festival.
The Smile se apoderó de la cálida noche barcelonesa con música para mentes inquietas. Recuperando el músculo perdido en los últimos lustros, Thom y Jonny han creado un nuevo monstruo para seguir sonando a Radiohead, pero más cercano a The Bends que a The King of Limbs. Un concierto pluscuamperfecto para cerrar la penúltima noche dePrimavera Sound.