Empezaba el Primavera Sound 2019 y por suerte para nosotros iba a ser la jornada más metalera del festival, por no decir la única, con las visitas de Carcass y Myrkur, por lo que se afrontaba con bastante ilusión. En primer lugar, la buena reputación del festival a nivel organizativo hizo gala desde el principio cuando bastaron escasos segundos para acceder al recinto. Ni colas ni ningún otro tipo de problemas, así que la cosa empezaba bien.
Al haberse hecho un poco más tarde de lo esperado por temas de logística de día laboral, la primera parada iba a ser el escenario Seat donde Mac DeMarco iba a ser el encargado de inaugurar mi festival. Había oído por amigos fans que los shows del canadiense son un derroche de buen rollo e idas de olla varias, y la verdad que tanto él como su banda supieron impregnar ese buen ambiente sobre todos los asistentes de un abarrotado escenario. El show empezó tranquilo y fue ascendiendo de manera gradual conectando cada vez más al público en su desfasado universo. Tras las primeras cuatro o cinco canciones llegó el primer momento álgido cuando entonaron su buenrollero “Cooking Up Something Good” con el que el público empezó a venirse arriba, seguido de “K”, tema con toques de los Arctic Monkeys más acústicos y luego de “Ode to Viceroy”, uno de sus hits con más hype, que fue coreado por gran parte del cosmopolita público. Sin ser un gran seguidor de su trabajo reconozco que todos los que me habían advertido tenían razón cuando decían que esta tenía que ser una parada obligatoria, y si al aura de energía positiva y fiesta que genera, sumamos un espectacular atardecer sobre una veraniega Barcelona, pues eso, comienzo inmejorable. El siguiente momentazo que recuerdo fue cuando en el Parc del Forum se entonó otro de sus hits como es este “Freaking Out the Neighborhood”, cargado de energía funky que puso a bailar a la totalidad de la gente que poblaba el césped del escenario, y en el que tanto Mac como toda su banda (destacando a un muy gracioso y carismático guitarrista que no paró de hacer chorradas durante todo el concierto) aprovecharon para dar rienda suelta a su talento con una larga instrumental, en la que incluso se atrevió a hacer slides en su guitarra con la botella de vino que, a juzgar por su estado, se había pimplado entera. Para acabar no podía faltar “Chamber of Reflection” como final de fiesta (es una manera de hablar, ya que no creo que estos se fueran a dormir tras el bolo), tema de alma más electrónica que todos los fans bailaron y cantaron con el alma, y que dejó un muy buen sabor de boca en este inicio de festival. Show recomendable el del canadiense y su banda para todos aquellos que quieran disfrutar de una fiesta llena de buenas vibraciones.
Por suerte tras este primer contacto primaveral, la segunda parada, que iba a ser la de la genial Courtney Barnett era tan sólo unos metros más atrás en la misma llanura, en el escenario Pull&Bear, por lo que no hizo falta desplazarse mucho para una visita al baño, a la barra y estar de nuevo frente al escenario. Otro bravo por la organización del festival en el tema baños, ya que prácticamente no tuve que hacer cola en uno en todo el fin de semana, lo cual se agradece. Una vez frente al escenario allí estaba Courtney, con su desaliñado y peculiar estilo, sin púa como siempre, y metiéndose en el bolsillo al público desde el minuto cero con su hitazo “Avant Gardener”, al que siguió “City Looks Pretty”. Bastaron escasos diez minutos para que esta crack hubiera tomado el Parc del Forum. Yo recuerdo no parar de bailar durante este inicio de concierto y ver a todo el mundo a mi alrededor con una sonrisa en la cara, mientras otros se preguntaban sorprendidos; ¿quién es esta mujer y por qué no la conocía? Estoy seguro de que esos ya no la olvidarán. Mientras, ella seguía a lo suyo cantando ahora “Small Talk”, cargada de buen rollito y toques sureños, para luego subir un poco la intensidad con “Need a Little Time” y su conocida “Nameless, Faceless”, con sus contrastes de melodías poperas y guitarras desgarradas en el estribillo, momentazo. Y momentazo hasta el momento, porque la encargada de continuar con el show era nada más y nada menos que “I’m Not your Mother, I’m Not your Bitch”. Temazo cañero y cargado de mensaje para mostrar su lado más guerrero que hizo subir las pulsaciones en el ambiente, siendo la primera de muchas actuaciones femeninas de un festival en el que sin duda, las mujeres fueron las grandes protagonistas.
Llegados a este punto tomé una decisión de la que creo me arrepentiré durante un tiempo, y es que posiblemente en el mejor momento del concierto de Courtney, abandoné el escenario para ir al Ray Ban stage donde acababa de empezar el show de Nas. No es que sea un gran fan, ni de Nas ni del hip-hop, pero sí es verdad que a Courtney Barnett puedo (y espero y deseo) volver a verla en futuras ocasiones, cuando no creo que vuelva a tener oportunidad de ver a Nas, el cual era uno de mis raperos preferidos durante mi época adolescente rapera, llámenme nostálgico si quieren. Podría no haber sido desacertado, si no fuera porque el sonido del americano al llegar al Ray Ban stage dejaba bastante que desear. No lo pensé antes, pero recuerdo haber pensado esto en prácticamente todos los conciertos de rap en los que he estado, al menos fuera de salas pequeñas. La voz no se oía nítida ni se distinguían prácticamente las melodías de las bases. Sí me gustó que a pesar del tamaño del escenario, el ambiente no era agobiante y se veía bastante bien sin necesidad de acercarse mucho. También que la percusión en muchos momentos del bolo fuera con batería acústica, y bueno, realmente los momentazos cuando se entonaron seguidos clásicos como “Got Yourself a Gun”, “I Can”, “If I Ruled the World (Imagine That)” y “Nas Is Like” pude olvidarme por un rato del mal sonido y disfrutar cual adolescente de un concierto que podría haber sido mejor, pero del que estoy contento de haber visto. También destacar hacia el final del bolo para su despedida el momento “One Mic”, tema cuya intensidad no para de ascender, y que empezó cantando sentado en el suelo al fondo del escenario para ir viniéndose arriba y acabar dándolo todo al borde del escenario, de mejor manera de la que empezó.
Ahora sí que había llegado el momento de la verdad, y es que en tan sólo 10 minutos iba a tener lugar el bolo por el cual Science of Noise tenía presencia en el festival barcelonés, el de los ingleses Carcass en el Adidas Originals. Llegué bastante justo porque como primerizo en el PS no tenía ni idea de dónde estaba el escenario, pero aún así me dio tiempo a pedir una cerveza y situarme en una zona de buena visibilidad, en un escenario que se convirtió en mi favorito del festival, a escasos metros del mar y dando la espalda a todo el resto del recinto. Era de esperar, sí, pero la asistencia para ver a estos monstruos del metal extremo no fue precisamente voluminosa, posiblemente repleta de fieles que pagaron entrada de un día del festival para disfrutar de su directo. El show no pudo empezar de mejor manera con “Buried Dreams”, con su sugerente intro de siniestras guitarras perfectamente compenetradas y su marcada base rítmica, lejos de la velocidad a la que nos tienen acostumbrados sus ritmos, como sí hicieran en su segundo corte de la noche, el potente “Exhume to Consume”, lleno de blast beats y aires thrasheros para empezar a descolocar el cuello de todos los metalheads allí presentes. Más de lo mismo en “Reek of Putrefaction”, velocidad e intensidad extrema tras una slayera intro. Recuerdo disfrutar como un niño pequeño durante “Incarnated Solvent Abuse” y “Unfit for Human Consumption”, uno de los temas que más ganas tenía de escuchar en directo. Especialmente acogida por el público la agresiva “Cadaver Pouch Conveyor System”, también de su más reciente trabajo Surgical Steel (2013), dejando claro que esta gente no está dispuesta a perder su calidad con el paso de los años, aunque sean más de 30 sobre los escenarios. Con “Genital Grinder” y la thrashera “This Mortal Coil” se alcanzaba el ecuador del bolo, y hasta aquí pocas pegas se podían poner. Buen ambiente, buen sonido, energía en el escenario inmejorable, destacando la buena compenetración entre los guitarristas Bill Steer y Tom Draper, a pesar de este último llevar apenas un año en la banda, y como no, el carisma de su líder Jeff Walker al micro y las cuatro cuerdas, que no dejaba descansar a un entregado público, arengándolo continuamente a saltar, cantar con él los estribillos y dejando sus famosas poses y movimientos con su bajo, apuntando el mástil hacia delante, demostrando que está en plena forma. Dicho esto, tocaba volver a la old school con otro de los trallazos, en este caso “Death Certificate” para luego meter la potentísima intro de “Black Star” que retumbó de manera brutal en el recinto, y aún dentro del Swansong (1996) otra de las imprescindibles como “Keep on Rotting in the Free World”. Llegando ya al final tocaba volver a la old shit y fue el turno de “Corporal Jigsore Quandary” seguida por la intro de “Rupture in Purulence”, para finalizar, como no, por todo lo alto con este tema impresionante que es “Heartwork”. Yo que soy bastante novato en el panorama extremo, quedé fascinado la primera vez que escuché esta pieza, que mezcla de manera magistral elementos del death, thrash, y unos toques del heavy más clásico durante la intro, perfectamente montados durante sus casi cinco minutos de continuos cambios de intensidad, que suponen al final un jodido temazo que en directo no fue menos de lo esperado, generando la absoluta locura en el mosh pit que se había formado en la zona izquierda durante prácticamente todo el concierto. ACOJONANTE. Y todavía iban a tener tiempo para más y despedirse de Barcelona (esperemos que no por mucho tiempo) con los brutales riffs de “Carneous Cacoffony”.
Después de todo este derroche de gritos, saltos y con el cuello dolorido, quiero hacer especial mención al gran Pepe Colubi, declarado fan de los de Liverpool, al que me encontré en la barra y con el que pude intercambiar unas palabras al final del show como dos buenos ignorantes.
Con todo el subidón metalero que llevaba me dirigí hacia el otro extremo, geográfica y musicalmente, ya que en el escenario Pull&Bear Erykah Badu tenía un buen percal montado y pude disfrutar durante unos veinte minutos de su show, que fue perfecto para volver un poco a la realidad tras el efecto Carcass, pero en breve volví a mi querido escenario metalero donde Myrkur iba a dar comienzo a eso de la 01:20. Menos gente que en Carcass pero con un ambiente más íntimo y familiar se había dispuesto allí para disfrutar del interesante proyecto de la polivalente Amalie Bruun, que sorprendió a todos cuando salió al escenario embarazada de unos cinco meses, envuelta en un vestido blanco contrastando totalmente con el oscuro atuendo del resto de integrantes, que durante el último año vienen siendo la banda barcelonesa Obsidian Kingdom, dato que no tenía antes del festival. La multi-instrumentista, actriz y productora danesa nos sumergió por poco menos de una hora en su oscuro universo de black metal y pasajes épicos cargados de folk de la cultura tradicional escandinava, todo acompañado de su increíble voz que llegó a ser conmovedora por momentos, y desgarradora en otros cuando los blast beats le ganaban la partida a los poemas vikingos. Interesante propuesta presentada por primera vez en Barcelona la de esta música vanguardista, que fue el broche perfecto para cerrar un muy buen primer contacto con posiblemente la edición más ecléctica del festival catalán, dejando más claro si cabe la imponente presencia de artistas femeninas en su cartel.
Como rockero nacido en Canarias y en los 90 (¡El Nu Metal mola!), me pasé la infancia luchando en todos los recreos para poner mis discos; “…And Justice For All” siempre era uno de ellos.
En esto del rock desde que escuché por casualidad Deep Purple, a lo que siguió Led Zeppelin y ya no hubo vuelta atrás. Pasión por la música desde niño, prácticamente todos los estilos que derivan del rock, aunque un poco hater con el Glam. Guitarrista amateur, batería frustrado, y con ganas de adentrarme en este mundo como algo más que un hobby.